Comida portable 

Pablo Mehanna

El local es diminuto y austero, sin grandes carteles ni luces que oficien de guía. Lo más fácil es identificarlo por la fila que se arma en la puerta al mediodía. Algunos piden para llevar, otros se acomodan en un banco que hay en la vereda o en la madera que está sobre el árbol vecino. Roll N’Liu abrió hace sólo once meses, pero ya se ganó su fama en el barrio de Chacarita. El gancho, la atracción estrella, es un falafel crocante y delicioso;  no muy lejos le siguen los rolls, ensaladas –con todo– y platos calientes, que completan una buena opción para el mediodía. 

“Hacemos comida portable”, define uno de los dueños, Pablo, un ex productor audiovisual que cocina desde los cinco años y antes de dejar su profesión se nutrió de recetas recorriendo el mundo. “El falafel lo aprendí durante los viajes, aunque luego tuve que adaptarlo al paladar porteño. Si le das un grano de coriandro entero, por ejemplo, te matan”, cuenta. 

Todos los platos son vegetarianos porque el propio Pablo lo es hace doce años, y está convencido de que se puede comer de manera saludable y sabrosa, sin maltratar ningún animal. Hay cinco variedades de rolls ($90): desde el picantón y sustancioso “No mames Lui” (maíz, palta, aceitunas negras, tomate, rúcula, mayonesa vegana, porotos negros y salsa picante) hasta el mediterráneo Bruce Lui (rúcula, brie, hongos, aceitunas negras y tomates secos). A todos se les puede (¡se les debe!) agregar falafel, que es apto para celíacos. Lo mismo que a las ensaladas, que se arman en el momento. Las salsas, desde la barbacoa hasta el hummus y la mayonesa con zanahoria, también están hechas por ellos.  Entre los platos calientes figuran el curry con leche de coco –“el curry viene traído de la India, por amigos”, aclaran–, el chaufa o, en invierno, sopas para el frío.  

Roll N’Liu es una buena opción de paso en un barrio de gastronomía emergente. “Le tenemos mucha fe a Chacarita, es un barrio muy auténtico, muy original”, dice Pablo. 

Roll N’Liu está en Jorge Newbery 3674. Teléfono: 4551-3767. Horario de atención: lunes a viernes al mediodía; viernes también por la noche.  


Juego de roll

Pablo Mehanna

 El nombre de este kiosco palermitano de cortina de metal graffiteada y paredes intervenidas es un juego de palabras entre la calle donde está ubicado, Fitz Roy, y su plato estrella, los rolls: Fitz Roll. Lo abrieron hace cinco años Elizabeth y Hernán, que pasaron en este tiempo de ser pareja a muy buenos socios, y que siguen convencidos de su motto inicial: “hacer comida rica, sana, barata y abundante”. Y, por suerte para los clientes, la promesa se cumple. 

Buena parte de la fórmula del éxito es que la comida se hace diariamente, partiendo de mercadería fresca y calculando las porciones que se pueden llegar a despachar. Nada se disfraza ni se refrita para la jornada siguiente. “Sacamos unos cien platos cada mediodía, entre ensaladas y rolls. Y siempre se acaba. Por eso, recomendamos conviene venir temprano”, dice Elizabeth. 

El roll del día cuesta el imbatible precio de $45 (¿qué otra cosa se puede comer hoy por ese dinero en Palermo?) y puede ser, por ejemplo, de pollo, choclo, queso, zanahoria con mayonesa de verdeo o de pollo, tomate, huevo, zanahoria, lentejas, verdeo con mayonesa de olivas negras. Casi siempre la proteína es pollo, porque es la que más piden los habitués, aunque también tienen opciones de atún ($68) y de carne ($60), en este caso cocida en uno de esos spiedos verticales típicos de los shawarmas.  Además, hay ocho vegetales fijos, dos que rotan y tres o cuatro ingredientes “secretos”, solo disponibles para los que se acercan al kiosco. Cebollitas en vinagre, parmesano, pasta o garbanzos pueden ser algunos. Si se elige la opción combo, por 30 pesos más se incluye una bebida y un postre, que puede ser chocotorta, Yimmy casero, arroz con leche o cheesecake. 

Rico, sano, barato y abundante: cuatro palabras que muchos usan, pero pocos cumplen. Fitz Roll lo hace, e incluso aporta un poco más: alegría para el corazón y para el bolsillo. 

Fitz Roll queda en Fitz Roy 1841. Horario de atención: lunes a viernes al mediodía. 


Sándwich en español 

Pablo Mehanna

A las 12 en punto, mediodía tras mediodía, con sol fulminante o lluvias torrenciales, el mostrador renace rebosante de la oferta de la jornada: un nutrido grupo de sándwiches elaborados en diferentes panes, ensaladas y las especialidades del día, que podrán ser desde milanesas de berenjenas hasta calabazas rellenas. Pasadas las tres ya queda poco, muy poco, de lo que se sacó a la venta unas horas antes. Se trata de Rioja Mola!, pequeño local que abrió hace cinco años, pegadito al restaurante español Rioja, en el Microcentro porteño, y que para diferenciarse, le sumó esta expresión derivada del caló, el idioma de los gitanos, y que significa que algo gusta. 

“Nació un poco como consecuencia de la crisis, quisimos captar al trabajador de la zona que a veces no puede acceder a un almuerzo ejecutivo en el restaurante”, dice Peter Bello Arias, hijo de inmigrantes españoles y gastronómico por herencia, quien también está al frente de las hamburgueserías Del Toro. 

Si bien es un kiosco al paso, en la vereda hay algunas mesas para los que quieren hacer un breve alto. Los sándwiches son la especialidad y fueron bautizados con nombres de provincias españolas. Se destacan, por ejemplo, el madrileño (clásico de tortilla de papas, $55), el Ibiza (rabas y guacamole, $65), el Rioja (jamón crudo, tomates secos, rúcula, queso brie y manteca de hierbas, $65) o el simple y efectivo Sevilla, con peceto, queso, tomate y rúcula. Para los vegeterianos la mejor opción es el Valencia, con un mix de vegetales grillados y guacamole ($58). 

En el rubro ensaladas no hay tanto sentido lúdico y mandan las clásicas: la Caesar, la Mediterránea y la Girona (con salmón, brie y almendras tostadas). Los precios, amables y acordes a la idea original de su fundador, van de los $58 a los $78. 

Simple, rápido y económico: Rioja Mola! se convirtió así en una parada habitual y recomendable para los trabajan cerca o transitan con frecuencia por el siempre arduo Microcentro de Buenos Aires.

Rioja Mola! queda en Belgrano 958. Teléfono: 4331-0258. Horario de atención: lunes a viernes al mediodía.