Al llegar a Beatflow por la noche, con motivo de la última fiesta Hiedrah, el lugar no se veía igual que la última vez que ocurrió el mismo evento hace algunos meses. La primera diferencia fue la presencia de varios carteles con muchas leyendas que, como ya leerán, tenían un centro común. Los mensajes escritos a mano en distintos tipos de letras sobre cartones o papel afiche contenían mensajes como: “Culo con culo”, “Analquismo”, “Sentarse es oprimirse”, “Te ano, te ano, te ano”, “Perfume de caca” y un largo etcétera. Y es que en realidad además de asistir a una fiesta, también lo estábamos haciendo al cierre de la primera de las residencias artísticas que de ahora en más suma a su amplia lista de eventos, siempre satelitales a la pista de baile, el inquieto colectivo Hiedrah. Esta primera experiencia estuvo a cargo de la instructorx Geni Thalia, que dictó durante la dos semanas previas a la fiesta en cuestión el “Laboratorio de Desculonización”, la convocatoria estuvo conformada de seis encuentros en horario diurno, tres veces por semana, en el mismo club de baile en el que luego se realizó la fiesta en la cual la misma Geni se sumó a la lista de musicalizadores bajo su pseudónimo DJ Kebra. Quien suscribe asistió a una de esas seis jornadas en carácter de amigo-visitante. Según me dijo Geni en una breve charla que tuvimos antes de que me sumara de lleno al trabajo físico magistralmente guiado por ella ese día y que hizo centro en el ano, en el culo y en todos sus alrededores: al perderme los dos encuentros anteriores también me quedé sin todo el marco teórico y, de amigue a amigue, me recomendó que charle con algune de lxs participantes full-time al respecto. “El laboratorio arranca con un marco histórico y de teoría acerca del cuerpo”, me explica en un mensaje de audio unx participantx que responde al nombre de Inmensidades, y prosigue: “Se derribaron muchos mitos y malas costumbres occidentales en donde solemos manejar nuestro culo como un tabú muy fuerte, hasta lo reprimimos en la manera de cagar, posicionándolo mal.” Habiendo perdido esta parte teórica, al escuchar este audio de alguna manera la experiencia se va completando. “Se habló mucho acerca de cómo otras culturas piensan su cuerpo, como por ejemplo en la cultura africana o china o también en Bolivia en donde la idea de ir al baño no es tan tabú como lo es acá.” Y escuchando estos comentarios quien suscribe tiene flashes de su propia experiencia desculonizadora. Se armó una ronda con todos los participantes, con las luces bajas todos separaron un poco las piernas y bajando sólo un poco la línea de la cadera se realizó un ejercicio mántrico de respiraciones ruidosas cuya duración desde la experiencia misma no pudo medirse. Lo que sí estaba en el centro de todo esto fue el movimiento pélvico que a su vez hacía que los culos de los presentes (junto con los anos contenidos) se movieran al ritmo de una música percusiva sobre la cual sonaron siete campanas que fueron la única ancla sonora en un ejercicio sin tiempo. Al terminar se sentía una nueva potencia cuyo centro ya no parecía ser la cabeza.
Otrx participantx llamade Fabri me cuenta que durante la parte teórica se habló mucho sobre la diferencia entre el funk carioca y el funk norteamericano. Siendo el primero un ritmo habitual para los ejercicios de desculonización propuestos en el taller, el origen etimológico de ambos es la idea de que algo huele “funky” (mal). También se habló de cómo el funk carioca se relaciona con el Miami bass que es un ritmo propio del clima cálido que también es propio de Río de Janeiro. “Todo el taller tuvo una postura anti-patriarcal muy crítica hacia los feminismos más mercantilistas.”, continúa Fabri. Surgieron también críticas al concepto de empoderamiento, argumentando que este último puede servir a las personas de manera individual pero carece de cualquier tipo de sensibilidad social o colectiva.
Se hizo una ronda en la cual una mitad de lxs participantxs nos pusimos en cuatro patas y haciendo movimientos pélvicos fuimos invitados a ser generosos con las miradas, debíamos mantenerla al menos veinte segundos antes de mirar a otro participantx sin nunca dejar de hacer movimientos pélvicos. La otra mitad de la concurrencia enfrentó con sus propio culos, también en movimiento, a los culos de los que estábamos en cuatro, generándose una fricción entre nalgas al ritmo de la música que generaba sensaciones inéditas que en ocasiones superaban ampliamente la sensación de la clásica penetración. Convexo versus convexo.
Entre los participantes del taller también circuló un fanzine especialmente diseñado para la ocasión con textos de Fernando Noy, Imaabs, Pabli Balcazar y consignas de lxs mismxs Hiedrah con mensajes como “Bailar es política”, “Defensa y promoción de las minorías identitarias”, y también “No somos iguales: nos potencian nuestras diferencias.” El cierre de las jornadas fue en la misma fiesta: todos los participantes hicieron totems de culo en el escenario y pusieron esa parte del cuerpo en el centro de la noche sin coreografías previas. Fue la puesta en escena de una potencia colectiva generada en seis días de trabajo.