Con una nueva producción de Rigoletto, título emblemático del melodrama italiano, el Teatro Colón inaugura la temporada lírica 2019. Hoy a las 20 se pondrá en escena la primera de las ocho funciones de la obra de Giuseppe Verdi, que contará que con dos elencos de cantantes, la dirección musical de Maurizio Benini y la dirección escénica de Jorge Takla. Articulada en tres actos sobre un libreto de Francesco María Piave, Rigoletto es una historia de maldad irredenta y piedad imperfecta. “Es un drama de corrupción y de traiciones, que pone en escena la debilidad humana”, asegura Fabián Veloz, el barítono que encabeza el elenco principal en el rol del jorobado bufón de la corte de Mantua. La soprano rusa Ekaterina Siurina como la desventurada Gilda y el tenor bieloruso Pavel Valuzhin, en el rol del gozoso Duque de Mantua, completan el triángulo protagónico del elenco principal. Para las funciones extraordinarias el elenco de artistas nacionales estará encabezado por el barítono Leonardo López Linares como Rigoletto, Laura Rizzo como Gilda y Darío Schmunck como el duque de Mantua. 

“Rigoletto es un rol que quiero mucho. Lo interpreté muchas veces y en distintas circunstancias, pero notablemente desde que fui padre, cambió mi manera de encararlo y muchos de sus gestos se resignificaron”, asegura Veloz. “Deforme y humillado, en su oscuridad Rigoletto es un personaje contradictorio. Por un lado es el burlón de la corte, un cruel que busca venganza y por el otro el padre capaz de dar todo por su hija Gilda”, agrega el barítono nacido en Ayacucho, provincia de Buenos Aires, donde comenzó sus estudios antes de ingresar al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. La trama que traza Verdi no deja margen para la inocencia y sobre cada personaje pesa el presagio de la maldición, que se escucha desde los primeros acordes de la obertura. Para vengar a su hija Gilda, secuestrada y violada por el Duque, Rigoletto arreglará con Sparafucile, un matón rentado, mientras en el ambiente escabroso y decadente de una corte, morada para el regodeo una manga de inútiles, se busca la manera de humillar al jorobado burlón.  

“No creo que haya mucho para innovar sobre un personaje tan transitado como Rigoletto, que sin embargo es siempre desafiante y en su complejidad se puede abordar desde distintas perspectivas. Verdi es un compositor inagotable y sus personajes son generosos en este sentido, siempre ofrecen la posibilidad de salidas novedosas”, dice Veloz. “La gran dificultad de este rol es sostenerlo, hacerlo creíble en su complejidad, concentrar en un personaje una bipolaridad en la que los límites entre el bien y el mal nunca son nítidos”, agrega el cantante.

Conforme con cierta estética de lo feo que a mediados del siglo XIX todavía no había entrado en el mundo de la ópera, Verdi buscó que la crudeza de lo real prevaleciese sobre el bastimento de lo bello. En este sentido Rigoletto es un personaje que en su tragedia sublima lo espantoso de su aspecto físico y lo terrible de un espíritu fragmentado. “Por supuesto que este es un Rigoletto que no disimula su joroba, su fealdad. Verdi pensó en lo horrible para un personaje que se mueve entre mundo cínico y morboso, del que en el fondo disfruta, y el amor por su hija”, describe el barítono. Recién llegado de Pekín, donde a fines de enero interpretó en el Gran Teatro Nacional de China el papel de Giorgio Germont en una producción de La traviata, Veloz no oculta las ansias por ser parte importante en la puesta que inaugura la temporada lírica del Colón. “Es un compromiso importante, sin dudas, además con uno de los títulos más admirados de Verdi y eso me entusiasma”, dice. “Tengo una hermosa relación con los roles verdianos. Verdi te pone ante desafíos que más allá de lo vocal tienen que ver con lo dramático y sobre todo con la manera de poner la voz en relación con la orquesta. Rigoletto es una gran ejemplo de esto: aquí Verdi maneja una serie de sutilezas que es necesario descifrar con cuidado, y en eso Benini es el gran maestro que hace que todo resulte más fácil”, concluye.