Se cumple un año de la muerte de Facundo Ferreira, el niño de 12 años asesinado de un tiro en la nuca por policías de Tucumán. El Gobierno lo utilizó para intentar validar la Doctrina Chocobar y bajar la ley de imputabilidad, y las organizaciones sociales lo denunciaron como un caso de violación de los derechos humanos. Uno de los dos policías procesados está detenido (por una causa de robo), el otro libre y en funciones. A pesar de la “holgada prueba recolectada”, la investigación sigue estancada y el PJ retrasa su elevación a juicio oral. La familia Ferreira, amigos, vecinos y organizaciones políticas  marcharon desde el barrio La Bombilla hasta los tribunales provinciales en San Miguel de Tucumán con la demanda de “justicia por Facundo”.

En la madrugada del 8 de marzo de 2018, Facundo iba como acompañante en la moto que conducía su amigo Juan, de 14 años. Volvían por la avenida Avellaneda de unas picadas en el Parque 9 de Julio hasta que la Motorizada 911 comenzó a perseguirlos y, en cuestión de segundos, a dispararles. Facundo cayó con un balazo de plomo en la nuca y múltiples postas de goma en la espalda y brazos. Lo llevaron al Hospital Padilla prácticamente muerto.

La versión de la Policía fue que les habían dado la voz de alto por “circular en forma sospechosa” y que, cuando los agentes comenzaron la persecución, los chicos habían comenzado a “hacer disparos con armas de fuego” y eso fue “lo que obligó al personal policial a repeler la agresión”. Este relato fue respaldado por la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien dijo que “las pruebas de parafina” en las manos de Facundo habían demostrado que “el chico le disparó a la policía”. Y luego, para rematar su postura, sentenció: “Disparar o no por la espalda depende de la situación (...) Es un detalle que no se puede analizar”. En junio, un barrido electrónico por las manos de Facundo desmintió esa versión. 

Los policías que persiguieron y mataron a Facundo fueron identificados como Nicolás Montes de Oca y Mauro Díaz Cáceres. Los peritajes determinaron que los dos habían disparado pero que la bala que causó la muerte del niño salió de la 9 milímetros de Díaz Cáceres. De todas maneras, a Montes de Oca no le fue mejor: un dopaje determinó que antes del operativo había consumido cocaína y marihuana. Los policías siempre estuvieron en funciones y en libertad hasta que Montes de Oca fue sorprendido en su moto robándole la cartera a una mujer. Por ese delito sí fue detenido instantáneamente. Sin embargo, su compañero Mauro Díaz Cáceres, autor del disparo que mató al niño de 12 años, sigue libre, en funciones dentro de la fuerza y, por lo tanto, porta un arma.