Desde Villa Gesell
El Enduro del Verano es una de las carreras de motos y cuatriciclos más importante del planeta y se realiza todos los febreros desde 1992 en circuitos ubicados en la franja de médanos que separan los partidos de Pinamar y Villa Gesell. Se trata de un multitudinario evento que congrega a decenas de miles de espectadores sobre las dunas y que en 2014 batió el record Guinness tras superar los 650 cuatris en la línea de largada.
Sin embargo la última edición, desarrollada el fin de semana pasado, dejó noticias menos felices y disparó alarmas luego de que se produjeran tres muertes en un contexto de locura y desenfreno que también incluyó una centena de intervenciones del SAME, 40 heridos, tres agentes de tránsito atropellados, alrededor de 300 infracciones labradas y numerosos vehículos secuestrados.
La primera noticia funesta se conoció el sábado, cuando Mauro Freiria, de Ituzaingó, volcó con un cuatriciclo mientras intentaba trepar una duna pronunciada. Pero el muchacho de 35 años de edad no fue la única víctima mortal del día: a la noche se supo que Juana Boero, de 17 y oriunda de Campana, terminó degollada cuando conducía un rodado similar y se llevó por delante un alambrado que, se presume, la joven no advirtió debido a la poca visibilidad del atardecer.
A esas dos muertes se les suma una tercera, aunque a diferencia de las primeras, esta última no se debió a un accidente vehicular sino a un infarto que padeció un espectador de 24 años mientras observaba el espectáculo.
Si bien ninguno de los decesos se produjo en la pista de carrera ni entre competidores (a pesar de que cuatro de ellos terminaron accidentados y uno de ellos internado por traumatismo de cráneo), todos responden a un mismo panorama observado con alarma y pavor por locales y turistas: la ciudad de Villa Gesell (donde últimamente se realiza el Enduro del Verano) parece convertirse en tierra de nadie por la presencia de motociclistas particulares que circulan a altas velocidades en las zonas linderas al circuito donde se desarrolla el evento. Un escenario trágico en el que se entrelazan la inconciencia de los particulares, y controles que, por lo visto, no logran el proclamado cometido.
Este estado de situación se enfatiza con otros datos temibles: durante el fin de semana también se registraron 40 heridos derivados a distintos hospitales de la zona, media centena de motos y cuatriciclos secuestrados y tres agentes de tránsito atropellados mientras intentaban detener a vehículos que circulaban fuera del perímetro permitido o sin la documentación necesaria.
En este último contexto se registró un hecho casi cinematrográfico en el cual una camioneta con un tráiler enganchado que circulaba a gran velocidad por la playa se dio a la fuga mientras su conductor era perseguido por particulares. En el raid de escape, el vehículo casi atropella a otras personas, rompió una barrera y terminó incluso atravesando por el medio una de las rotondas de acceso a Gesell.
Además se produjo otro episodio insólito: un joven que andaba por la zona cercana al circuito con una moto robada fue descubierto por la víctima del siniestro y tuvo que ser rescatado por efectivos policiales antes de que fuera linchado por una multitud.
Todos estos sucesos se producen en el marco del cambio de legislación acerca de la circulación de motos y cuatriciclos en ciudades de la Costa Atlántica, desde donde se viene reclamando por la temeridad con la que numerosos particulares conducen estos vehículos durante la temporada de verano, en varios de estos casos con víctimas mortales.
En ese sentido, el Director de Manejo de Emergencias Sanitarias y Catástrofes de la provincia de Buenos Aires, Federico Villagrán, le aseguró al canal Telpin de Pinamar que “están todos los medios para evitar accidentes”, atribuyéndole las fatalidades a una cuestión “cultural”. “Se hacen controles en los accesos, pero la gente, una vez que pasa, deja de tener en cuenta las medidas de seguridad que cumplió para entrar”, agregó. “Hay picadas, gente tomando alcohol, nenes arriba de cuatriciclos enormes. La irresponsabilidad de la gente es muy grande y no sé cómo pasan estas cosas”, dijo, sorprendido. “Las medidas están, hay muchos controles y se sanciona, pero es un tema de toma de conciencia de las personas. Vienen y se creen que son corredores, pero mucha gente no tiene experiencia para hacerlo”, concluyó, acaso reconociendo que los operativos, por más bien intencionados que luzcan, no logran cubrir la demanda de atención que exige este descontrol crónico y sintomático.