El año pasado, el debate por la legalización del aborto generó una transformación muy fuerte en la sociedad y potenció a los movimientos de mujeres. El campo de la cultura no fue ajeno a esta situación. Al calor de lo que sucedía en las calles, se expandieron y fortalecieron los colectivos de mujeres artistas que se organizaron para luchar por sus derechos. El clima de época cambió considerablemente y provocó en la sociedad todo tipo de reacciones. Por eso, los dichos de José Palazzo sobre la supuesta falta de talentos femeninos para llenar una grilla generaron un repudio inmediato. Un reflejo de esta nueva realidad es la aparición de festivales y encuentros musicales integrados de manera exclusiva por artistas mujeres. Uno de ellos es el ciclo #Mujeres, que durante todo marzo reunirá en el Centro Cultural Torquato Tasso (Defensa 1575) a artistas diversas que transitan la música popular argentina y latinoamericana. Durante la entrevista con PáginaI12, Liliana Herrero, Bruja Salguero y Rita Cortese, tres de las participantes del ciclo, debatieron sobre las fronteras de la música popular, el proyecto de Ley de Cupo Femenino y la legalización del aborto, entre otros asuntos.

La Bruja Salguero presentará un concierto especialmente pensado para la ocasión junto a Lula Bertoldi, cantante de la banda de rock Eruca Sativa. Una caja chayera, una guitarra y dos voces. Las artistas se cruzaron este verano en los escenarios de Cosquín Folklore y Cosquín Rock, pero será la primera vez que actúen juntas durante un concierto completo. “Había una admiración mutua y hubo un intermediario que nos presentó”, cuenta la cantora riojana. “Fui a visitar a Lula a su casa y nos pusimos a hablar del rol de la mujer en la música. Nos pusimos a guitarrear mientras ella le daba la mamadera a su bebé. La mujer que está cantando tiene un pensamiento muy fuerte con respecto a la búsqueda de igualdad de género en todos los ámbitos. Ese día sentí que la conocía de toda la vida”, destaca Salguero y dice que siente una intensa relación entre la fuerza de la vidala chayera y la impronta poderosa del rock.

Liliana Herrero, en tanto, acaba de publicar Canción sobre canción (2019), un disco en el que desarma y vuelve a armar canciones de Fito Páez. Durante el concierto, sonarán dos o tres obras del rosarino, pero el repertorio abarcará un amplio abanico de autores y fuentes musicales: Juan Falú, el Cuchi Leguizacón, Ramón Ayala, Jorge Fandermole, Ramón Navarro y Leda y el Chivo Valladares saldrán de su voz y de las cuerdas del guitarrista Pedro Rossi y el contrabajista Ariel Naón. “Voy a hacer viejos temas, porque si no la lista en un concierto se burocratiza; es decir, terminás haciendo siempre los mismos temas y vas olvidando viejas canciones que habías grabado y que te encantan”, explica Herrero. Por su parte, la actriz y cantante Rita Cortese mostrará un conjunto de poesías y canciones que versan sobre “la tierra, la migración y los encuentros”. Con la compañía de Ariel Polenta en piano y Aldo Vallejos en guitarra, Cortese hará un recorrido por la obra de Chico Buarque, Alejando Urdapilleta, Homero Manzi y Chabuca Granda.

–Una de las características del ciclo es la convivencia de artistas que transitan estilos y estéticas distintas dentro de la música popular. ¿Cuál es el hilo conductor entre todas las artistas?

Liliana Herrero: –Hay una comunidad de mujeres que realizan búsquedas individuales, pero no es absolutamente individual; sino que, por el contrario, se recuestan unas en otras para poder pensar la música. La música es un pensamiento individual y colectivo. En esa tensión, se produce la música, que es maravillosa.

Bruja Salguero: –Lo que nos une a las mujeres que vamos a participar en este ciclo es una pasión en nuestras tripas por cantar, componer y escribir. Creo que hay un quiebre en la mayoría de nosotras. Cuando la mujer decide ser mamá, eso desacomoda algunas cosas. Y muchas, si no tienen el apoyo de su compañero o del entorno, van dejando su búsqueda artística en el camino. Entonces, las que estamos ahora es porque no podemos dejar de hacer música. Por eso también estamos gritando y visibilizando la desigualdad que hay en los festivales y en los escenarios grandes, donde las mujeres tenemos menos oportunidades. Nos une la pasión, el amor y las ganas de decir cosas.

Rita Cortese: –Siempre hay un hilo conductor, inevitablemente. Por eso somos convocadas. Sería ideal que esta sumatoria de voces se junten en algún lugar para decir una palabra. Ojalá se recuerde el ciclo en su totalidad por algo que pasó. Eso sería el hecho político.

–Con la llegada del siglo XXI, se empezó a hablar más sobre música popular argentina como un término más abrazador, ¿Este concepto puede propiciar un encuentro más fluido entre las músicas? ¿Se están diluyendo las fronteras entre los géneros, más allá de que cada música tiene su raíz? 

B. S.: –Me parece que se están borrando las fronteras. La idea de folklore se movió con el tiempo. A mí me gusta hablar de música de raíz folklórica. En Cosquín Folklore invité a Eruca Sativa y muchos folkloristas no estaban de acuerdo. Se trata de tirar las estanterías que nos impusieron.

R. C.: –Cuando la música está atravesada por el alma y las profundas emociones, se generan los encuentros, del mismo modo que se comunican dos personas que no hablan el mismo idioma.

