“¡Asesínenme!”, es el grito furioso, irónico y revelador que María Rosa Yorio decidió dar aquí y ahora, en este mundo hostil. No para titular un disco, como se podría prever dada su larga vida en el rock, sino un libro. Un libro escrito por ella, con epicentro en dos temáticas que la pintan de cuerpo y alma: feminismo y rock. “Me dio por revisar el pasado. Até cabos y di con toda una historia no dicha que había por detrás: por ejemplo, la del Charly cotidiano, el del día a día”, lanza la cantante, que fue pareja García. “Hablo muy bien de él, porque soy fan de su música y su arte, y también muestro qué comíamos, dónde vivíamos, lo que pasaba por detrás... En fin, cuento otra historia que no voy develar ahora y que me pareció mucho más divertida, interesante”, se frena. Para descifrar el resto habrá que esperar entonces la edición prevista para abril. Por ahora, lo que hay enfrente y de inmediato es el show de hoy las 23.30 en el Teatro de la Comedia, Rodríguez Peña 1062.
La historia de Yorio suma cinco discos solistas más protagónicos vocales junto a Sui Generis, PorSuiGieco y Los Desconocidos de Siempre, en la que la cantante lucirá acompañada por Guido Spina en piano, Germán Suane en guitarra, y ciertas pistas de batería y bajo. “Estoy contenta porque es en un teatro, y hace mucho que toco en pubs o lugares chicos”, remarca ella. “Tengo pensado hacer algunas rarezas, temas de Luis Alberto Spinetta, de Charly, y algunas canciones que no pueden faltar nunca como ‘Fanny da bola’, ‘Buenos Aires quién sedujo a quién’, ‘Quiero ver, quiero ser, quiero entrar’ o ‘Iba acabándose el vino’”, hace el racconto Yorio, que también prevé estrenar dos canciones a incluir en Nada sabés de mí, su próximo disco. Una de ellas escrita por Tito Losavio (“La luna y el sol”) y otra propia, cuyo título denota cierta ambigüedad: “Beeppolar” (no bi). “Son muy distintas entre sí estas canciones. La de Tito me pareció piola cantarla bien aguda, para imprimirle una idiosincrasia, y la otra es un blues mío, cuya descripción me reservo. Solo digo que ambas me definen como intérprete”, redondea.
–¿Por qué feminismo y rock, más allá de la urgencia temática de la hora?
–Porque en el momento en que yo viví esas historias, las cosas no estaban muy claras entre hombre y mujer como lo están hoy. Formábamos parte de un mundo bastante machista y era otra época, realmente. Además, lo escribí yo que, si bien no leí toda la literatura universal, lo que he leído lo hice con mucha pasión. Cuando me senté a escribir y me di cuenta de que había un hilo bastante bien resuelto, lo vi como una experiencia muy positiva.
–¿Qué resultó de aquel reencuentro navideño de PorSuiGieco, el grupo por el que más se la reconoce, y de la promesa aún inconclusa de un retorno más formal?
–Bueno, siempre es simpático volver a tocar con los compañeros... pero en medio de esa frescura por ahí te encontrás haciendo el corito de otra canción (risas). Quiero decir que musicalmente fue solamente un encuentro simpático de un grupo que quedó en el corazón de la gente. Ahora, si llegáramos a armar algo serio, sería otra cosa.
–¿Quedó la idea de concretarlo o fue solo un deseo dicho en voz alta?
–No sé. Yo, al haber estado involucrada sentimentalmente con uno de los integrantes, no estoy al tanto de cómo vienen las negociaciones. Periódicamente me llaman y me dicen que faltan algunos meses para juntarnos en serio, pero después noto que se diluye. Veremos qué pasa después del libro, porque ahí digo un par de cosas que se van a tener que bancar los muchachos.
–Se planta, parece...
–Tuve que aclarar ciertas cosas porque yo quedé como la maldita del grupo.
–Es parte de la leyenda, sí.
–Porque la gente busca facilidades y yo hablo bien de fechas, de situaciones, de frases... Soy muy rigurosa y además muestro que, si bien en parte era todo muy amoroso, también pasaban otras cosas no tan amorosas.
–Reaparece la cuestión de género aquí: siempre que había una mujer en un grupo con problemas, se hablaba de “yokonización”, en referencia a la relación ríspida de Yoko Ono con The Beatles.
–Eso es lo que quiero desmitificar.
–A propósito, ¿qué siente hoy, en esta era, al ver la irrupción de los movimientos feministas? ¿Cómo se posiciona en este sentido, habiendo atravesado buena parte de su vida en un movimiento que discriminaba a las mujeres?
–Se me infla el pecho de emoción. Soy muy seguidora de las chicas de Futurock, de Furia Bebé, y me animé a poner en el libro muchas cosas porque conocí a ellas. Yo era feminista, sí, pero no me animaba a ponerlo en práctica. Hacía y después me asustaba, quiero decir. Me pasó cuando quise sacarme fotos en bolas y después reculé. En vez de defenderlo, como haría Madonna, me retraía porque en mi casa me decían “nosotros lo que queremos es que vos seas buenita”. Todo eso me da para revisar y es hermoso.
–¿Fue amiga de Gabriela, la otra “combatiente” de su generación?
–No llegamos a serlo, porque ella era un poco anterior y enseguida se fue a vivir con Pino Marrone a Estados Unidos, pero cuando viene al país y hace sus shows la voy a ver.