Bajar la edad de imputabilidad es frenar a los “jóvenes que van camino de convertirse en delincuentes”, las mujeres son las “valientes que denuncian los abusos” y también las que tienen “la valentía de combatir la droga” y fueron nombradas inmediatamente antes de “los policías que ahora se sienten acompañados y respetados” para “combatir al narcotráfico”. Tenemos que “hacernos cargo de nosotros mismos”, dijo también el presidente así como también se animó a mentar el Nunca Más pero en relación a no volver al pasado. Sobre el aborto legal dijo que hubo “un avance” porque se discutió aun sin consecuencias institucionales porque su propia fuerza política obturó la posibilidad de que ese derecho sea universal, que esté atado a la voluntad de quien tiene capacidad de gestar y no dependa de comisiones de notables capaces de torturar a una nena -a muchas, en realidad, porque mientras en Tucumán hubo una que conocimos todes, en Misiones y en Salta otras pasaban por lo mismo y pasarán por lo mismo tantas que no llegan a los medios. Mauricio Macri abrió las sesiones legislativas como si manejara un grupo de autoayuda que ubica en la responsabilidad y la voluntad individual el destino de lo colectivo. Presidente de una nación, insistió una y otra vez en eso que es central en su propuesta discursiva y de gobierno: no hay más sujeto que el yo, hay nada más allá del esfuerzo personal, sólo el merito salvará a cada quien y el pueblo es una noción vieja que hay que desarticular merced a ese cambio en el que puso énfasis una vez y otra, que se haría “juntos” pero siempre de a uno en uno. Parte de esta insistencia tiene que ver con la ayuda social, dijo que ya no hay clientelismo pero obvió mencionar cómo se destruyó el lazo social, cómo se desarticulan las posibilidades de la inteligencia colectiva cuando a cambio del plan se imponen formaciones virtuales incluso para personas que apenas tienen una computadora cada diez personas y con una conectividad dudosa. Vale la pena leer la nota que un grupo de ex titulares del plan Ellas Hacen -destinado a víctimas de violencia machista durante la gestión del gobierno anterior-, auto organizadas para seguir acompañando a las victimizadas y para resistir colectivamente a la violencia escribieron para denunciar el apriete que significa en este año electoral dar de baja planes sociales porque no se cumplen requisitos que son incumplibles cuando lo que se exige es más y más individualismo, sálvese quien pueda, “guerra de pobres contra pobres”, dicen ellas. Lo que el presidente puso en acto, además de las hipocresías múltiples sobre los números de la pobreza, el empleo, el crecimiento económico, sus aportes a las demandas feministas y etc, es ese cambio de paradigma que abre un abismo entre la conciencia de lo común y la meritocracia articulada por la ley de la competencia. Entre la noción de que se construye bienestar y también futuro cuando es posible mirarse en los otros, las otras y les otres y esta noción vacua de que lo nuevo sería anular los lazos sociales para resistir y revertir el extractivismo de nuestras vidas y nuestras subjetividades que significa vivir endeudades, vivir haciendo cuentas, obedeciendo porque el hambre aprieta. Apropiarse del Nunca Más para decir que no se puede volver al pasado es parte de ese discurso y es un punto de no retorno. Nunca Más es en contra del exterminio jamás de la voluntad de juntarse con otres para diseñar el mundo que queremos y las redes comunitarias que nos sostengan frente a la voracidad del capital que nunca ve historias de vida más que aquellas, romantizadas y contadas de a una, de la autosuperación. Como decía Mafalda hace más de cuatro décadas, el poder que se adquiere haciendo puré a los demás. Y esa premisa a base de amenazas: la policía envalentonada por la consagración del gatillo fácil, los jóvenes que van camino a la delincuencia como el sujeto a aislar y a temer -esos, los otros, exterminables-, las mujeres saliendo de a una de la violencia sexual porque no entramos en la agenda, porque lo bueno es ser valientes de a una y no organizar cuidados colectivos, respuestas colectivas frente a una realidad política y social, estructural que toma nuestros cuerpos como territorios de conquista. Esto no es nuevo, no tiene nada que ver con lo nuevo, pero así lo entregó el señor presidente, hagámonos cargo. Esta es la utopía que propone y que se dice en inglés porque así de colonialista es la propuesta: self made men -hombres que se hacen a sí mismos- capaces de derrotar a otros en lugar de tender la mano. Y se dice en masculino, como todo el discurso del presidente, porque a nosotras y nosotres no nos queda más lugar que el de la valentía porque evidentemente, en esta propuesta de cambio, nos van a seguir pegando.
El cambio uno por uno
Este artículo fue publicado originalmente el día 2 de marzo de 2019