El perfume (disponible en Netflix) podría promocionarse con el siguiente slogan: “Nuevo packaging y aroma, pero con el espíritu original”. La serie alemana de seis episodios está basada muy libremente en el bestseller que ya tuvo una adaptación cinematográfica hacia 2006 dirigida por Tom Tykwer y que recorrió los caminos del film de qualité. Con inteligencia, aquí se corre del foco a Jean-Baptiste Grenouille –el joven de la Francia prerevolucionaria que deseaba encontrar el aroma perfecto– y se ubica a la historia en la actualidad. El disparador es el crimen de una cantante cuyo cuerpo aparece mutilado. “Pelo, vello, heces, quizás el olor”, apunta la detective encargada de resolver el caso. 

Quienes aparecen en la mira de los oficiales son un particular quinteto que en sus días estudiantiles estaban obsesionados con el texto que encumbrara a Patrick Süskind. Los olfateadores extrajeron esencias de los cuerpos y mantuvieron su secreto hasta el presente. Aquel texto, entonces, funciona aquí como leitmotiv, marketing y paredón para un atractivo juego de metatextualidad. La ficción despliega varias tramas y personajes perdidos por su obsesión gustativa. ¿Resultado?  El perfume huele a un thriller moderno, de narrativa divagante y puesta en escena entre distinguida y rancia con notas del río Rin.