El caso de Ailín Salas es atípico para una actriz tan joven, de solo 25 años: ya trabajó en 23 películas del cine nacional. Aunque falta un adjetivo en esa definición: cine nacional independiente, porque Salas nunca estuvo en una producción grande, mucho menos en los denominados “tanques nacionales”. A pesar de haber participado en distintos programas de la TV, esta actriz nacida en Aracaju (Brasil), una localidad cercana a Bahía, es conocida como un rostro típico de ese cine independiente que está siendo tan lastimado por las políticas cinematográficas actuales. Desde los 13 años, cuando debutó en un secundario de XXY, la ópera prima de Lucía Puenzo, a Salas prácticamente se la ve cada temporada en la pantalla grande. Ahora, es el turno de presentar su participación en el film de Ignacio Sesma, Con este miedo al futuro, que se estrena el próximo jueves, tras su paso por el Bafici el año pasado. Allí Leo (Facundo Cardosi), un treintañero profesor universitario, tiene una suerte de crisis personal, un tanto autodestructiva, sumada a la falta de oportunidades en un contexto no muy diferente al de la Argentina actual. Y en sus clases de literatura es un docente provocador con sus alumnos. Hasta que el personaje de Salas le hace tambalear un poco esa seguridad que aparenta en las aulas y también le juega un poco a la seducción.
“A Nacho (Sesma) lo conocía de cruzarnos en lugares y por amigos en común. Un amigo había estado en su película anterior y yo la vi cuando me mandó el guión y me gustó”, cuenta Salas en la entrevista con PáginaI12. “Tiene una mirada interesante sobre lo que hace. El guión me pareció bueno. A la vez, me propuso algo bastante luminoso y profundicé en otros aspectos como actriz. De lados más oscuros pasé a este personaje más liviano porque es el rol que cumple dentro de la película, el de aportar un poco de serenidad a Leo, el personaje de Facundo Cardosi”, agrega la actriz.
–Es un profesor que incomoda, que estimula con la provocación. ¿Esos son los mejores?
–No necesariamente. A veces, eso puede estar cargado de algo genuino y puede sumar. No me parece el camino, me resulta algo antiguo. Igual yo soy una persona sensible que, frente a lo primero que le dicen, lo siente. No soy como mi personaje, que es irónica con eso. A mí me afectan esos modos. A veces, esa manera de expresarse tiene un contenido agresivo para generar un cambio en el otro y, a veces, es medio contradictorio. Eso es lo que le señala mi personaje al profesor. El dice que no juzga, pero tampoco hace lo que dice.
–Tu personaje juega, de algún modo, a la seducción con el profesor. ¿Trabaja sobre sus fantasías?
–Le gusta provocar también desde un lugar de humor. Hay una tensión entre ellos, pero a lo largo de la película se va generando un vínculo de amistad y de compañía. Ella lo acompaña en esa crisis. Es una relación bastante sana, dentro del abanico de relaciones que tiene este hombre. Le aporta algo bueno, aunque sea desde la provocación. Se encuentran en ese punto porque él también provoca a los alumnos con su manera de expresarse y ella le devuelve un poco la misma moneda, a través del humor y de reírse con él de eso.
–¿En qué te ves parecida a tu personaje?
–Hay bastante de mí, en el sentido más calmo. Obviamente que es un aspecto mío, pero tengo otros. Mi parte más tranqui y menos pretenciosa de la vida la tiene. Es alguien simple. Esa simpleza la encuentro en mí. Igual soy una persona bastante cambiante: a veces soy muy simple y, a veces, muy loca (risas).
–¿Con otros personajes te pasa de encontrar rasgos en común?
–Sí, siempre. Me parece que está bien. Yo trabajo desde lo que conozco porque todo es tan emocional para mí...Sólo vivo la actuación desde el lugar de las emociones y las sensaciones. Entonces, es algo muy autorreferencial en un punto. Está basado en mis experiencias, aunque no directamente.
