La palabra bordada nombra, denuncia y deja registro, puntada a puntada, de lo que el patriarcado genera en las historias de las mujeres. El 17 de mayo de 2016, cuando faltaban pocos días para la segunda marcha de NiUnaMenos, la artista plástica Analía Gaguin durmió poco. Sentía que algo le quemaba en el pecho, “como un ardor de impotencia incontenible que necesitaba ponerlo en acción”, describe. Quería hacer algo con todos esos gritos de mujeres, lesbianas, travestis y trans que se manifestaban en contra de la violencia machista.
Desde hace varios años, la obra de Analía está vinculada al bordado, y consideraba que era hora de poner ese lenguaje en una acción concreta. Al día siguiente abrió una convocatoria en Facebook: bordar con hilo rojo sobre pañuelos blancos de hombre, las frases machistas que calaron hondo en los huesos de tantxs. “El lenguaje del bordado está muy ligado a la historia femenina, y mi intención era que en un soporte amoroso aparecieran las violencias más crueles con las que habíamos crecido”. La acción surgió de una necesidad personal de Analía y se convirtió en un hecho artístico de denuncia. Se trata de un proyecto de arte colectivo que lleva el nombre de Dora Morgen, en homenaje a su madre. Dora Morgenlender fue víctima de una mala praxis ginecóloga que ocurrió cuando Analía tenía dos años, y por esa práctica su madre estuvo dieciséis años en estado vegetativo. “No la volví a ver hasta mis dieciocho años, unos meses antes de que falleciera”, cuenta Analía. “Tuve la necesidad de ponerle su nombre a este colectivo feminista y con ella reivindicar la voz de todas las mujeres que no tienen voz. Sentí un alivio de profunda reparación para el dolor que yo llevaba y llevo en relación a mi historia, pero que ahora se embandera en la historia de todas, cada una con sus propias heridas”. Con la convocatoria abierta en las redes sociales, se fueron sumando más y más mujeres que bordaban esas frases que el patriarcado sostiene, repite y naturaliza. “Cada una iba sumando amigas, conocidas, vecinas, las redes son maravillosas en estos casos, y en diez días llegamos a tener trescientos pañuelos. Llegaban pañuelos de todas las provincias del país, acompañados por relatos de violencia. Abusos de todo tipo narrados en audios larguísimos de whatsapp interrumpidos por llantos y congojas”, cuenta.
Las reuniones de bordado se convirtieron en canales muy poderosos que potenciaban la acción. “En cada encuentro aparecía un nuevo relato que era escuchado muy amorosamente por el resto y con el abrazo a flor de piel. La sororidad se potenciaba en cada puntada”. En 2016 hicieron una instalación en el Congreso de la Nación y miles de mujeres se encolumnaron bajo esas frases unidas en banderas blancas. “Una chica que se acercó a colaborar no se le ocurría qué frase bordar y a los pocos días me mandó un mensaje con la foto de su pañuelo terminado. Me dijo que tuvo la sensación de que volvía a tener tres o cuatro años, el pañuelo decía: “Vení sentate a upa del tío”. Hay muchas frases que conmovieron a Analía, “especialmente pañuelos de chicas muy humildes que bordaban chiquito, como en secreto, cosas como: “Si te veo con otro te mato” o “Vos provocás todo esto”.
Para este 8M, la convocatoria sigue abierta a través de Facebook y del Instagram Dora Morgen arte colectivo. En el momento en que sucedía esta nota, llegó al taller una muchacha que venía a entregar su pañuelo en el que había bordado: “Chica de poca familia”, frase que le repetían sus abuelos desde que ella era chica. “Habilitar el lenguaje del arte es maravilloso como canal de encuentro y reflexión en el hacer”, dice Analía. “Nos dio la posibilidad de que muchas se animen a contar ese dolor que tenían encapsulado en algún lugar del cuerpo. Los encuentros, las charlas y las reflexiones fueron riquísimas como posibilidad de reparación”.
Dora Morgen participará de la muestra de colectivas en lucha en el marco del 8M en el Centro Cultural Haroldo Conti. Y desde el 13 de marzo al 1º de abril, en el Centro Cultural Quetzal, Guatemala 4516, CABA.