El Movimiento Popular Neuquino (MPN) ratificó que es imbatible en elecciones para gobernador. Omar Gutiérrez fue reelecto. Con el 94,8 por ciento escrutado al cierre de esta columna, el mandatario orilló un apoyo similar al 40,57 por ciento que obtuvo en 2015.

Ramón Rioseco, candidato del peronismo unido, se alzó con bastante menos votos que en aquella ocasión. Lo mismo le sucedió a Horacio Quiroga, el radical que representó en ambas ocasiones a Cambiemos. Salió tercero de nuevo pero perdió caudal.

El ex gobernador del MPN, Jorge Sobisch, aportó la novedad de 2019 mandándose solo, “por afuera”, con el sello de la Democracia Cristiana. Capturó alrededor del 10 por ciento. No parece haber drenado al MPN, tal como muchos (este cronista incluso) podían imaginar.

El ganador dista de ser sorpresivo, conociendo los desempeños del MPN. Sí la distancia respecto de Rioseco que se presumía menor. El peronismo unificado quedó a mitad de camino entre el maltrecho “Pechi” Quiroga y el revalidado Gutiérrez.

Habrá que revisar finamente todos los guarismos para hacer una lectura fina. Lo esencial queda claro: el MPN revalida su invicto, Sobisch logró un acumulado importante mientras que el peronismo y Cambiemos concretaron floja cosecha.

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El frente pluri partidario liderado por Unidad Ciudadana no fue el cuco que intuían muchos de sus partidarios y rivales. Ya comentamos la comparación con el 2015. Agregamos que en las parlamentarias de 2017, Rioseco conquistó el 18,36 por ciento de los sufragios con su fuerza, Frente Neuquino. Su compañero de fórmula, el kirchnerista Darío Martínez, llegó a su diputación con el 19,36 por ciento. La sumatoria da más del 37 por ciento… la política repele esos cálculos lineales. Pero todo indica que la unidad entre un líder formado en las luchas sociales de la los 90 y un K de fierro no imantó nuevas adhesiones ni retuvo las que tenían.

Los veredictos no se contagian a otras provincias. La primera prueba de la unidad opositora en un territorio indómito no estuvo a la altura de lo esperado pero dicha estrategia, interpreta este escriba, conserva vigencia. Es condición necesaria para ser competitivo aunque, ay, no suficiente.

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El Gobierno de Mauricio Macri celebrará el desenlace pensando más en el escenario nacional que en el neuquino: perdió el kirchnerismo, no se insinuó una oleada nacional. Hasta ahí llegaba la aspiración de la Casa Rosada. 

La futura proyección nacional, vista desde el Neuquén, es diferente. Quedará supeditada a lo que suceda en las presidenciales de octubre. El MPN desde sus orígenes, comentan los historiadores Gabriel Rafart y Lisandro Galluci, “se ha mostrado siempre inclinado a apoyar al gobierno nacional más allá de su signo partidario y sin perjuicio de mantener un discurso encendidamente federalista (…) a partir de la sistemática denuncia del ‘centralismo porteño’”. 

Fue aliado estratégico del kirchnerismo, con menos énfasis durante la gobernación de Jorge Sobisch y buen compañero de ruta de Cambiemos en estos años. 

El “federalismo pragmático” que describen Rafart y Galluci, agrega este cronista de su coleto, incluye jugar ocasionalmente fuerte con el poder relativo del MPN en el Congreso. En especial en la Cámara de Senadores. Ya en tiempos del presidente Raúl Alfonsín, siendo senador Elías Sapag votó contra la “Ley Mucci”. Su decisión resultó clave para frenar un proyecto “fundacional” de reforma el movimiento obrero.

Bisagrear con esos votos, regatear, acompañar, exigir reivindicaciones federales. Una articulación más sofisticada de lo que parece, muy exitosa a través del tiempo.

Dicho en criollo: Gutiérrez era la mejor apuesta de Cambiemos porque la propia carecía de chances. Pero el oficialismo nacional no ganó el gobierno de Neuquén.  Gutiérrez, básicamente, se llevará bien con quien ocupe la Casa Rosada entre ahora y 2023. Hasta diciembre será Macri, después está por verse. Quien se siente en el sillón de Rivadavia tendrá un aliado relativo y hábil.

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Los veredictos populares son datos certeros y confiables a diferencia de las encuestas (que volvieron en general a pifiar bastante).

En sistemas electivos por simple mayoría de sufragios se tiende a la polarización. En este caso, el MPN conservó el patrimonio y los tres contrincantes que lo siguieron se dividieron alrededor del 50 por ciento de los sufragios válidos emitidos. La fragmentación se dio en ese espacio. 

El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) en un contexto peliagudo (ser quinta opción en número de votos) quedó algo debajo del 4 por ciento. Conserva presencia pero tal vez le cueste crecer en otras elecciones ejecutivas, 21 en provincias y una nacional. 

Participó onda el 78 por ciento del padrón, un presentismo razonable, compatible con el de contiendas anteriores.

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Mediaron denuncias, incluso judicializadas, sobre la Boleta Única Electrónica (BUE). Se detectaron fallas de funcionamiento en la emisión del voto. Las más peligrosas, en el escrutinio, son más difíciles de pescar.

Es un mecanismo capcioso, que pone en riesgo la transparencia del comicio (un valor sustancial) a cambio de un escrutinio más rápido (una virtud de mucho menos peso). 

El macrismo ensalza el “voto electrónico” cuyo descrédito cunde en casi todo el mundo. Los tribunales alemanes prohibieron el voto electrónico por posibilitar el fraude. Varios países lo dejaron de lado.

La casi totalidad de las ONGs locales atentas a cuestiones institucionales rechaza su implementación. 

Se sostiene como más confiable el clásico sistema argentino, con sufragio universal y obligatorio. alta participación ciudadana como autoridades de mesa y fiscales más soporte papel para garantizar controles cruzados. Los Camaristas nacionales electorales, insospechables de populismo, reivindican el sistema nacional, en el que nunca mediaron escándalos importantes.

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La maratón electoral continuará casi semana a semana. La próxima compulsa por una gobernación tendrá lugar en Río Negro, el 7 de abril. En Neuquén, más allá del marco global signado por la preeminencia de Cambiemos y el kirchnerismo prevaleció una tercera fuerza de arraigada historia distrital. 

 Uno de los enigmas que deja abierto el resultado es adonde derivarán los votos que auparon a Gutiérrez cuando se dispute la presidencia.

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