PáginaI12 En Gran Bretaña

Desde Londres 

Una vez más contra las cuerdas, Theresa May dio dos pasos atrás sobre políticas hasta ayer irrenunciables. La primera ministra anunció en la Cámara de los Comunes que si su plan de salida de la Unión Europea (UE) vuelve a ser rechazado el 12 de marzo, los diputados podrán votar al otro día sobre si están a favor o en contra de una partida del bloque sin un acuerdo concreto, algo que, según los pronósticos del propio gobierno, las consultoras, los sindicatos, los empresarios y la City, sería un duro golpe económico.

May señaló también que, en caso de derrota, la Cámara podría votar una prórroga de la fecha de salida, es decir, una extensión del artículo 50, la cláusula que activó el Reino Unido para comenzar las negociaciones y que cumple su plazo en cuatro semanas, el 29 de marzo. “Si el parlamento aprueba esta extensión, el gobierno se compromete a pedir a la UE que apruebe esta extensión y a aprobar la necesaria legislación al respecto”, dijo May. En otras palabras, la Cámara de los Comunes comenzaría a dictar o, como mínimo, co–dirigir, el Brexit. 

Con una cara hinchada por las negociaciones, el jet-lag (en Egipto el fin de semana, entre Bruselas y Londres en los últimos 10 días) y los repetidos fracasos de su estrategia del Brexit, la primera ministra exhortó a los diputados a rechazar esta doble concesión que ella misma hacía porque sería una estafa al electorado que votó a favor de la salida del bloque europeo hace casi tres años. “Quiero ser totalmente clara al respecto. No quiero la extensión del artículo 50. Nuestro foco debería ser tener un acuerdo que apruebe el parlamento y nos permita salir de la Unión Europea el 29 de marzo”, señaló Mary.

La rebelión interna forzó la mano de la primera ministra. La semana pasada tres diputadas abandonaron la bancada conservadora en protesta contra la política que seguía May y la posibilidad de salir de la UE sin acuerdo. Esta semana tres miembros de su gabinete hicieron pública una carta en la que advertían a May que votarían este miércoles (por hoy) a favor de un proyecto de ley conjunto presentado por una diputada laborista y un diputado conservador para extender el plazo del artículo 50 y descartar la posibilidad de una salida del Brexit sin acuerdo. 

Según la BBC habría entre 15 y 20 ministros y secretarios de estado dispuestos a respaldar este proyecto de ley, algo que rompería el famoso principio de “disciplina colectiva” por el que los diputados que forman parte del gobierno deben votar a favor de todas sus iniciativas. La doble marcha atrás de May es un intento de desactivar esta bomba de tiempo que hubiera dejado al gobierno al borde del Knock out. 

Hoy se verá en la votación del parlamento si esta estrategia política tuvo éxito que, en el caso de May, se define por ganar tiempo y mantenerse en su puesto hasta la siguiente batalla campal. Sin una oferta de este calibre la derrota en la votación del proyecto de ley hubiera sido segura pero, con sus idas y vueltas, con sus promesas incumplidas, May parece haber agotado la paciencia de muchos diputados y miembros del gobierno: el enigma es cuántos se atreverán a dar el salto. 

El principal temor de los diputados es que, a medida que se acerca el 29 de marzo, May termine llevando al Reino Unido a una opción que nadie quiere: el acuerdo que ella negoció con la UE (con algún arreglo cosmético) o una salida sin acuerdo. En enero el acuerdo negociado sufrió la derrota parlamentaria más grande de la historia para un proyecto gubernamental. 

En el laborismo el líder Jeremy Corbyn señaló que votaría a favor del proyecto de ley y que, en caso de que el parlamento no apruebe hoy una enmienda con su plan de salida de la UE (que incluye permanecer en el interior de la Unión Aduanera, es decir, adoptar la política comercial del bloque), apoyaría la realización de un segundo referendo que tendría aparentemente dos opciones, el acuerdo de May o permanecer en la UE.