Para muchos fue un gran litigante, para varios fue un excelente catedrático, para otros fue el gran Bebe Righi, para mí fue simplemente abuelo.
Es triste saber que sin importar que tan épica pueda llegar a ser una historia, esta tenga que llegar al final, sin embargo, hubiese sido aún más triste el hecho de no darle el cierre que se merece a una persona como lo fue Esteban Righi.
Es bien sabido que él fue un individuo extraordinario, que no solo destacó en el ámbito profesional, pero como persona. La familia, amistades y vínculos que creo y fortaleció durante su vida es algo sin lugar a duda que merece ser mencionado el día hoy.
Si tuviéramos que utilizar un solo adjetivo para poder describir a Esteban Righi, sería sabiduría, esto te lo podría decir cualquier persona que hubiese tenido la oportunidad de entablar una conversación con él por tan solo unos instantes. Si en algo era bueno mi abuelo era dando consejos, él tenía una forma tan tranquila y objetiva de ver las cosas que hasta el obstáculo más grande o la adversidad más colosal podía ser resuelta en cuestión de minutos.
Su serenidad, peculiar sentido del humor y gran intelecto son unas de las pocas cosas que lo caracterizaban, permítanme decirles, que si alguien vivió una vida plena y próspera, fue el Bebe Righi, dudo mucho que podamos aspirar a una vida mejor de la que él tuvo y el legado que dejó detrás.
Hay varias cosas que voy a extrañar, pero hay algo en particular que me duele de sobremanera, año tras año Ana, mi hermana, Nono y yo solíamos hacer un viaje a la playa, créanme cuando les digo que no tengo palabras para expresar cuanto lo voy a echar de menos. El intercambio de ideas, anécdotas, experiencias y carcajadas durante las cenas era algo indescriptible, las caminatas en la playa a las cuales yo me negaba en un principio, son cosas que hoy en día añoro y quisiera de regreso. Ana y mi hermana no me dejarán mentir al decirles que fue algo memorable.
Mientras escribía este discurso estaba intentando encontrar la forma de poder transmitir la admiración que sentía por mi abuelo, después de unos minutos me empezaron a llegar recuerdos de él y no pude evitar ponerme nostálgico al recordar una frase que me dijo cuando acudí a pedirle consejo en una ocasión:
“No llores porque se acabó, sonríe porque sucedió”
Me parece que es momento de comenzar a seguir ese consejo.
Desafortunadamente Nono nos faltó tiempo, me faltó tomarme un último café contigo, una última caminata en la playa, una última explicación de que era el peronismo, un último sauna en el Sheraton, una última anécdota a cerca de tu juventud, un último partido de Burako y sobre todo un último abrazo tuyo.
Solo me queda agradecerte, gracias Nono, gracias por el vínculo que creamos, gracias por todas las memorias y experiencias que llegamos a formar juntos, gracias por ser mi cordial consejero, mi gran confidente, mi sabio mentor y sobre todo gracias por haber sido mi abuelo.
Descansa en paz Nono
* Nieto del ex procurador Esteban Righi, fallecido el pasado 5 de marzo.