María Moreno acostumbra, en los últimos tiempos, regalarnos un libro a fin de año, (justo cuando parece que no aguantamos más), que nos recarga las energías para encarar la siguiente revolución solar. Como si lo planeara todo para inspirarnos para el 8M que desde hace 2 años se ha transformado en el mayor acto feminista de la historia. No es casual la elección del nombre y del género al que estos artículos adscriben con el nombre de Panfleto. Erótica y Feminismo. 

El nuevo libro de la Moreno es como un collar de diamantes, cada cuenta una joya rococó para el feminismo de los últimos 40 años. Lo panfletario, lo urgente, no le quita lo barroco, la voluptuosidad con que se construye el concepto. La palabra justa, esa búsqueda que a Moreno no le quita el sueño sino que le alimenta el deseo, calentando las sinapsis de les lectores, se encuentra con la necesidad urgente de intervenir en los debates que adelantan 30 años respecto de la opinión pública. Es en esa calentura poética donde se puede formular lo que todavía no, pero pronto puede llegar a ser. Así vemos la emergencia de una serie de ideas que se popularizarán décadas más tarde despuntando de esta pluma emplumada pero filosa: el concepto de femicidio, cuya popularización lanzó los reclamos feministas a una nueva ola de masividad y radicalización; la asexualidad, y su visión del dispositivo de la sexualidad como pivote de control social sobre los cuerpos; el análisis del BDSM en su faceta contractual; la erótica como algo específico de la literatura feminista; la centralidad de lo anal en la cultura argentina; la crítica a la política de la identidad, concepto al que opone la mismidad como tegumento afectivo de la marea. En este libro Moreno hace su coming out orgulloso como feminista (aunque lo niegue en boca de la loca ilustre Nicolás Rosa: “Pero María, ¡Vos no sos feminista!”, en una hábil pirueta retórica de afirmación por negación). Imposible no inscribir este libro en la propia genealogía que la Moreno cura para su muestra “Células Madre” sobre periodismo feminista en los 70, 80 y 90, mientras se caldeaban algunas de las fórmulas que harían estallar la marea o la cuarta ola feminista desde 2015. Célula madre de la marea, aunque sin una actitud paternalista, al estilo “yo que me las sé todas”, sino como una provocación para profundizar en la escritura ese encuentro intergeneracional de mujeres, lesbianas, travestis y trans que se da en las calles y en las plazas. Pero las lectoras sabemos que Moreno se las aprendió todas, a fuerza de estar siempre en los márgenes, con les borraches, les rares, les preses, las locas. De esa experiencia, de ese cosquilleo molecular salen las emanaciones que impregnan estos artículos con sus afectos contagiosos, que llaman por su onda a sumarse a la marea y la tarea revolucionaria feminista. 

Una hipótesis: Moreno nunca quiso ser militante, pero se ve obligada a serlo por su propia pulsión de escritura que no se puede contener y sale a la calle con un montaje de guerra, vestida para matar (sabemos que para hacer la revolución, lo primero es ir bien vestida (Sarduy)). Una versión todavía más peligrosamente femenina del barroco de trinchera que propusiera su amiga la Néstor Perlongher, presente tanto en la muestra, como en el libro y en su estilo. La voluptuosidad de su lengua, sus firuletes de sonidos que burlan la gramática normativa, fusionan los géneros al estilo marea feminista: ensayo poético político erótico. La militancia feminista hecha prosa poética: el arengue del significante que atraviesa las décadas para ser siempre lo más refrescante cuestionando con mucho humor los sentidos comunes de cada momento. 

Esta delicia de libro, que arranca en los 80 y llega hasta el mismísimo presente de 2018 con todo el agite que este implicó, termina con un programa para una vanguardia queer feminista en el que la vida imite al arte: 1) seamos naturalmente artificiales, 2) Que nuestro nombre sea GDC (Gente del cuero) (versión gauchesca de lo queer), 3) Hagamos la revolución que no sublima nada, 4) que nuestra dieta sea el exceso, 5) Nuestro camino está siempre yendo, 6) Militemos en ficciones, 7) Compañeras, compañeros, compañeres, subansé. 

Y entonces dan unas ganas locas de escribir y de ponerse a organizar el próximo 8M, la batalla por la legalización del aborto y, por qué no, la mismísima y tan deseada caída del patriarcado.