La comunidad educativa de la escuela Rosario Vera Peñaloza, en Almagro,  realizará un ruidazo y una volanteada hoy al mediodía frente a la institución para denunciar la invasión de ratas en el edificio. “Nos dicen que el presupuesto del Gobierno de la Ciudad alcanza para desratizar sólo una vez al mes. Nosotros ya pedimos la alerta máxima, pero queremos que venga una inspección para saber en qué estado está la escuela”, denunció Fabia García Panelli, presidenta de la cooperadora de la escuela. A pesar de la situación, algunos grados iniciarían hoy las clases. “Si los padres quieren dejarlos, la escuela está abierta”, advirtió.

Según García Panelli, si bien “la presencia de ratas es histórica”, la situación empeoró en febrero cuando comenzaron las tareas de remoción de tierra en el predio que está al lado del colegio, un baldío que pertenece al Automóvil Club Argentino (ACA). “A partir de ahí, se nos vienen todas las ratas”, contó a PáginaI12. Sin embargo, el año pasado el comedor escolar estuvo clausurado por más de un mes por la presencia de roedores.

“Nosotros le preguntamos a la gente de MIG, la empresa que se encarga de la desratización, si existe la posibilidad de aumentar la desratización, pero nos dijo que el Gobierno de la Ciudad no les da más presupuesto”, afirmó la presidenta de la Cooperadora. En “la Rosarito”, hay dos empresas que se encargan de la desinfección del establecimiento. Por un lado está MIG, que depende del Gobierno de la Ciudad, y por el otro está SI-AL, la empresa que tiene la concesión del comedor, que se encarga de desratizar ese espacio y la cocina.

Cuando abrieron la institución en febrero, docentes y auxiliares encontraron ratas muertas en la cocina y el comedor, ubicadas en el subsuelo. “Habían dejado las trampas puestas desde diciembre y no las vinieron a buscar. Así que cuando abrimos nos encontramos con eso”, aseguró García Panelli. “Yo llamé al encargado de la concesión y le dije: ‘Tenemos acá las ratas muertas, no las viniste a buscar nunca’. Y él me contestó que trabajaba de marzo a diciembre”, acusó. Dos días después del llamado, SI-AL retiró las trampas y las ratas muertas.

A la escuela, ubicada en Pringles 1165, asisten 900 alumnos de jardín y primaria y, a la noche, hay casi mil alumnos de programas de educación no formal. Aunque es de jornada simple, García Panelli aseguró que setenta alumnos almuerzan en la institución. El año pasado, mientras el comedor estuvo cerrado, los chicos comieron las viandas que envió el Gobierno porteño. Por otro lado, la presidenta de la cooperadora señaló que “la mayor parte de los cursos de educación no formal tienen que ver con la cocina” y es imposible tener clase si hay plaga. “Siempre hay algún alumno que se cruzaba alguna rata a la noche”, agregó.

La comunidad educativa de “la Rosarito” intentó buscar una solución y, junto con la directora del turno noche, decidió enviarle una carta a la supervisora escolar, quien “minimizó el tema”. “Dijeron que iba a asesorar a la directora, pero no es cuestión de asesorar. Necesitamos que alguien del Ministerio se ocupe de hacer una inspección profunda porque ya vamos a empezar las clases”, afirmó García Panelli.

También se pusieron en contacto con Adriana Faigenbaum, jefa de la División de Acciones Comunitarias para la Salud del Instituto de Zoonosis Luis Pasteur, que se ofreció a hacer un estudio ambiental en la escuela. “Queremos saber si las ratas hicieron nidos o si los excrementos de las ratas que murieron envenenadas son tóxicos”, manifestó la presidenta de la cooperadora. 

Según García Panelli, después de los reclamos, el gerente de cooperadora mandó una cuadrilla para sacar las ratas. “También apareció el Ministerio de Medioambiente y Espacios Públicos para desratizar la zona y pusieron cebos en el predio de ACA. Cuando las papas queman mandan todo y después se olvidan”, sostuvo. “Queremos que se haga una inspección, el estudio ambiental y que se cierre la escuela para hacer una gran desinfección”, agregó la presidenta de la cooperadora y aseguró que el reclamo de la escuela cuenta con el apoyo de los vecinos del Almagro. 

Informe: Ludmila Ferrer.