Las sindicalistas feministas crecemos en presencia en nuestras organizaciones. Las trabajadoras organizadas construimos articulaciones cada vez más amplias, que contienen a referentes del conjunto del arco sindical. Nos movilizamos juntas hace varios años y no sólo los 8 de marzo. Avanzamos en debates las trabajadoras formales, informales, de la economía popular. Discutimos el concepto de trabajo: para nosotras trabajo productivo remunerado y reproducción de la vida son parte de nuestra agenda política-sindical. El año pasado rechazamos el proyecto flexibilizador del gobierno de Macri, encubierto en las buenas intenciones de las brechas salariales, y triunfamos en unidad.
Somos parte de las organizaciones que vienen enfrentando en las calles y los lugares de trabajo el modelo saqueador, que nos quieren imponer desde diciembre de 2015. Estamos desde el inicio de este año con una agenda de movilizaciones en todo el país contra los tarifazos y el ajuste macrista. Vamos camino a la construcción de una gran marcha nacional, que cierre los jueves de antorchas, que se hicieron en todas la Provincias Argentinas, con una gran movilización a la Plaza de Mayo. Vamos camino a un gran paro nacional, que se viene construyendo al calor de las movilizaciones y la articulación con el movimiento sindical que construye en la resistencia y la lucha callejera. Será el segundo paro, ya que el primero a Macri, se lo haremos este 8 de marzo las mujeres.
Venimos participando en todo el país para definir las acciones hacia el 8M. Las asambleas son un lugar central de encuentro en la diversidad y pluralidad. Nos ayudan a elaborar los acuerdos básicos, que nos permiten compartir las calles con masividad. Se inscriben en la tradición histórica del movimiento de mujeres y el feminismo, que ha logrado avanzar en conquistas desde la pluralidad y transversalidad política, como se expresa en los 33 años de encuentros nacionales. Reivindicamos estas experiencias y somos parte de ellas. Las que nos nutren y fortalecen a todas. Las que han hecho posible que en contextos de resistencia como el actual, podamos dar luchas de ofensiva. La marea verde hizo temblar las bases del bastión del control sobre nuestros cuerpos, como es la clandestinidad del aborto.
Estamos convocando el 8M, desde las dos CTA con adhesión al paro internacional de las mujeres y desde los sindicatos con múltiples modalidades. Aunque, irónicamente, pareciera que es necesario que al paro lo anuncien los varones para que sea escuchado. Insisten en ir a exigir a nuestras conducciones las definiciones que ya hemos logrado desde nuestros cuerpos orgánicos. Decisiones políticas que dan cuenta de nuestra activa militancia feminista sindical. También definimos que paramos desde el concepto amplio del trabajo que hacemos las mujeres. En las casas, la sociedad y el trabajo remunerado. Con la fuerza simbólica de un paro internacional, que se estará replicando en más de 50 países. Que busca poner voz y hacer visible, lo que históricamente se ha silenciado. Sin embargo, leemos crónicas que retratan con exhaustividad las acciones del movimiento feminista y del paro de las mujeres, pero que sistemáticamente invisibilizan nuestra presencia y ningunean nuestra acción en las organizaciones sindicales. Como si la fuerza, la irreverencia y rebeldía de este movimiento, fuera sólo producto de vanguardias y no se asentara justamente en lo contrario, su carácter masivo y popular
Nosotras vamos a insistir. Abrazamos un feminismo en todos lados, en todas las organizaciones, en todos los proyectos de emancipación. Un feminismo que se mete en el barro de las organizaciones más tradicionales, como son los sindicatos. Porque militamos para consolidar organizaciones populares con perspectiva feminista. Algo que se hace con la tarea de todos los días en nuestras organizaciones y lugares de trabajo. Algo que es menos visible, pero no por eso menos importante.
Somos feministas populares. Que reconocemos cuando hay gobiernos que materializan la conquista de derechos, como ocurrió en nuestro país y la región a principio de este siglo. Somos trabajadoras. Somos parte de un sindicalismo socio político: anticolonial, antirracista y antipatriarcal. Somos trabajadoras organizadas, que nos identificamos en las otras de estas tierras: indias, negras, pobres, lesbianas, travas, con discapacidad, viejas, jóvenes, de todas las edades, villeras, urbanas, campesinas y todas las diversidades que nos habitan. Somos las otras, lo negro del mundo, que alzamos una voz con fuerza transformadora, enfrentando al neoliberalismo racista y patriarcal. Somos las que aportamos nuestra partecita en la construcción de la derrota social, política, y este año electoral, del neoliberalismo en la Argentina. Somos orgullosamente sindicalistas y feministas. Porque como dijo nuestra querida Lohana Berkins: la revolución es ahora, y será feminista. Y el feminismo, será popular, o no será.