El imaginario social es de un gran avance de las mujeres, sin embargo la Organización Internacional del Trabajo (OIT) asegura que “las diferencias de género relacionadas con el trabajo no han experimentado una mejora significativa durante veinte años”. Y que para generar equidad laboral se necesita un gran salto y no tímidos pasos graduales. En el informe “Un paso decisivo hacia la igualdad de género: Para un mejor futuro del trabajo para todos” se muestra que la diferencia entre las tasas de empleo de los hombres y las mujeres ha disminuido menos de dos puntos porcentuales. En 2018, las mujeres tenían 26 puntos porcentuales menos de probabilidad de trabajar que los hombres. El 70 por ciento de las mujeres prefieren tener un empleo en vez que quedarse en la casa y que los hombres están de acuerdo con ellas. Además, entre 2005 y 2015, la penalización profesional de la maternidad, la diferencia entre la proporción de mujeres adultas con hijos menores de seis años que trabajan frente a las mujeres sin hijos, aumentó significativamente, en un 38 por ciento”. 

Y otros problemas de género que marca la OIT son: “las mujeres siguen estando poco representadas en los puestos más altos, menos de una tercera parte de los directivos son mujeres, a pesar de que suelen tener un nivel de educación más alto que sus colegas hombres. Existe además una penalización de la maternidad en términos de liderazgo, ya que solo 25 por ciento de los gerentes con hijos menores de seis años son mujeres. La proporción de mujeres en cargos directivos aumenta a 31 por ciento cuando no tienen hijos pequeños. La diferencia de remuneración entre hombres y mujeres permanece en un 20 por ciento a nivel mundial. Las madres experimentan una penalización salarial relacionada con la maternidad que las perjudica a lo largo de su vida laboral, mientras que los padres se benefician de una prima salarial”.