L. H.: –Yo creo que hay géneros, hay fronteras y por eso es posible el diálogo. Yo me inscribo en la tradición del folklore, pero nunca me impidió eso hacer arreglos de temas folklóricos con una instrumentación y un sonido que no le correspondieran al género. No es que el folklore necesita que yo le agregue guitarras eléctricas para que sea mejor, todo lo contrario. Si se las agregás, tenés que hacerlo con mucha sutileza. La música son conversaciones entre un legado universal y los géneros. Lo que no acepto son las intenciones de ser propietarios de un género, pero sí existen los géneros. Por eso acabo de sacar un disco con once canciones de Fito. Yo estoy contando una historia personal, de amistad y familiar. El diálogo es posible porque hay fronteras.

–En el campo de la música y el teatro hubo una participación muy activa a favor de la legalización del aborto. ¿El arte es un terreno para acompañar y enriquecer este tipo de discusiones?

L. H.: –Absolutamente sí. La política debería mirar con mayor interés y curiosidad la vida artística. Si yo tuviera que reducir la vida artística a una idea te diría que es sacar una cosa de un lugar y ponerla en otro. Si eso no es un eje de la política, estamos hasta las manos. Con respecto a la ley del aborto, coincido. La política ha mirado eso no sin sorpresa, y las mujeres y los movimientos feministas deben extender sus reclamos, que son absolutamente justos, a todos aquellos acontecimientos que el neoliberalismo ha provocado en nuestro país y en la Patria Grande. Yo quisiera que hubiera una extensión en ese sentido, lo cual no quiere decir que no se haga, es algo que se está construyendo.

R. C.: –Me parece que la lucha del feminismo viene de muy muy lejos. Y las mujeres que estamos en el mundo de la cultura venimos luchando hace muchísimos años. Ahora se está visibilizando porque hay una masa crítica como para que eso suceda. Los artistas somos un granito de arena muy chiquito en relación a los movimientos feministas importantísimos que están trabajando hace mucho tiempo. Y esa lucha es insoslayable y es emocionante que se hayan involucrado las jóvenes. Estamos en un cambio de paradigma muy importante acá y en el mundo. Y lo tenemos que comprender con toda su complejidad.

–¿De qué manera?

R. C.: –Y justamente preguntándonos cada uno de nosotros cuál es nuestra postura. ¿Cuánto de machismo tenemos también las mujeres? Tenemos que darnos cuenta que todos estamos en evolución. Las mujeres también tenemos que entrar en este cambio de paradigma. El Día Internacional de la Mujer es un día de lucha para reivindicar los derechos. En el (Centro Educativo) Isauro Arancibia, que dirige Susana Reyes, se llevó a cabo el debate sobre el aborto. En la escuela había una chica que había tenido un hijo a raíz de una violación y que no quería realizarse un aborto. Pero sí estaba de acuerdo que saliera la legalización porque consideraba que había otras mujeres que sí necesitaban ese derecho. Ahí se expone claramente que la legalización del aborto es un tema de salud pública. No es un tema religioso.

L. H.: –Estas gurisas lo que hicieron fue poner en el tablero, una vez más en la historia, la libertad de los cuerpos. Y cuando estamos arriba de un escenario el cuerpo es libre. La música es un espacio de libertad con responsabilidad. Porque la música es un juego responsable, como todo el arte, respecto del territorio, del tiempo y de la memoria. Y eso es la política.

R. C.: –Uno no está arriba de un escenario porque sí. No es una situación cómoda estar en un escenario aunque nos sintamos libres y felices. Entonces, si no estás para algo, no te podés sostener. Yo estoy para mostrar cuáles son mis emociones, porque soy obscena. El arte es obsceno, muestra lo que está fuera de escena. Uno no se enamora de lo que está servido, se enamora del secreto.

B. S.:–Volviendo a la pregunta inicial, el hilo conductor es que necesitamos decir algo contundente. Por eso estamos acá y andamos gritando que haya igualdad de oportunidades arriba de los escenarios. Y si hay que patear las tranqueras, lo vamos a hacer. Y si hay que exigir mediante leyes, también. Ahora el Inamu está impulsando la ley de Cupo Femenino (que establece un piso de 30 por ciento de presencia de mujeres en festivales y ciclos). Me llamó mucho la atención que en las grillas de los festivales de este verano hubo el doble de artistas masculinos programados en relación a años anteriores. Y eso me hace ruido, siento que fue un modo castigo.

R. C.: –Es interesante que esto salte hoy, porque ha ocurrido toda la vida. Lo importante es que se ponga sobre la mesa. El hombre se ha sentido muy interpelado, muy fuera de lugar.

–¿La Ley de Cupo Femenino puede ser una herramienta efectiva para lograr equidad de género en los escenarios?

L. H.: –Es una herramienta. Cuando discutimos en términos de herramientas, es un horizonte. Cuando discutimos en términos de condición humana, es otro horizonte. Yo he firmado la solicitada y estoy de acuerdo, pero son planos distintos. Hay que hacer ruido, pero hay que hacerlo con un acorde bien hecho también. Eso no quiere decir que las mujeres no lo hagan ni tampoco quiere decir que los hombres que se suben al escenario lo hagan.

B. S.: –Cuando salió el tema de los porcentajes hubo muchos programadores de festivales que salieron con los tapones de punta. Ellos dicen que las mujeres se tienen que ganar ese espacio. En los festivales, hay hombres que suben por primera vez cuando hay mujeres talentosas que vienen componiendo hace muchos años y no tienen espacio.