Durante la última audiencia en el juicio por el asesinato y desaparición de José Díaz durante la represión militar en el cuartel de La Tablada comparecieron tres testigos. Según reflejó la crónica del Diario del Juicio, el más significativo fue Walter Gualberto Cruz, un enfermero general retirado del Ejército que aportó datos esenciales sobre la caída del sargento Ricardo Esquivel, cuya muerte fue adjudicada por la teoría oficial de esa fuerza a los militantes del MTP Iván Ruiz y José Díaz antes de la supuesta fuga. También fueron testigos otro militar que armó un informe que ratifica la versión de Cruz y que el ejército se negó a publicar y otro que intentó eludir sus responsabilidades con un mensaje de paz y unidad que a los familiares de las víctimas sonó poco convincente.

“En un momento quedé sólo en medio de una balacera importante, y me di cuenta de que estaba Esquivel cerca, fue entonces que le dije me cubriera mientras avanzaba hacia el Casino de Oficiales”, indicó el testigo Cruz. “En un momento cruzo para agarrar mi botiquín para seguir avanzando, y sentí un quejido que vino desde atrás. Entonces me di cuenta de que no me estaba cubriendo y me replegué adonde estaba él. Lo vi a Esquivel tirado en el piso, lo ausculté, busqué una herida superficial y no tenía, le giré la cabeza y ahí tenía la entrada de un proyectil 7,62 milímetros, calibre del FAL, sin orificio de salida”, agregó.

En el relato oficial de los hechos, Ruiz y Díaz habrían asesinado a Esquivel antes de darse a la fuga. Pero la cadena de mentiras se rompió en diciembre, cuando el ex militar César Quiroga, ambulanciero en La Tablada, que supuestamente les había entregado a Ruiz y Díaz al sargento Esquivel, no solo negó haberlo hecho, sino que aseguró no haber conocido a Esquivel. 

Además, Cruz sumó un nuevo dato que muestra la complicidad del Ejército para ocultar la verdad y construir un relato de coartada. Consultado por la querella sobre si alguna vez había tenido que contar en alguna instancia lo que estaba relatando, luego 30 años, dijo: “Unos meses después me llamaron del Estado Mayor. Les dije que fui el único testigo de la muerte de Esquivel, porque nadie sabía en qué circunstancias había muerto. Nunca más me llamaron, y nunca declaré esto ante la Justicia”.