* Sol, 16 años, estudiante de una escuela técnica en Parque Avellaneda. “Estoy acá porque el día a día de las pibas es de miedo: moverse implica que te chiflen, te digan cosas desde un auto. También por las madres golpeadas por sus maridos, por los noviazgos tóxicos. Falta muchísimo para que haya verdadera igualdad. ¿Cómo se manifiesta en el colegio? Con actitudes de profesores (no tanto de alumnos) que te dicen ‘vení que te ayudo, sos mujer’. ‘¡No, flaco, sé soldar sola!’ Sin ningún argumento se dicen barbaridades”.

* Constanza, 22 años, estudiante en la Universidad Nacional de la Artes. “Me movilizo porque desde que era chiquita salía con miedo por todo lo que nos pasa en la calle, hasta que me di cuenta que no podía vivir con miedo. También por la legalización del aborto: todos los días nos desayunamos con alguna nena muerta por abortos. Es deshumanizante que se obligue a parir a nenas violadas”. A su lado Laura, estudiante de comunicación en la UBA y trabajadora en una agencia de medios: “Estoy acá porque muchas chicas salen de su casa y no vuelven, hubo 58 femicidios en lo que va del año. Estoy también por la brecha salarial, para combatir los micromachismos, para que nos crean cuando denunciamos abusos. Da bronca que haya gente que siga juzgando a una mujer por cómo se viste. Pero también percibo que una parte importante de la sociedad se está deconstruyendo y eso me genera orgullo”.

* Florencia, 19 años, estudiante de ingeniería en la UBA, junto a cuatro amigas, todas de Río Gallegos. “Estoy por la equidad de géneros. Me acerqué a la militancia gracias al feminismo y la lucha por la legalización del aborto, antes veía toda militancia como lejana, ajena. Ahora pude apropiarme de la lucha, por los derechos de la mujer y la separación entre Estado e iglesia”. Otra Florencia, estudiante de nutrición en la USAL, agrega que “hay que terminar con la inseguridad que implica salir con miedo a que te persigan”. Para mostrar cómo se enfrenta le piden a Alicia que muestre la picana que lleva en su cartera. “No la usé nunca pero tenerla me da seguridad”, confiesa.

* Paula, 18 años, estudiante de producción audiovisual. “Estoy por los femicidios, la desigualdad, las situaciones de violencia, los comentarios machistas de los profesores” Su compañera Erika (18) toma la posta. “No puede ser que maten a mujeres y no pase a nada. O mueran por abortos y nada. Es inaceptable que la desigualdad sea una tradición cultural. También se debe terminar con la prostitución, que es la puerta de entrada a la trata. Sobre todo para las mujeres pobres la prostitución no es una elección. Al lado de nuestro colegio (Schonthal, en Flores) hay muchas mujeres trabajando. Eso termina en la trata, un círculo del que no pueden salir”.

Paula y Erika exigen igualdad y fin de la violencia. Mercedes y la urgencia de frenar las muertes por aborto.

* Ailín, 16 años, colegio Leonardo Da Vinci, de Boulogne. “Es la primera marcha a la que vengo y me parece fundamental esta unión de las mujeres. Hay que luchar contra el machismo. En el colegio no nos dejan usar shorts porque dicen que ‘provocamos’. A gimnasia tenemos que ir con polleras”. Su compañera Lizbet (16), del Ceferino Namuncurá, de Boulogne, cuenta una anécdota: “Un día, en la calle, dos pibes chicos me dicen ‘¿Todo bien, putita?’. Quise reaccionar pero tuve miedo. A la semana me los volví a cruzar y los encaré. Se hicieron los boludos pero les di un discurso y terminaron aceptando que estuvieron mal. Me animé porque tenían doce años, si tuvieran veinte me daría miedo”. María, 49 años, una madre que las acompaña, destaca que “el aborto debe ser ley, no puede ser que las mujeres que tienen plata puedan abortar y las de clase media o baja no tengan los recursos para hacerlo”.

* Lara, 14 años, colegio Irurtia, de Mataderos. “Estoy para luchar por el aborto, por la separación entre iglesia y Estado, por la desigualdad. En el colegio se manifiesta con la ropa: por ser mujeres sólo se nos pueden ver las piernas debajo de la rodilla. Tampoco podemos usar musculosas o mostrar la panza. ‘Si te dicen algo es tu culpa’, es el mensaje”.

* Mercedes, 31 años, trabaja en una discográfica. “Mueren pibas sin parar, muchas mujeres no pueden decidir sobre sus cuerpos, hay muchas razones para estar acá. Yo por suerte me puedo plantar para hablar pero es imprescindible salir por las pibas que mueren y no pueden estar acá. Socialmente entiendo que hay cambios, pero toda deconstrucción duele y es un proceso constante. También siento que en algunos aspectos hay involución, por eso hay que estar bien plantadas, acá y en todo lados.”

* Ailín, 21 años, de Ciudad Evita. “Se debe terminar el miedo, que se siente todo el tiempo. ‘No te conozco, no me saludes’, es sencillo. Estamos acá por nosotras y por las chicas que no están. Si no nos movemos no se mueve nadie”. “El miedo es constante. Te siguen, si vas a bailar se aprovechan, hay que están siempre alertas”, apunta una compañeras. “La desigualdad se ve en todos lados, también en las familias, el famoso ‘andá a lavar los platos’. Todos tenemos brazos. ¿Qué necesidad de menospreciar?”, plantea Selene (17). “Acá estamos acompañadas, hermanadas, pero en el barrio tenemos que darnos estrategias para no estar solas, nos acercamos entre nosotras para hacer algo tan básico como caminar, es tristísimo y debe terminar”, apunta Jimena, de 20 años.

* Angelina, 16 años, estudiante en la escuela Enrico Fermi, de Quilmes. “Luchamos por un futuro mejor para las mujeres, para poder salir seguras a la calle, para que mis primitas chicas sean libres al caminar y no deban salir preocupadas por lo que les pueda pasar. La realidad en el barrio es que tenemos que movernos acompañadas, aunque trato de que el miedo no me condicione la vida diaria”.