Una vez al año, el último día de febrero, Mauricio Macri le abre la puertas de la Quinta de Olivos a la tropa legislativa de Cambiemos. Una tradición que instauró el Presidente y que reiteró ayer en vísperas de su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso ante la Asamblea Legislativa. Macri buscó así una nueva postal de unidad de los legisladores oficialistas, en medio de una dura disputa intestina con sus socios de la UCR, donde un sector importante reclaman una interna para disputarle la candidatura presidencial al propio Jefe de Estado que va este año por su reelección. Otros, más moderados, quieren a un radical en la fórmula presidencial y mayores espacios de poder en caso de lograr un nuevo mandato, a pesar del disciplinamiento incondicional que exhiben algunos correligionarios. Macri obtuvo la foto pero no la claudicación de las aspiraciones electorales de sus socios políticos.
La asistencia fue casi perfecta. La excepción fue Elisa Carrió, que no acostumbra a mezclarse en actividades multitudinarias. El jefe de la bancada de diputados PRO, Nicolás Massot, llegó tarde por un accidente que lo demoró en la ruta. La vicepresidenta Gabriela Michetti y el senador Federico Pinedo, tuvieron un lugar destacado en al foto junto al Presidente. No así, el presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, que archivó su salida anticipada y continuará al frente de la Cámara baja hasta el final de su mandato. Estuvo también en el ágape todo el gabinete nacional, el jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta y la gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal, una de las estrellas de la jornada que acaparó las selfies con funcionarios y legisladores.
A diferencia del año pasado, el menú no estuvo compuesto por choripanes bombón con ensalada de rúcula. Se bandejearon pizzetas, panchos, lomitos y cheese cake, gaseosas, vino y agua mineral.
Macri tuvo la postal de Cambiemos en los jardines de la Quinta de Olivos. Los legisladores, en cambio, se llevaron poco y casi ningún anticipo de lo que hablará hoy en el Congreso. Fiel a su estilo, el Presidente fue breve ante su tropa legislativa, habló poco y buscó ser simpático para no esmerilar relaciones políticas. Todo un encuentro de amigos.
Aunque no hubo lugar para anticipos, ya habían trascendido algunos detalles sobre los ejes por los que Macri atravesaría el último discurso de su mandato ante la Asamblea Legislativa. El Presidente insistirá en su visión optimista de un futuro que, después de muchos anuncios y vaticinios incumplidos, llegaría en un eventual segundo mandato. En modo electoral, cargará su arenga con la seguridad y su propuesta de mano dura, corrupción y transparencia. Instalará en la agenda legislativa el Régimen Penal Juvenil y podría sumar el nuevo Código Penal, aunque en el Gobierno estiman que el proyecto macrista que continúa penalizando el aborto empantanará el debate. Insistirá en el proyecto oficial de financiamiento de los partidos políticos, que le abre la puerta al aporte de empresas privadas a las campañas electorales, como iniciativa de transparencia, sin mención al escándalo de los aportantes truchos a las campañas de Cambiemos. De economía poco y nada: ratificará el rumbo en medio de la crisis económico-social y reivindicará el acuerdo con el FMI.