Metele rosa, metele promo, metele 8M, y chicas rubias y chicas jóvenes, con pelo largo y lacio de baño de queratina, que sean blancas, a ver, un poquito más, aclarale.

Me imagino este diálogo entre dos personas que hacen las publicidades que estos días bombardean desde las redes, los medios o los carteles de la calle.

La Promo del 8M puede ser descuento o 2x1, en botox, depilación definitiva, perfumes, manicuría, peluquería, cremas, tratamiento para la celulitis o “todo reductivo” como decía un cartel gigante en la calle. 

Las imágenes y las propuestas son las mismas que las del resto del año, adelgazá, depilate, reducite, editate hasta las pestañas, ponete o sacate, cortate, dedicale tu vida a encajar en el modelo.

Solo que parece que el 8M hace falta reforzar  el mensaje ¿o será contrarrestar? 

Quizás la idea es que no haya espacio para enterarnos que somos herederas de las amas de casa rusas que en 1917 arrancaron una huelga que terminó con la caída del Zar y consiguieron el voto femenino. 

¿Será por eso que las imágenes que nos bombardean vemos mujeres quietitas,  delgadísimas, calladas, acostadas, prolijitas, jóvenes, peinaditas, las manos caídas siempre, los hombros bajos. Nada de grito, nada de poder en el cuerpo, nada de puños alzados. Todo quietito, rosa y en su lugar. 

Tan distintas a las imágenes de mujeres organizadas, de nuestros cuerpos en la calle; en esas –las pocas que circulan– aparecemos las invisibles, las gordas, las viejas, las indígenas, obreras, lesbianas, travestis, trans, negras, pobres, “feas”,  aparecemos poderosas, violentas, salvajes y juntas; y me imagino a los mismos editores diciendo, oscurecela un poco más, que sea bien distinta a la chica rubia, blanca y linda. Que ese note que esa sí es “mujer”.  

¿Le tendrán miedo al 8M?

¿A que lo posible suceda? ¿A que arranquemos una huelga y derroquemos a alguien? ¿A nuestra violencia? ¿A que contemos historias? ¿Que salgamos del miedo? ¿Que rompamos el cerco de la vergüenza que nos meten en el cuerpo?

Parece que el 8M pone nerviosa a la gente que necesita que sigamos en nuestras casas, pariendo, cuidando, mirándonos los pozos de la celulitis, contando calorías y abdominales, juntando moneda sobre moneda para meternos dos pedazos de plástico entre pecho y espalda. A la gente que necesita vendernos que ser mujeres es consumir el merchandising, y no preguntarnos ¿Qué es ser mujeres? ¿Somos mujeres? ¿Queremos serlo? ¿Importa? 

Da miedo el 8M, porque cuando nos encontramos con otras; pasan cosas, pero cosas buenas para nosotras, porque nos transforma, sutil o salvajamente, y eso da miedo, como nuestros cuerpos en la calle, el ulular de voces, los tambores, los gritos, los carteles escritos a mano. Esos son los que dan más miedo. 

Debe ser por eso que de los otros cada vez hay más, de esos que dicen  #Promo8M #PromoMesMujer.

Lala Pasquinelli:  Artista, escritora, integrante de @mujeresquenofuerontapa.