Empieza el año lectivo, entre la turbulencia de si las clases arrancan o no con el 80 por ciento de los salarios docentes por debajo de la línea de pobreza y los útiles escolares con un aumento del 40 por ciento, nos salteamos las materias de pupitre y nos preguntamos qué pasa con las clases de Educación Física, donde históricamente la convivencia mixta se fue a marzo.
Podría sonar viejo ver a la piba en la clase de Educación Física que se queda con ganas de agarrar la pelota de fútbol y patear entre los varones. Ni tanto ni tan poco. Para eso desde 2013 en la provincia de Buenos Aires está vigente la resolución N° 2476/13 de la Dirección General de Cultura y Educación que establece un marco para la organización de clases de Educación Física y viene a complementar, en una suerte de letra chica, a la Ley Nacional 26.150 de Educación Sexual Integral, popularizada como “ESI”, sancionada en 2006. Esto es lo que hace que en los secundarios de la provincia se promueva el dictado de clases de Educación Física mixta. Sin embargo esta articulación entre ESI y Educación Física hoy en día depende de cada docente. Diana Spinelli es profesora de Educación Física y siempre se desempeñó en escuelas públicas; ella afirma que “al trabajar con el cuerpo salen un montón de situaciones que permiten abordar temas relacionados con la Educación Sexual Integral pero eso no quiere decir que esté en la currícula”. El ejercicio físico ha sido culturalmente asimilado como cosa de hombres (cis), las mujeres (cis) y los cuerpos femineizados han sido leídos como frágiles, faltos de habilidad, destreza y fuerza. En pocas palabras: inútiles para la actividad física.
En el 2015, Diana trabajó con una niña trans que pidió no hacer más Educación Física con varones, desde la supervisión de la materia no se supo cómo enfrentar esta problemática y se decidió directamente que ella no cursara. Esto es una muestra de las pocas herramientas con las que se cuentan más allá de la existencia de una ley o resolución. Desde la asesoría pedagógica de la escuela contactaron a Diana para trabajar la visibilización del caso y se trabajó en todos los cursos de tercer grado –año que cursaba la niña– durante aproximadamente tres meses hasta que finalmente recibieron la visita de Lohana Berkins en el patio de la escuela. Esto tuvo un impacto muy fuerte en toda la población educativa, porque por un lado puso sobre la mesa las actitudes transfóbicas y por el otro, permitió dimensionar todo el trabajo que queda por delante.
La normativa de Educación Física mixta está vigente para todos los secundarios de la Provincia de Buenos Aires, no así los de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La resolución que hace seis años habilita en la provincia a dictar clases mixtas de Educación Física está acompañada de una comunicación, la número 04/13, que es un anexo único para la organización de las clases. “O sea que no solo se escribe la resolución sino que en ésta comunicación conjunta se dan las sugerencias de qué, para qué y cómo debería implementarse”, nos cuenta Lorena Berdula, profesora de Educación Física en nivel primario y secundario, docente de la Universidad Nacional de La Plata e investigadora y continúa: “Más allá de la vigencia de las leyes, lo que es complejo es su implementación. Aún no ha sucedido esa parte del cambio cultural que lee la potencia de que personas-estudiantes, jóvenes en etapa de formación, puedan practicar deporte de manera conjunta. Y esto aún teniendo en cuenta una mirada binaria, donde sólo estamos hablando de hombres y mujeres cis, no hemos mencionado aún otras identidades que también habitan las aulas y las clases de educación física”.
Por su parte, Diana sostiene que se trata de un trabajo álgido que hay por delante. Tiene que ver con una forma nueva de trabajar la Educación Física, que las relaciones entre los géneros no estén teñidas de las capacidades deportivas sino de la posibilidad de disfrute, del encuentro desde lo placentero. En definitiva hacer un enroque entre competitividad y cooperativismo.
Correr atrás de la leyes es un entrenamiento arduo que hace avanzar y retroceder casilleros continuamente. Le geometría de las legislaciones y resoluciones no va al ritmo de los cuerpos sin patrones que también se cuelan en los patios de las escuelas y se resisten a subsumirse en lógicas binarias, allí se configura un nuevo desafío a la hora de hablar de mixtura. ¿Qué es lo que mezclamos? ¿Por qué sirve separarlo? Y en definitiva ¿Cuán inevitable es esa mixtura?