La producción total de crudo en el país tuvo una caída del 8 por ciento entre 2015 y 2018. Esto ocurrió porque las operadoras recortaron drásticamente sus inversiones en los primeros dos años de la Alianza Cambiemos. Según las declaraciones juradas de las empresas ante la Secretaría de Energía, el ajuste fue del 38 por ciento para el período 2015-2017 (último dato consolidado), al pasar de una inversión de 10.775 millones de dólares durante el último año de gestión de Cristina Fernández de Kirchner a 6724 millones dos años después. Sin embargo, YPF fue la sociedad que más redujo su inversión: un 54 por ciento. Este escenario se tradujo en una merma generalizada de la producción de crudo y un estancamiento en la generación de gas a no ser por la subsidiada Tecpetrol, la operadora del Grupo Techint. 

Los resultados negativos tuvieron su correlato en la destrucción de puestos de trabajo registrados en el sector. En el caso de la Patagonia, que representa el 80 por ciento de la explotación total de petróleo, se perdieron más de 7300 puestos de trabajo directos entre diciembre de 2015 y junio de 2018, según el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial que depende de la cartera de Trabajo.

Recortes

La estatización del 51 por ciento de las acciones de YPF tuvo el objetivo de recuperar la soberanía energética. La idea era que la empresa –luego de la fallida “argentinización” con el grupo Eskenazi asociado con Repsol– pudiera convertirse en la nave insignia del sector, sobre todo ante los desafíos presentados en Vaca Muerta. Durante los primeros dos años de gestión de Mauricio Macri, las operadoras derrumbaron su inversión medida en dólares, al mismo tiempo en que el Gobierno redujo primero y luego eliminó los subsidios para sostener el precio del barril interno, recursos que servían para fomentar inversiones. 

La fijación de ese precio sostén se explicaba por la existencia de un marco normativo sancionado en 2012 que estableció un Régimen de Soberanía Hidrocarburífera y se declaró de interés público la actividad. Entre 2013 y 2015, la producción de la mayor petrolera de la Argentina tuvo un incremento del 13,2 por ciento.

El Gobierno de la Alianza Cambiemos no sólo provocó el derrumbe de las inversiones en el sector de los hidrocarburos, sino que les incrementó la rentabilidad a las operadoras a través de los tarifazos energéticos e impulsó addendas a los convenios colectivos de trabajo con la excusa de la productividad; primero ocurrió en Vaca Muerta y luego en otras cuencas. 

YPF pasó de invertir 5329 millones de dólares en 2015 a 2446 millones en 2017, es decir un recorte del 54 por ciento. La caída en la inversión fue más pronunciada en las provincias de la Patagonia (-57 por  ciento). En esos dos años, la producción de crudo de la operadora cayó un 5 por ciento en todo el país y un 6 por ciento si se consideran solamente los yacimientos de Santa Cruz, Chubut, Río Negro, Neuquén y Tierra del Fuego. 

El año pasado, la compañía con mayoría de participación estatal quedó un 0,4 por ciento abajo en comparación con 2015, según se desprende de los datos publicados por la Secretaría de Energía y analizados por Cash.

“Se cumplió lo que había dicho (Juan José) Aranguren durante la campaña de 2015. No se privatizó YPF pero sí se redujo su incidencia en el mercado interno. Hoy es una empresa privada más. La pregunta que queda latente es qué pasará si recrudecen las políticas macrista (ajuste fiscal) ante un escenario de reelección; ¿habrá un plan de privatizaciones?”, describió Ignacio Sabbatella, investigador del Conicet y especialista en políticas energéticas. 

Importación

La caída de la producción (autoinfligida) estuvo acompañada de mayores importaciones de combustibles. Años atrás, quienes estaban enrolados en la oposición al kirchnerismo –hoy en el Gobierno nacional– gritaban a los cuatro vientos que la Argentina no podía darse el lujo de importar recursos derivados del petróleo. Según el Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (Oetec), en 2018 fueron importados 2,8 millones de metros cúbicos de nafta y gasoil, un 40 por ciento más que lo comprado en el exterior en 2015. A su vez, la refinación de crudo nacional cayó un 3,7 por ciento el año pasado y un 11 por ciento si la comparación es con el último gobierno de Fernández de Kirchner.

Durante los primeros nueve meses del año pasado, YPF aumentó sus compras al exterior, tal como se desprende del último balance trimestral presentado ante la Comisión Nacional de Valores (CNV).

La operadora compró combustibles por 11.246 millones de pesos, un 249 por  ciento más que en el mismo período del año pasado. Las mayores erogaciones fueron para naftas premium y gas oil, explicado por un crecimiento de los volúmenes importados.

La operadora también registró compras de petróleo crudo a terceros, con una erogación de 7024 millones de pesos, un 49 por ciento más que en el mismo período de 2017, explicado por una suba del precio de compra; al igual que las erogaciones por 5628 millones de pesos para adquirir gas natural para la reventa.

Empleos

Una de las consecuencias directas de la baja generalizada en la producción de crudo, el recorte de la inversión por parte de todas las operadoras pero en mayor medida de YPF, sumado al incremento de las importaciones de nafta y la caída en la refinación fue la destrucción de puestos de trabajo directos. 

Según los últimos datos desagregados difundidos por la Secretaría de Trabajo, en la Patagonia se destruyeron 7339 empleos directos del sector petrolero entre diciembre de 2015 y junio de 2018. De este total, en Santa Cruz se perdieron 2893 puestos; seguido por Chubut (-2155), Neuquén (-1555), Río Negro (-555) y Tierra del Fuego (-181). 

Estos datos dan cuenta de que ni Vaca Muerta se salvó; allí comenzó la flexibilización laboral del sector con la excusa de atraer inversiones. Macri prometió la inverosímil cifra de 500.000 nuevos puestos de trabajo pero hasta junio de 2018 (última información desagregada de la cartera laboral), los números son negativos.

@spremici