El índice de salarios que mide el Indec arrojó en diciembre una nueva baja con respecto a la inflación, lo que completó un año en el que la pérdida del poder adquisitivo acumuló 11,6 por ciento para los trabajadores registrados y 13,8 por ciento para los informales. Ello resulta de comparar un incremento acumulado de salarios durante todo 2018 del 30,4 por ciento para los trabajadores registrados, y del 27,2 por ciento para los no registrados o informales, contra una inflación del 47,6 por ciento en el mismo período. En el mes de diciembre, el aumento reflejado en el índice salarial fue del 1,7 para los trabajadores privados registrados y del 2,4 por ciento para los del sector público. Ambos resultaron inferiores a la inflación del mes, que llegó al 2,6 por ciento.
El resultado reflejado por el Indec para la evolución de los salarios entre los empleados informales llama la atención, pese a lo cual el informe del Indec no le dedica ni una línea para intentar darle una explicación. En noviembre, el índice salarial de los trabajadores “en negro” había mostrado un crecimiento del 5,3 por ciento (contra 2,6 por ciento de variación en el sector privado registrado). En diciembre, los salarios del sector informal vuelven a “aventajar” al resto, con un incremento del 4,7 por ciento (para el sector privado “en blanco” fue del 1,7 por ciento). Entre ambos meses, según el Indec, los trabajadores en negro habrían recibido, así, un aumento acumulado del 10,2 por ciento, contra el 4,3 por ciento de los empleados registrados en el sector privado y una inflación (índice de precios al consumidor) del 5,9 por ciento en el mismo período. Es decir, que el año 2018 habría finalizado con una recuperación espectacular en las remuneraciones de los trabajadores no registrados, que habrían aumentado más de 4 puntos por arriba de la inflación.
Este repunte no explicado permitió que el índice salarial, que hasta octubre acumulaba apenas 15,4 por ciento de aumento contando desde el inicio de 2018, llegara a fin de año a un crecimiento total del 27,2 por ciento. De haber alcanzado un crecimiento similar al observado para el sector privado registrado en noviembre y diciembre, el aumento anualizado hubiera sido del 20,4 por ciento. Por otra parte, como consecuencia de ese aumento no explicado del 4,7 en diciembre para los salarios no registrados, el índice general de salarios logró casi equiparar la variación del IPC.
Fuera del caso particular de diciembre, la evolución del índice general de salarios resultó, mes a mes, en tan sólo uno de ellos igualar al aumento del IPC (en abril, 2,7 por ciento) y en todos los demás quedó siempre por debajo de la inflación. La serie mensual permite observar que el deterioro mensual se fue agrandando a partir de junio. En este mes, el aumento de los salarios quedó casi tres puntos por debajo de la inflación (0,8 contra 3,7 del IPC), y volvió a marcar puntos altos de pérdida real de salarios en septiembre y octubre (3,6 puntos porcentuales de pérdida en el primero, 1,7 punto en el segundo). En los dos últimos meses del año, el salto en los salarios “en negro” que computó el Indec hizo “magia” y limitó la caída en términos reales de los salarios (a tres décimas de punto en noviembre, y una décima en diciembre).