PáginaI12 En España
Desde Madrid
En una pausa del trabajo que realiza para el partido Podemos en la capital española, el comunicador político y militante progresista, Amauri Chamorro, concede una entrevista a PáginaI12 para conversar sobre la delicada situación que atraviesa Venezuela y, con menor urgencia, realizar un análisis sobre las fuerzas de izquierda en América Latina. Chamorro, que colabora con el expresidente Rafael Correa, y ha trabajado en diversas campañas de comunicación para gobiernos progresistas de la región, y dirigentes como el excandidato presidencial de Chile, Marco Enríquez-Ominami, es invitado regularmente a Europa para brindar conferencias sobre una de sus especialidades, el Lawfare (guerra jurídica).
–¿Por qué algunos países de la Unión Europea reconocieron a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela?
–Desde el punto de vista político, es una especie de tentativa de emular lo que pasó en Irak, cuando en Europa, España, con (José María) Aznar de presidente del Gobierno, apoyó la invasión. Más de un millón de civiles asesinados en Irak por Estados Unidos y algunos países de Europa en base a mentiras de supuestas armas químicas, y nadie pagó políticamente por eso. Ahora repiten este proceso de desconocer, y ahí entro en la parte jurídica, el derecho internacional en base a percepciones construidas a partir de los medios de comunicación para validar a una persona que se autoproclama presidente de la república y que no tiene los votos para ello. Los países de la Unión Europea cometieron un error muy grave al desconocer al Consejo de Seguridad de la ONU y a la OEA (Organización de Estados Americanos), que llamaron al diálogo. Pero además, se encuentran en una encrucijada porque la oposición venezolana no está abierta al diálogo. La oposición está compuesta por muchas fuerzas que nunca han estado de acuerdo. No existe un consenso sobre quién va a asumir la presidencia de la república en el caso de que caiga Maduro. Por eso, a última hora, decidió no participar de las elecciones presidenciales del año pasado. No tenía un candidato que le ganara a Maduro pese al desastre en el que se encuentra Venezuela, destruida a partir de una guerra económica horrorosa contra el pueblo.
–Entonces, ¿cuál es el objetivo de esa decisión de respaldar a Guaidó?
–Lo que están intentando ahora las derechas internacionales forzando o validando eso, es que Maduro convoque elecciones presidenciales debilitado, más debilitado. Porque ahí sí habría probabilidades de elegir un candidato de la derecha por las vías democráticas, que son las mismas vías democráticas por las que se eligió a Maduro en las últimas elecciones.
Lo que sucede es que la derecha venezolana, junto con Estados Unidos, ha intentado ahorcar económicamente a Venezuela, y no han logrado derrocar al gobierno. Fueron por la violencia local, dos guarimbas, y tampoco lo lograron. Entonces dijeron, ¿qué hacemos ahora? Aislamiento internacional...
–¿Qué pasará en el corto plazo?
–Creo que va a continuar el clima de preinvasión. Estados Unidos y Europa van a apostar por estacionar en la frontera de Venezuela una estructura militar que dé señales de que en cualquier momento pueden invadir Venezuela. ¿Por qué? Porque las fuerzas armadas bolivarianas han declarado durante un mes, cinco veces al día en cadena nacional, el apoyo irrestricto al presidente Maduro. Días atrás, el presidente salió a recorrer el país, fue a cada uno de los cuarteles, habló mirándole a los ojos a los soldados, demostrando a la sociedad venezolana lo que crea Chávez a partir del golpe de Estado del 2002, que es la unión cívico-militar, y que está más consolidada que nunca. Y esa la condición vital para que no derroquen al presidente Maduro.
–¿Cuánto se puede soportar la presión económica, diplomática, militar?
–Todo tiene un límite, eso también hay que asumirlo, y no sé si el límite está cerca. No tengo los elementos para decirlo. Yo creo que hay chavismo pa rato, como ellos dicen. Existe una intereorización del proceso revolucionario en el país, pero también el nivel de desespero generado por el acoso económico de los Estados Unidos es muy grande.
–¿Cómo valora la posición de Rusia y China?