–¿Te interesan, entonces, los personajes con los que tenés cosas en común antes que aquellos que poseen algo desconocido o un misterio?
–No, las dos cosas, pero creo que al final uno va encontrar que hay algo en común y desde ahí empieza a construir. O al menos yo siempre lo hice de esa manera. Aunque sea algo muy pequeño dentro de mi persona que casi no se ve, lo encuentro. Lo reconozco en mí. Quizás no está tan desarrollado, pero lo puedo hacer para un proyecto. Son las dos cosas. A veces, es más sencillo hacer algo que es más cercano, pero me gustan las dos cosas.
–¿Es más importante que te atraiga el personaje o la historia a la hora de elegir participar en una película?
–Ambas, pero hay algo del personaje: tengo que sentir que es para mí. Aunque sea completamente opuesto, trato de reconocerme en él porque si no, no sé desde dónde lo haría. Dejé de hacer cosas por sentir que no eran para mí. Quizás estaba buenísimo el proyecto o la historia pero, a veces, he sentido que lo haría mejor otra persona.
–A tu personaje le gusta escribir. ¿A vos te interesa?
–Sí, me gusta, pero lo hago más para mí por ahora. Es algo que voy a profundizar a lo largo de mi vida porque me parece un canal bastante aliviador, pero por ahora no lo hago por algo en particular. El personaje de la película sí quiere dedicarse a escribir y lo vive desde otro lugar, con otro compromiso. Yo escribo, a veces, y, de repente, no escribo.
–¿Qué situaciones se tienen que dar para motivarte a escribir?
–En general, cuando estoy muy llena de pensamientos o cuando estoy muy saturada de información me sirve. En una época, escribía todos los días, pero después dejé y ahora escribo cuando me surge la necesidad.
–¿Pensás escribir un guión en algún momento?
–(risas) Me encantaría. Me gustaría, en algún momento, poder hacer un proyecto más personal. Actuar es hermoso porque trabajás en equipo, pero muchas veces no es tu visión sino que dependés de la visión de otro y la acompañás. Y es hermoso. Pero me interesaría encontrar la mía en algún momento. Lo tengo como objetivo.
–Ese miedo al futuro que está plasmado en la película y en el título, ¿vos cómo lo vivís? Con una carrera tan consolidada, ¿seguís teniendo miedo al futuro?
–Toda la vida. Me gusta mucho la película porque me identifico en algún aspecto con esa duda existencial que tiene el protagonista. Ese caos de no saber para dónde ir lo siento, en general, bastante seguido. Después, bueno, claramente, es un personaje que está muy mal, está atravesando un momento muy difícil y le sale mierda para todos lados. Pero me parece que cualquier persona se puede llegar a identificar en algún lugar con él porque, de repente, en la vida aparecen esas crisis en las que no entendés dónde estás parado, y luego salís.
–A la vez, parece una película al calor de la crisis del país. ¿Lo ves así también?
–Sí, hay algo de la falta de oportunidades o de tener que resolver cosas sin muchas herramientas. Estamos atravesando un momento así. Se vuelve todo más difícil a nivel vida. Es sobrevivir antes que vivir. Pero también genera unión con algunas personas. Hay algo que se fortalece también en los vínculos.
–¿Te interesa la política?
–Sí, me interesa. Igual, siento que tengo que aprender mucho con respecto a eso, tengo que profundizar más en mi opinión, aunque la tengo: estamos viviendo un momento muy difícil y es muy triste lo que estamos atravesando, pero es algo muy global a esta altura. En todos lados, es como un infierno, como que cada vez es peor. Y es triste pero, por otro lado, siento que se están fortaleciendo otras cosas. Hay cosas que ya no se toleran. La gente sale a la calle a expresarse, sobre todo acá. Eso lo tenemos muy a favor.
–¿Lo decís por la reivindicación de las mujeres en temas como el derecho al aborto y el Ni una menos?
