Desde Roma
El 8 de marzo será un día de fiesta pero también de reflexión y de compromiso dicen las mujeres italianas que para el Día Internacional de la Mujer han convocado -como en otros 70 países - a una huelga general contra la violencia masculina sobre las mujeres. Se espera un grado de adhesión altísimo.
La motivación principal de la jornada es “Ni una menos”, en recuerdo del movimiento de igual nombre nacido en Argentina en 2015. Pero la idea no es sólo manifestar contra la violencia machista sino contra las políticas reaccionarias, racistas y xenófobas del actual gobierno italiano presidido por Giuseppe Conte pero en realidad gobernado por el derechista Matteo Salvini de La Liga y el exponente del Movimiento Cinco Estrellas (M5S), Luigi di Maio, indicaron organizaciones feministas.
En efecto, aunque el ministro Salvini dijo no estar de acuerdo con algunos de esos conceptos porque él trabaja, dijo, por la dignidad y la igualdad del hombre y la mujer, el partido de Salvini de la ciudad de Crotone (Calabria, sur del país) publicó un cartel con duros conceptos antifeministas. “¿Quién ofende la dignidad de la mujer?”, se preguntó el texto difundido por la Liga de Crotone. Y la respuesta fue una lista de hechos que son el contrario de lo que las feministas italianas defienden. Según la Liga, las mujeres son ofendidas entre otros, por quienes “se oponen al rol natural de la mujer que son la promoción y el sostén de la vida y la familia” y por quienes “instrumentalizan a la mujer, como a los migrantes y gays con la finalidad ideológica de hacer una revolución”.
El movimiento feminista es de vieja data en Italia. Ya en 1881 se había fundado la “Liga para la promoción de los intereses femeninos”, entre ellos el voto. Pero las mujeres italianas consiguieron el voto recién al concluirse la Segunda Guerra Mundial (1945) a diferencia de Finlandia (1906) y Gran Bretaña (1918), los dos primeros países europeos en conceder ese derecho. El fascismo de Benito Mussolini que gobernó Italia de 1922 a 1943, limitó todas las batallas feministas porque la procreación, decía, es el principal deber de la mujer. Pero después del fascismo, el movimiento feminista renació y en la década del 70 llegó a uno de sus niveles más altos gracias a la lucha por el divorcio y el aborto, dos reivindicaciones que fueron aprobadas como leyes en 1970 y 1978 respectivamente. Con los años se fueron consiguiendo nuevas reivindicaciones para las mujeres a nivel laboral. En 1981 se consiguió la derogación de una increíble ley hasta ese momento vigente y que preveía el “delito de honor”, es decir prácticamente justificaba el asesinato de una esposa infiel.
Según el instituto de estadísticas italiano (Istat), entre 2015 y 2016 poco más de 1.400.000 mujeres sufrieron abusos sexuales. 1.173.000 de ellas declararon haber sido extorsionadas sexualmente durante su carrera profesional, para ser contratadas, mantener su trabajo o conseguir un ascenso.
Para el 8 de marzo las italianas no sólo harán manifestaciones por todo el país sino que han organizado almuerzos solidarios en las plazas cocinados por hombres, conferencias, exposiciones sobre mujeres célebres, charlas con mujeres que cuentan sus historias, cursos de protección contra la violencia. Algunas clínicas ofrecen servicios de control de salud femenina a precios reducidos y algunos gimnasios, cursos gratuitos de defensa personal.
Otra cosa es hablar de reivindicaciones feministas en el Vaticano, donde recién desde el pontificado de Francisco, se ha empezado a hablar de las mujeres, religiosas o laicas, y de la posibilidad de una mayor responsabilidad dentro de la Iglesia. Antes, en su mayoría las mujeres cumplían roles secundarios como empleadas domésticas de cardenales y obispos o empleadas de la central telefónica de la Santa Sede, entre otros.
Desde que Francisco fue elegido Papa, en cambio, el número de mujeres laicas y religiosas que trabajan en el Vaticano ha aumentado de 371 en 2014 a 750 actualmente y nació la asociación “Mujeres del Vaticano” presidida por una periodista estadounidense de Radio Vaticana. Algunas de ellas ocupan cargos importantes, un hecho sin precedentes hasta ese momento. Fue el caso del nombramiento, en 2016, de las profesoras italianas Gabriella Gambino y Linda Ghisoni, en el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida. Además, Barbara Jatta quedó a cargo de los Museos Vaticanos y la española Paloma García Ovejero asumió como vice portavoz de la Santa Sede (pero a fines de 2018 renunció). La eslovena Natasha Govekar fue nombrada también como directora teológica de la Secretaría de Comunicación y la argentina Silvina Pérez, a cargo de la versión en español del diario L’Osservatore Romano.
Del reciente encuentro sobre abusos sexuales en la Iglesia que organizó el Vaticano, por primera vez participaron tres mujeres (una de Italia la otra nigeriana y la tercera mexicana) que hablaron ante unos 190 obispos, cardenales y otros miembros de la Iglesia venidos de todo el mundo. Pese a que los abusos sexuales de monjas dentro de la Iglesia no fue un punto tocado durante el encuentro en el Vaticano, nada menos que la directora de un suplemento del L’Osservatore Romano titulado “Donne, Chiesa, Mondo” (Mujeres, Iglesia, Mundo), Lucetta Scaraffia, redactó un artículo denunciando de modo claro y contundente los abusos sexuales sufridos por las monjas en todo el mundo de parte de sacerdotes y otros miembros de la Iglesia. El Papa Francisco le mando un mensaje diciéndole: “Lo sabemos, es verdad, haremos algo”.