Uno de los momentos fuertes de la ceremonia del Oscar de anoche fue cuando el realizador Spike Lee, uno de los principales portavoces de la comunidad negra en los Estados Unidos, subió al escenario del Dolby Theatre de Los Angeles a recibir su premio al mejor guión adaptado, por El infiltrado del KKKlan, que él también dirigió. Entusiasmado de contar con esa oportunidad, extrajo de su llamativo traje púrpura unos papeles, pidió que “apaguen el puto reloj” que cronometraba tiránicamente el show y leyó apasionadamente el siguiente discurso, que fue aplaudido de pie por la platea:
“La palabra de hoy es ‘ironía’. La fecha, el 24. El mes, febrero, que también pasa a ser el mes más corto del año, que también pasa a ser el mes de la historia negra. El año, 2019. El año, 1619. Historia. Nuestra historia. 1619-2019. Cuatrocientos años.
“Cuatrocientos años. Nuestros antepasados fueron robados de la madre África y comprados en Jamestown, Virginia, esclavizados. Nuestros antepasados trabajaban la tierra de sol a sol. Mi abuela, que vivió 100 años siendo siempre joven, se graduó en el Spelman College a pesar de que su madre era una esclava. Mi abuela, que salvó 50 años de cheques de seguridad social para poner a su primer nieto —me llamaba Spikie-Poo— en el Morehouse College y para que pudiera hacer mi película de posgrado New York University. ¡La N.Y.U.!
“Ante el mundo esta noche, alabo a nuestros antepasados que han construido este país en lo que es hoy, sin olvidar el genocidio de su pueblo nativo. Todos nos conectamos con nuestros antepasados. Vamos a tener que recuperar el amor y la sabiduría, recuperaremos nuestra humanidad. Será un momento poderoso. Las elecciones presidenciales 2020 están a la vuelta de la esquina. Movilicémonos todos. Vamos todos a estar en el lado correcto de la historia. Hagamos la elección moral entre el amor versus el odio. ¡Hagamos lo correcto!”