El dólar sigue imparable. La cotización alcanzó un nuevo record de 43,50 pesos. La suba en la jornada fue de 4,27 por ciento, lo que equivale a un aumento de 1,78 peso. La divisa subió en un día lo mismo que rinde un plazo fijo en un mes y medio. Por lo tanto, el incentivo de un inversor a quedarse en pesos es bajo y la decisión de dolarizar los activos se está imponiendo. El ministro de Producción, Dante Sica, aseguró que la suba no preocupa al gobierno (ver aparte). Las acciones y los bonos mostraron el retorno de las tensiones financieras. Los títulos públicos de largo plazo registraron caídas de más de 4 por ciento, mientras las acciones anotaron bajas de hasta 7 por ciento. El riesgo país cerró a 783 puntos.
El dólar es la variable económica más sensible para los argentinos. En tres semanas pasó de ubicarse en el piso de la banda cambiaria a generar incertidumbre sobre una nueva corrida. El Banco Central pasó de decir que no había pesos para provocar inestabilidad de la divisa a subir la tasa de interés en casi 10 puntos porcentuales. El tipo de cambio mayorista terminó ayer en 42,50 pesos. La suba fue de 1 peso con 75 centavos en la jornada y de 3 pesos con 68 centavos en cinco días hábiles. Esto último implica un aumento de 9,5 por ciento en menos de una semana.
Existen distintos elementos que potenciaron el avance de la divisa en los últimos días. El principal es el mal desempeño de los datos de precios. Los consultores arriesgan que en febrero la cifra de inflación se ubicó en torno al 4 por ciento, un dato que acelera las expectativas de precios para el resto año. El Relevamiento de Expectativas de Mercado que difundió el Banco Central el miércoles estima una inflación anual de 31,9 por ciento. La respuesta de los ahorristas es incrementar la compra neta de dólares para cubrirse del proceso inflacionario y las devaluaciones.
Entre octubre y febrero la tasa de interés alta no frenó la demanda de divisas en el mercado interno pero generó que algunos inversores que ya tenían divisas las vendan para apostar por activos en pesos. El problema es que, con el cambio de las expectativas, los que compraban dólares lo siguen haciendo y los que vendían ya no lo hacen. El resultado es la mayor presión cambiaria. En este punto se suma que la oferta de divisas por exportaciones empieza a retacearse debido a la especulación de los sectores empresarios como el complejo agroexportador. En febrero, por caso, la liquidación de cosecha fue de 1290 millones de dólares, una cifra que fue 466 millones menor a la liquidación registrada en enero.
Las tensiones en el dólar no son sólo por la inflación. El elemento electoral es otro de los puntos que influye en la dolarización de activos. Los ahorristas locales no tienen conocimiento de cómo será la economía a partir de diciembre. Si el mercado de cambios seguirá siendo desregulado o se aplicarán controles. Si la Argentina podrá hacer frente al pago de sus deudas o deberá renegociar los compromisos. Si el Banco Central podrá sostener el nivel de pasivos monetario o tendrá que hacer un canje de Leliq para las entidades financieras. Esta incertidumbre lleva a refugiarse en dólares y esperar a ver cómo se desenvuelve la economía el próximo año.
El clima de los mercados internacionales es otro punto que hace ruido en la plaza cambiaria. Las acciones de los países emergentes anotaron ayer caídas de casi 2 por ciento y los indicadores de volatilidad de la bolsa de Estados Unidos subieron un 6 por ciento.
La Argentina está muy expuesta a los flujos financieros globales y los cambios de humor en el mundo terminan impactando en las finanzas locales. El país tiene una tendencia a sobre reaccionar. En el resto de las economías de la región la devaluación de las monedas y la caída de los activos no resultan tan pronunciadas. La Argentina tiene el nivel de riesgo país más elevado de Latinoamérica, con la excepción de Venezuela. El índice que mide el JP Morgan se ubicó ayer en 783 unidades, al marcar un aumento de 33 puntos respecto de la jornada previa.