Durante el último año cerraron 243 empresas constructoras. La contracción en la cantidad empleadores representa una caída del 1 por ciento frente a enero de 2018. Las inversiones privadas se encuentran afectadas por las altas tasas de interés y la incertidumbre financiera mientras que la obra pública se encuentra paralizada como parte del programa ajuste fiscal. Las cifras publicadas ayer por el Ieric son acompañadas por un proceso de caída de la demanda de insumos y destrucción de empleo.
El informe de coyuntura difundido ayer indica que al finalizar 2018 existían 14.700 puestos de trabajo registrados menos que doce meses antes (las cifras de la Secretaría de Trabajo revelan una caída incluso más profunda). El dato representa una disminución de 2,2 por ciento mensual y 3,5 por ciento frente al mismo mes del año pasado. La contracción acumulada en los últimos dos meses fue de 3,3 por ciento. “La cifra es de mayor intensidad que la observada en igual periodo de 2016 y 2017 y también levemente superior a la media histórica”, expresan los autores del reporte.
De acuerdo al Ieric, la merma mensual en la dotación de trabajadores se explica tanto por una reducción en los planteles medios de las constructoras, como por la menor cantidad de empleadores registrados. El número de jurisdicciones donde la cantidad de empleadores se contrajo se mantuvo en 15. A pesar de la cantidad de empresas que bajaron sus persianas, el instituto tripartito relativiza la cifra al afirmar que “la cantidad de empleadores se ha mantenido prácticamente inalterada, mostrando una muy baja elasticidad respecto al nivel de actividad, independientemente de la etapa del ciclo económico de que se trate”.
Los indicadores más actualizados que permiten anticipar el nivel de actividad sectorial iniciaron el año 2019 extendiendo la dinámica contractiva con mostraron al finalizar el año pasado. El consumo de cemento anotó una caída interanual de 16,3 por ciento. La venta de insumos se contrajo, por su parte, 20,1 por ciento respecto de igual mes del año pasado.
El aumento de los costos de los insumos derivado de la devaluación de la moneda, el año pasado, congeló la inversión en construcciones privadas. A esto se sumó el freno de la obra pública por el ajuste en gastos de infraestructura que acordó el Gobierno con el Fondo Monetario. La continuidad del programa de austeridad y la incertidumbre electoral erosionan cualquier indicio de reactivación sectorial.