“Las películas de Clouzot son típicamente malsanas y violentas, de un suspenso implacable. Incluso sus películas no pertenecientes al género del thriller reflejan su visión pesimista de la sociedad y de las instituciones. Sus personajes están retratados como seres unánimemente amorales que suelen atormentarse los unos a los otros”. Las palabras corresponden a Ephraim Katz y a su monumental The Film Encyclopedia, un volumen publicado originalmente en 1979 y que sigue siendo un texto de referencia. Tanto que sus palabras sirven de introducción al ciclo Una cita con Henri-Georges Clouzot, que se llevará a cabo desde hoy y hasta el miércoles 13 de marzo en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín (Av. Corrientes 1530).
Organizado por el Complejo Teatral de Buenos Aires y la Fundación Cinemateca Argentina, con el auspicio y la colaboración del Institut français d’Argentine y la Embajada de Francia, la muestra está integrada por cuatro clásicos del llamado “Hitchcock francés” en versiones restauradas y enviadas especialmente desde París para este ciclo, más la reconstrucción de El infierno, el film con Romy Schneider que Clouzot dejó inconcluso.
Primero lo primero. El film de apertura de hoy es justamente la opera prima de Clouzot: El asesino vive en el 21 (1942), con Pierre Fresnay, Suzy Delair y Jean Tissier. Un ladrón y asesino acecha las calles de París, dejando siempre una tarjeta de presentación en la escena del crimen: Monsieur Durand. Pero luego de que un puñado de esas macabras identificaciones es hallada en la casa de huéspedes de la Avenida Junot número 21, el Inspector Vorobechik (Pierre Fresnay) alquila un cuarto para intentar dilucidar los crímenes, con la ayuda de su novia, una actriz llamada Mila. El debut como director de Henri-Georges Clouzot presenta toques ferozmente audaces, actuaciones brillantes y un tono atrevido que va de la comedia ligera al noir más siniestro, al tiempo que regala un sutil retrato de las tensiones bajo la ocupación alemana. La función de las 19 horas tendrá una introducción al ciclo a cargo del crítico Diego Brodersen.
Mañana y el viernes es el turno de un clásico de los clásicos, El salario del miedo (1953), con Yves Montand, Charles Vanel y Folco Lulli. En un escuálido pueblo petrolero de América del Sur, cuatro hombres desesperados aceptan una misión suicida: manejar camiones cargados de nitroglicerina a través de una traicionera ruta de montaña. Cada golpe y sacudida pone a prueba su coraje, su amistad y sus nervios. El resultado es uno de los más impactantes thrillers jamás filmados.
El sábado 9 y domingo 10 llega una feliz anomalía en la obra de Clouzot, El misterio Picasso (1956). El cineasta francés observa y captura la intimidad del estudio de Pablo Picasso y emerge con un documental que captura –como nunca lo había hecho nadie antes ni lo haría nadie después– el revolucionario proceso creativo del artista. Tanto que François Truffaut escribió: “En El misterio Picasso, cuyo desafío el público no percibe, Clouzot se borró deliberadamente. Puso al servicio de uno de los mayores artistas de la actualidad esa ciencia cinematográfica, esa técnica elaborada y consolidada que dieron espesor a sus otras películas”.
Para el lunes 11 y martes 12 está prevista la proyección de Las diabólicas (1955), con Simone Signoret, Véra Clouzot y Paul Meurisse. Antes de Psicosis, de Peeping Tom y de Repulsión, este thriller de Clouzot sacudió a las audiencias de todo el mundo con su historia de dos mujeres –la frágil esposa y la amante voluntariosa del sádico director de una escuela de pupilos– que diseñan una feroz trama de venganza. Las diabólicas se transformó por derecho propio en un clásico del cine de terror psicológico. Finalmente, el miércoles 13 se verá –en una copia 35mm– El infierno de Henri-Georges Clouzot(2009), de Serge Bromberg. El título hace referencia a la película inacabada L’enfer (1964), protagonizada por Romy Schneider. Clouzot nunca pudo terminar el film: el actor Serge Reggiani enfermó y Jean–Louis Trintignant abandonó el proyecto a cinco días de iniciarlo, sin haber siquiera rodado una toma. Discusiones entre el realizador y el equipo y un ataque al corazón de Clouzot lo forzaron a detener el proyecto. Años más tarde, el productor Bromberg convenció a la viuda de Clouzot para que le dejara hacer esta película que incluye 94 minutos de las casi cinco horas de material encontrado, además de contar con entrevistas a partícipes de la producción.