El último campeón mundial de tenis de mesa para deportistas con Síndrome de Down, el argentino Juan Pablo Castet, podría quedarse afuera de un torneo internacional a disputarse en Morelia, México, del 4 al 11 de agosto, si las autoridades nacionales vinculadas al deporte no implementan medidas de apoyo.
“Es el primer torneo americano para deportistas con síndrome de Down. No podemos faltar porque si no dejaríamos un precedente más allá del resultado”, le explica a PáginaI12 Guillermo Silvano, el entrenador de Juanpi, nacido en San Nicolás, provincia de Buenos Aires, hace 30 años. Castet obtuvo el título mundial en Madeira, Portugal, el año pasado, y es el único argentino invitado a participar en el torneo mexicano. Pero más allá de la invitación, hay costos que solventar que la familia ni su entorno pueden asumir. Entre ellos, el viaje, la inscripción y el hospedaje. Alrededor de 1500 dólares por cada una de las tres personas que componen el equipo. Sus padres, Pablo y Susana, son jubilados. Aunque el papá suma otros pocos ingresos con su trabajo de remisero.
Juampi y Silvano continúan su preparación con miras al torneo. Entrenan dos días a la semana de manera intensa y desde marzo sumarán otra jornada. “Hacemos gimnasia, tenis, saque, devolución, estrategia de juego y complemento”, le cuenta el deportista a este diario desde San Nicolás.
Ningún referente de la Secretaría de Deporte (o de la Agencia Nacional de Deportes) ni de la Subsecretaría de Deporte de la Provincia de Buenos Aires se hizo eco del pedido de ayuda económica que se viralizó en redes sociales y al día de cuenta con más de 50 mil firmas de apoyo. Tampoco lo hicieron desde el Enard ni desde la Municipalidad de San Nicolás. “Al torneo vamos a ir. Seguiremos con las rifas. Y ojalá que otros también aporten dinero. De momento, Juanpi fue inscripto”, anuncia el entrenador, el iniciador de la campaña. Los pagos deben hacerse antes de junio.
Juanpi, al tanto de la situación, dice estar “contento” por la preparación y la idea de competir otra vez a nivel internacional. Ya había representando a nuestro país en 2011 en un torneo en Venezuela, donde fue medalla de oro en la categoría síndrome de Down. Para 2020 el objetivo es participar en el Cuarto Mundial de la especialidad, a disputarse en Turquía. “Estoy con muchas ganas. Por eso entreno duro. Aunque ahora un poquito liviano por el calor”, agrega el tenista que el 15 de agosto cumplirá 31 años.
“Lo único que hicieron fue darnos unos bolsos con ropa de la Secretaría de Deportes. Era ropa para becados, de Los Juegos de la Juventud”, agrega Silvano. E intenta consolarse: “¡Qué sé yo! Algo es algo”. También hubo un diputado que aportó por 20 mil pesos. “El tema podría resolverse si nos dan una beca por ser campeón mundial. Una beca absoluta. Por dos años. Creo que son de alrededor de 30 mil o 50 mil pesos mensuales. Nos ayudaría un montón”, comenta el entrenador, especializado en trabajos deportivos con chicos discapacitados.
De momento, el joven fue anotado como representante de la Federación Argentina de Deportes para Personas con Discapacidad Intelectual (Faddim). Desde su entorno lamentan que otras federaciones, como la Federación Argentina de Tenis de Mesa (FATM) o la Federación Argentina de Tenis de Mesa Adaptado (Fatema) no hayan aceptado inscribirlo. “En Fatema no lo inscriben porque dicen que no pueden ser representados por deportistas con discapacidad intelectual. Otros dicen que no pueden porque no tienen presupuesto para pagar ropa, pasajes ni inscripción”, explica Silvano.
Una posibilidad a futuro es crear, junto con varios padres de todo el país en la misma situación, la Federación Argentina de Síndrome de Down. Ya hubo avances. “Sería para no depender de otras federaciones que ignoran a los chicos. Además tendríamos más peso en la Secretaría de Deporte de la Nación”, avisa el entrenador, quien lamenta que “en Argentina tengamos campeones y subcampeones del mundo en gimnasia deportiva, en natación y mismo en tenis de mesa y sin embargo no mucha gente los conoce”. “Los papás se cansan de tanta marginación y de que, en consecuencia, sus hijos no puedan representar a nivel mundial al país porque son Down”, opina.
El tenis de mesa es una actividad muy importante en la vida de Juanpi, ya que lo incorporó como esparcimiento y deporte. Lo juega desde hace veinte años. “Me divierto”, sonríe ante este diario. “Nos matamos de risa mientras jugamos”, aclara Silvano antes de decir que su pupilo “es de esas personas que entran en cualquier grupo. En Portugal, por ejemplo, todos hinchaban por él. Es un pibe que se hace querer, que hace bromas. Un fenómeno que puede estar tranquilamente sentado a una mesa y, dentro de sus limitaciones, hablar de igual a igual con cualquiera. Nosotros tenemos mucho que aprender de ellos”.
“Ya no sé con quién más hablar. Me felicitan por Juan Pablo, todo genial, pero no consiguen becas ni ayuda para viajar. ‘En un país normal tendríamos que cobrar los dos, pero ¿viste cómo está la situación?’, me dijo un funcionario. Lo que pasa es que nosotros somos del interior. Y nunca se valora a los campeones del interior”, suelta Silvano.
“Es un campeón argentino. El Estado debe apoyar el deporte”, se lee entre los comentarios que se agregan de manera incesante en la web de Change.org donde se hizo el pedido de firmas y dinero. Los apoyos se repiten. El silencio también.