El presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, renunció ayer a buscar un quinto mandato. El anuncio llegó después de las enormes protestas ocurridas en el país en las que se lo acusaba de aferrarse al poder a pesar de su frágil salud. No obstante, informó que postergará las elecciones hasta que termine un proceso de reformas políticas y constitucionales. Implícitamente, entonces, indicó que piensa prolongar su gobierno más allá del fin de su mandato el próximo 28 de abril.
“No habrá quinto mandato y nunca fue mi intención, pues mi estado de salud y mi edad solo me otorgan como último deber ante el pueblo argelino la contribución a la instalación de las bases de una nueva República”, declaró Buteflika en un mensaje a la nación publicado por la agencia oficial APS. En ese texto, el mandatario dice comprometerse a entregar las atribuciones y prerrogativas de presidente de la República al sucesor que, dijo, el pueblo argelino elegirá libremente. “No habrá elección presidencial el próximo 18 de abril”, agregó el presidente y añadió que de esa manera satisface una petición insistente que muchos de los argelinos han expresado. “La próxima presidencial se realizará al término de una conferencia nacional inclusiva e independiente (...) equitativamente representativa de la sociedad argelina y de las sensibilidades que la recorren, que deberá esforzarse de completar su mandato antes del fin del año 2019”, concluyó.
La renuncia de Buteflika, quien lleva veinte años en el poder, a la reelección para un quinto mandato consecutivo llega acompañada con la dimisión del primer ministro, Ahmed Ouyahia, y de todo su Gabinete. Su decisión se produce en medio de una oleada de protestas masivas en todos los rincones del país y entre rumores sobre su verdadero estado de salud, ya que el mandatario, de 82 años, estuvo ingresado en un hospital de Suiza durante quince días hasta el domingo.
Las movilizaciones arrancaron hace varios meses en los campos de fútbol y saltaron a las calles del país el pasado 22 de febrero, dos días antes de que fuera trasladado a Ginebra para ser hospitalizado y antes de que el régimen suspendiera la inauguración del nuevo aeropuerto de Argel, a la que iba a asistir. Desde entonces, fueron creciendo cada viernes y mutando para pasar de ser una protesta contra el quinto mandato de Buteflika a convertirse en un clamor popular de centenares de miles de personas contra la corrupción de un régimen dominado por los militares y los servicios secretos desde la independencia de Francia en 1962.
Impuesto por el Ejército, Buteflika llegó a la presidencia tras las elecciones de abril de 1999, en las que ganó como único aspirante después de que sus seis adversarios denunciaran un posible fraude electoral. Con Argelia en plena guerra civil contra la guerrilla islamista -un conflicto que dejó oficialmente unos 200.000 muertos en 10 años- el nuevo presidente buscó restablecer la paz. En septiembre de 1999, logró un ‘sí’ masivo en el referéndum sobre la ley que amnistiaba a los islamistas armados que no cometieron crímenes de sangre ni violaciones y depusieran las armas, lo que provocó la rendición de miles de islamistas.
Buteflika luego concluyó la vía de acercamiento a las guerrillas islamistas que había abierto su predecesor, decretó una amnistía, quebró la resistencia de la parte más radical del Ejército y pacificó el país, que entró en una era de reconciliación y reconstrucción que aún no ha terminado.
En 2013 un accidente cardiovascular mermó sus facultades físicas y le impidió hacer campaña en las presidenciales del año siguiente. A pesar de ello, ganó nuevamente los comicios. Desde entonces no habla en público, se mueve en una silla de ruedas empujada por su hermano Said y sus apariciones públicas son escasas, reducidas a las imágenes grabadas por la cadena estatal con motivo del consejo de ministro o de visitas de altos dignatarios extranjeros.