En la Argentina, 36 de cada cien mujeres que trabajan carecen de derechos laborales por no estar registradas. Las mujeres sufren además un 2,6 por ciento más de desocupación que los varones, cobran promedios salariales que están un 25 por ciento por debajo y están encajonadas en actividades malpagas asociadas con el cuidado de familiares, la docencia, sanidad y trabajo doméstico. Estos son los principales puntos de un informe presentado por las Mujeres Sindicalistas de la Corriente Federal de los Trabajadores, en la previa del paro nacional de mujeres del 8 de marzo. El análisis plantea cómo el principal factor de la desigualdad de género en el trabajo se origina en la responsabilidad que recae en las mujeres en la gestión doméstica y las tareas de cuidado, “en un circuito que se realimenta”, advierte el informe, “porque las desigualdades del mundo laboral remunerado condicionan a su vez la organización de la llamada vida privada”.
Escrito junto al Centro Atenea, el análisis parte de la falta de corresponsabilidad familiar entre mujeres y varones: casi el 90 por ciento de las mujeres realizan tareas domésticas, a diferencia de sus pares varones que no llegan al 60 por ciento de participación en las mismas tareas. En esta situación, los varones que hacen tareas domésticas le dedican en promedio 3 a 4 horas diarias, mientras que las mujeres destinan el doble de tiempo a esas mismas tareas.
Las mujeres están más perjudicadas por la desocupación. Esto se agravó en el último año, porque la crisis económica las empujó a salir a buscar trabajo.
El trabajo no registrado afecta más gravemente a las mujeres. Por cada 100 mujeres que trabajan, 36 lo hacen en negro. El Centro Atenea explica que esto se debe, en parte, a la sobrerrepresentación de las mujeres en el trabajo en casas particulares, una actividad realizada casi en su totalidad por mujeres y en la que el 75 por ciento no están registradas.
En cuanto a la brecha salarial, en la Argentina el salario promedio de las mujeres es un 25 por ciento más bajo que el de los varones.
“Para nosotras armar estos cuadernillos es como ir creando un diccionario. Nos permite usar el mismo idioma, compartir las mismas categorías y referencias. Este es el segundo que hacemos y pone arriba de la mesa que la brecha laboral sí existe, que se puede explicar, que no es una palabra que solo podemos decir aisladas en el mundo femenino”, señaló a Página/12 Viviana Benítez, de la Federación Gráfica Bonaerense.
Como medidas contra la desigualdad de género, las Mujeres Sindicalistas piensan en poner en agenda la construcción de una nueva organización social del cuidado. “La responsabilidad de cuidar a otro, bajo este concepto, implica pensar cómo las familias, el Estado, el sector privado y las organizaciones comunitarias llevan adelante las tareas de cuidado y cómo se las distribuyen”, indican.
El reclamo al Estado es que intervenga con construcción de centros de primera infancia, jardines de infantes y escuelas de doble escolaridad, que amplíe las licencias por paternidad, que promueva una corresponsabilidad en los cuidados de crianza y acompañe estas acciones con campañas de concientización sobre los estereotipos dominantes y sus consecuencias en la sociedad: “Para revertir la desigualdad, las políticas de cuidado deben tomar prioridad en la agenda pública”.