– Sin ellos no habría capacidad de resistencia. Para Rusia y China, mantener viva a Venezuela es no permitir una victoria en ese relato disputado por los Estados Unidos sobre su hegemonía en el mundo. Lo que significó el comandante Hugo Chávez, que implementó políticas emancipatorias, y enfrentó a Bush en su casa, en la ONU (Naciones Unidas), con el “al carajo el ALCA” (Área de Libre Comercio de las Américas), la creación del ALBA (Alternativa Bolivariana para América Latina), Unasur (Unión de Naciones Suramericanas) y la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), etc. Rusia y China veían en Venezuela un ejemplo de que el mensaje de los Estados Unidos era permeable. Eso y, a la vez, que Venezuela es un socio económico importantísimo de esos países por las enormes reservas de petróleo, gas, y oro que posee. Tampoco hay que ser ingenuo.
–Quisiera preguntarle por América Latina, por el cambio de color político radical que se ha producido en los últimos años. De Néstor Kirchner, Lula Da Silva, Hugo Chávez a Jair Bolsonaro, Mauricio Macri, Sebastián Piñera.
–En primer lugar, creo que si no se hubiese producido la persecución contra los líderes de América Latina, Lula Da Silva sería presidente de Brasil, Gustavo Petro habría ganado las elecciones de Colombia, probablemente Daniel Scioli le habría ganado a Mauricio Macri, Cristina Kirchner estaría en mejores condiciones electorales, al igual que Evo Morales en Bolivia. Ahora bien, no podemos escudarnos en esa persecución para no realizar una autocrítica. Después de casi 20 años de progresismo en América Latina, en los que arrasábamos en todas las elecciones, no puede ser que no exista un mea culpa. Existieron fallas estructurales. Cada país con sus características propias. Construimos muy mal el relato del combate a la corrupción. Un ejemplo, ¿quién crea el Lava-Jato? ¿Quién lo financia, le da el visto bueno y ordena al ministro de Justicia que colabore con la investigación? La expresidenta Dilma Rousseff. Rousseff brinda todo el apoyo institucional necesario para que las investigaciones avancen sin imaginarse que ese caso judicial sería utilizado políticamente.
–La decisión de Dilma Rousseff es correcta al permitir que se investigue...
–Por eso mismo, ¿cómo es posible entonces que no sea Dilma Rousseff reconocida por eso, y no sea la gran victoriosa? La respuesta es que lo hemos contamos mal, y a la vez subdimensionamos la capacidad de articulación y de operación comunicacional de esas fuerzas (de derecha). Si te transforman en corrupto, destruyen tu razón de ser. Hay mucha gente en Brasil que realmente cree que Lula Da Silva tiene un departamento, o que Cristina Kirchner tiene ocho millones de dólares debajo del cuadro, que eran de la hija, y le rompen la casa entera, y no encuentran nada. Es terrible, y es muy difícil recuperarse de eso. Nos sucedió, también, porque creímos en los mecanismos institucionales, en la libertad del sistema judicial como una barrera de contención, apoyados en la libertad de los jueces, pero no nos dimos cuenta que esos mismos jueces se convirtieron en un poder político.
–¿Cómo analiza la gestión política y pública de los movimientos progresistas?
–Hemos sido ineficientes. Pasamos 30 años diciendo que cambiaríamos el mundo, y después de 15 o 20 años de gobierno, la gente empezó a ver que un puente se caía, que el hospital no atendía tan bien. La gente exige cada vez más porque hemos creado una clase media que incluimos al mercado de consumo, y que cuenta con otras expectativas. El primer año estaba preocupada por la comida, pero un año después le preocupa saber a dónde viajará de vacaciones porque ya compró su casa, su carrito, sus hijos lograron ir a la universidad, etc. Entonces, a partir de ese proceso, no comprendimos que la forma de pensar de la gente a partir de la inclusión en ese mercado de consumo, era tal que se volvería contra los propios movimientos progresistas. Por otra parte, se produjo un aburguesamiento de nuestros dirigentes sociales que crea una distorsión muy grande en la forma en que son percibidos. Aquellos líderes que estaban en la calle luchando y comiendo en fondas, ahora viajan en primera clase con sus guardaespaldas, y si el agua no está en la temperatura que les gusta, es el fin del mundo. Otros dirigentes se han transformado en millonarios, sobre todo los mandos medios. Ante esa situación, la gente dice: se han convertido en eso que estaban combatiendo.