–Eso es lo más fuerte que está pasando con respecto a expresión popular. Me parece increíble, pero también como sociedad nos estamos expresando más allá del feminismo: frente a cada cosa que sucede estamos al tanto y no se dejan pasar tantas cosas. Como sociedad eso nos pone en otro lugar. Hay otros lugares, donde la gente no sale.
–¿Se redujeron tus posibilidades de participar en cine desde que está el actual gobierno?
–Muchísimo. Siento que sí. Hay mucho menos trabajo. Hay menos subsidios y cerraron canales que eran fuente de trabajo para mucha gente y también para mí. Encima, veníamos de un momento muy explosivo en ese sentido. Fue medio abrupto. Veníamos construyendo algo interesante con la industria de la televisión y del cine. Del cine más. Hablo del chico o mediano. Si se le ponen más palos a la rueda, al final los que terminan filmando son los que tienen la guita o las producciones más grandes.
–Desde que empezaste en cine a los 13 años con XXY ya participaste en 23 películas. Es una carrera que muy pocos artistas tienen a tu edad. ¿Cómo lo vivís?
–La verdad es que estoy muy agradecida primero por hacer lo que amo y poder vivir de esto casi siempre. Soy privilegiada por eso y lo valoro mucho. Después, es lo que yo siento que sé hacer y donde me siento anclada. Trabajo más desde la mirada de mi vida. Es algo muy interiorizado por mí. A la vez, estás en constante movimiento y también en crisis en este país: podés tener trabajo y, a los dos meses, no tenerlo por un año. Eso también me pasó. No es un lugar de comodidad pero sé que tengo algo para dar en este terreno. Entonces, eso me da confianza, pero a la vez lo externo es bastante volátil.
–Prácticamente toda tu filmografía fue en el cine independiente. ¿Te interesaría trabajar en una producción grande o es algo que no te quita el sueño?
–Sí, me gustaría. También me gustaría que el cine independiente tuviera más visibilidad. Muchas veces me quedé con el sabor amargo de comparar el trabajo que se hizo con los resultados más a corto plazo. Después, la película es para siempre y está viva para el que quiera verla. No se termina después de que se estrena, pero también hay algo del sistema que es cruel con el cine más chico de este país. No hay mucho espacio y tampoco hay mucho bombo para que se valore como algo nuestro. Me gustaría actuar en algo más grande o comercial si me interesara el proyecto, pero también me encantaría que se profundizara más en lo que dije.
–La clave de un trabajo en equipo, como señalabas antes, ¿está en dejarse llevar por la mirada del director o sos de aportar comentarios?
–Las dos cosas. Es realmente encontrar un lenguaje en común, en principio, con el director, pero también con todo el equipo: hay algo que tiene que ser armonioso y tenemos que estar todos en el mismo camino para que todo fluya y se dé de la mejor manera. Hay una gran diferencia en lo que se ve cuando un equipo estuvo ahí consolidado y tirando para el mismo lado que cuando no se terminó de armar. Hay algo que lo vibra la película y eso se ve siempre. Soy de aportar cuando siento que es necesario y también de necesitar bastante guía. Me gusta sentir que estoy en manos de alguien que me está acompañando. No sucede siempre, pero creo que se potencia mucho más el trabajo de un actor cuando está acompañado. Si no, es muy subjetivo. Uno está trabajando con sus emociones, pensamientos, con algo que no está viendo y si no tiene esa mirada de afuera que le diga “está bien” o “no” uno se queda a mitad de camino.
–¿En terapia fue el trabajo tuyo que tuvo mayor popularidad?
–Sí, la verdad que sí. Por lo general, la gente que me reconoce me recuerda más por ese programa. Fue un proyecto muy interesante que queda en el tiempo. Hay gente que hasta el día de hoy me dice que me vio ahi. Fue un producto de mucha calidad para la televisión. El mío era un personaje fuerte, también muy sufrido y los guiones estaban increíbles. La verdad es que fue un placer. Me gustaría volver a hacerlo, con todo el tiempo que pasó y desde otro lugar.