Una noche, o tal vez madrugada del verano de 2016 tres amigas lesbianas empezaron una charla sobre la necesidad de espacios dónde reafirmar su identidad en un tono más celebratorio, más festivo, más libre, más zarpado, es decir,  ¡la necesidad de una fiesta!  “Marilina Tortillera nació en una mesa de un bar entre birras. Magui, Cami y yo hablando sobre la falta de espacios de lesbianas dónde conocer gente, dónde sentirse libres y claro, donde poder levantar. Veíamos fiestas para la disidencia o para gays varones pero no nos sentíamos representadas en nuestra identidad en un espacio propio. Queríamos bailar reggaeton y estar cómodas y sobre todo que no nos violenten chongos. También queríamos que sea económicamente accesible, que la birra se pueda pagar con nuestros sueldos de lesbianas precarizadas” Así cuenta Lía Ghara, que comparte la organización con Magui Fernández Valdez y Camila Gómez Grandoli  “La fiesta arrancó en el 2016, que fue el primer año de Macri y nos obligó a repensar los espacios dónde ir a bailar, es decir, cuánto está la birra, que la entrada esté barata. Eso para nosotras representa una posición política ante el ajuste. Es una fiesta donde no ingresan varones cis. Esta posición política presenta muchas resistencias, pero entendemos que no hay espacios para lesbianas o transbianas donde podamos soltarnos y ser nosotras mismas. Es increíble pero muchas pibas que han venido a la Marilina nos dicen: fui a la fiesta y entendí cómo opera el patriarcado en mi cuerpo, no puedo creer lo que se siente estar bailando entre pibas sin sentirse amenazadas” 

Como acción política y militante la fiesta va variando de escenario, va rotando de lugar porque la militancia releva e interviene espacios. Varían los barrios y eso permite que también el público se renueve; y si de renovación hablamos, el nombre de la fiesta Marilina es un punto de unión. Las más grandes tal vez lo asocien rápidamente y las más jóvenes tengan que reponer el contexto marilinesco: “El nombre salió de casualidad, y tiene un costado más nerd, nos gusta historizar. No somos huérfanas ni inventamos el lesbianismo, y está bueno que nuestra generación recupere algunas personas fundamentales para nuestra historia, sobre todo aquellas que salieron a decir yo soy lesbiana y se la bancaron. Marilina ( Ross) representa por un lado la que hizo de la Raulito y por otro es una torta peronista que nos identifica mucho, todas somos militantes y por más que sea una fiesta, estamos militando. En la Era Macri, dónde todes estamos entristecides, encontrar un lugar donde festejar y  militar el goce no es poco. Como decía Jauretche, nada se consigue con un pueblo triste” 

Y las pibas se proponen conseguir algo más con la alegría de la militancia y  de la noche: darle algún laburo también a aquellas que siempre están desplazadas, por chongas o por mala onda o porque son puestos que suelen ocupar varones. Todas las que trabajan en la fiesta son lesbianas y desde la organización también hay charlas con el personal que se encarga de la seguridad: les explican cuál es la política de la fiesta respecto de lo que se puede o no puede hacer si hay algún problema. Nunca un varón cis va a ir a ponerle los puntos a una piba por más que se esté mandando una, ahí intervienen las organizadoras y evalúan la situación; un trabajo que pocas organizadoras de eventos o fiestas suelen tomar. 

“Estamos muy politizadas, y no sólo es una fiesta, militamos. Nuestro movimiento lésbico tiene esta práctica que nos parece hermosa, que es una transmutación de lo doloroso en una consigna de visibilidad y esto lo hicimos con la Pepa, que fue  un episodio muy doloroso pero es la realidad de muchas lesbianas y es el patriarcado el que violenta nuestros cuerpos lesbianos. ¡Viva la pepa!  es festejarla, recordarla, es una forma de que las pibas más jóvenes la conozcan, que sepan lo que sucedió con ella y también en ese acto festejarnos. La pepa está viva y la festejamos” El compromiso de sus organizadoras se refleja en acciones concretas. Las fiestas tienen gastos y ganancias que se comparten con los responsables del espacio: personal, sonido, seguridad, artistas, traslados, djs, etc. que se financia en gran parte y en algunas oportunidades casi totalmente con el aporte de las tres que se hacen cargo de las deudas si es que quedan. “No hay revolución sin goce. ni con personas tristes, para nosotras militar estos espacios es una estrategia fundamental para garantizarnos el disfrute. Pensamos que la revolución se hace en las calles, en las camas y en las fiestas. No sé si algo horade más profundamente los huesos del patriarcado que las lesbianas amándonos. Nos parece un hecho político que cada dos meses se junten 400 lesbianas y transbianas”

Este sábado a las 23.30 va a tocar Chocolate Remix, va a haber una feria, hay juegos para chapar, repartirán uqrs con diferentes contenidos, y vienen unas pibas de Rosario con sus camisas a hacer conocer su marcas, pero también como todas, movidas por el deseo de hacer fiesta.

Sábado 9 de marzo a las 23 en La Comunidad del Sótano, Nicasio Oroño 2480.