El libro Soy Alexa, que acaba de publicar la editorial Chirimbote, en formato infantil, narra con fotos, textos, collages e ilustraciones, la transición que la patinadora llevó a cabo. Realizado por estudiantes de una escuela de San Pedro, lugar donde nació, creció y vive Alexa. Este año, el libro se convertirá en material de trabajo para jardines de infantes, preescolar, primero, segundo y tercer grado, en el marco de la implementación de la ESI en el Municipio de San Pedro. La salida del libro le generó una agenda que incluye visitas y charlas en Zarate, Rosario, Gualeguaychú, Lobos, Baradero. Alexa cuenta al Soy cómo fue su transición en una ciudad que tiene mentalidad de pueblo y cómo pasó se convirtió en la primera patinadora trans reconocida por la Confederación Argentina de Patín.
Las calles de San Pedro conducen en forma de cascada a las barrancas. Desde allí se pueden ver los sauces inclinados hacia el río marrón, a veces plateado. Bajando por unas largas escaleras de madera se llega a un oasis verde donde Alexa coordina un grupo de entrenamiento funcional cuando empieza a bajar el sol. Bandadas de cotorras van y vienen musicalizando la zona. De vez en cuando, cuando no hay mucho movimiento, se cruza alguna nutria que sale de los camalotes y corre hacia los pastizales. El grupo, integrado por hombres, mujeres y adolescente, se mueve al ritmo de Alexa, que comenzó a trabajar en el gym de su hermana, hasta que la situación económica del país las obligó a bajar la persiana.
Orgullo & Prejuicio
San Pedro es una pequeña ciudad de 40 mil habitantes con un puerto. Fundada en la margen del río Paraná, junto a la desembocadura del Arrecifes, con habitantes pacatos y conservadores. “Me costó mucho; pero es el lugar que amo”. En el 2006, Alexa se fue a vivir a Rosario, pero antes del año regresó a San Pedro. “Extrañaba mucho las calles, el barrio”. Tuvo que luchar contra las miradas inquisidoras. “A medida que crecemos nos vamos haciendo fuertes y armándonos de herramientas para sobrevivir. Hoy me encuentro con una ciudad distinta. Es muy loco ir caminando por la calle y que la gente me diga que me banca, que me quiere y admira; y sin conocerme”.
Con la agrupación San Pedro Diversidad hicieron un mural que decía: “Si me querés, quereme trans” en un espacio público donde transita mucha gente, y algunos se instala para tomar mates. Pero, a los pocos días de haberse inaugurado, lo atacaron y destruyeron. La decisión del colectivo fue dejarlo así, por un tiempo; para visibilizar los prejuicios y el transodio. “Una forma de resistencia”. Los vándalos que destruyeron el mural firmaron su intervención, y a los pocos días aparecieron los padres de los adolescentes en la casa de Alexa pidiendo disculpas en nombre de sus hijos. “Como yo no los conocía, no lo tomé como algo contra mí. Después lo volvimos a pintar y hasta el día de hoy está impecable. Sirvió. Todo lo que pasó es parte de esta lucha”.
La libélula
Comenzó su transición al ingresar al secundario, una escuela técnica de San Pedro donde el 80 por ciento eran varones cis. Evitaba los deportes porque estaban dividido para varones y mujeres: fútbol y vóley. “Siempre me quedaba aislada, mirando desde un costado la clase”. Pero en la escuela todavía no era Alexa. “Internamente sentía la necesidad de ser trans, pero no estaba preparada, ni segura, para dar el paso. En el colegio nunca hablé del tema. Después que egresé decidí iniciar mi transición de lleno. Con los años, me volví a encontrar con mis excompañeros, como Alexa; y la respuesta fue muy cariñosa. Fui muy estratégica a la hora de iniciar esta transición”.
A los 8 años la mamá le compró un par de patines, sin que ella se los pidiera, y lx llevó al Club Paraná para tomar su primera clase. “Me va a pasar lo mismo que en la escuela, pensé, porque creía que todos los deportes eran iguales. Sin embargo, cuando me subí a los patines sentí la sensación de volar y nunca más me quise bajar”.
Hasta el año pasado daba clases de patín, para nenas y nenes, pero por un tema económico este año no las continúa. Los papás de sus alumnxs le tenían confianza. “Eran super amorosos y amorosas cuando traían a sus hijos e hijas a patinar conmigo. Y los chicos son espontáneos, disfrutaban de la clase. Hubo mucha contención por parte de ellos hacia mí. Todo lo contrario de lo que yo esperaba, cuando existía el miedo y el prejuicio de que, las mamás pensaran que yo, por ser trans, no sea buena profe o confiable. Con mi identidad trans, los nenes y nenas, no tienen prejuicios. De cada alumnx me sorprendo porque las trans tenemos que estar explicando qué somos; y a mí eso no me sucede”.
Nacida para correr
Antes de su transición compitió para el Club Paraná de San Pedro pero tuvo que interrumpir los entrenamientos y la carrera de patinadorx, porque se retaba con varones y esa no era la categoría con la que se identificaba. Después, escuchó hablar de un Torneo en Vicente López. Llamó al organizador y le dijeron que podía competir como ella se sentía: una mujer. Viajó sola. Esa fue la primera competencia como trans y ganó la carrera en velocidad. Cuando volvía en el micro tenía miedo que la confederación de patín no la aceptara; creía que esa había sido su única competencia. Después de unos meses le escribió al Presidente de la Confederación Argentina de Patín, Esteban González, planteándole su situación. La respuesta fue: “En un mes te contesto”. Ese mes, para Alexa, fue eterno. González la llamó y le dijo que se buscara un club para representar, porque empezaba a competir.
Actualmente entrena con Andrea González, quién fue 11 veces campeona del mundo en Patín carrera. “Cuando era un nenito que patinaba, ella era todo para mí; y hoy es mi entrenadora y mi amiga”. Cuando la Secretaría de Deportes de San Pedro difundió la noticia hubo comentarios destructivos que decían que Alexa tenía la fuerza de un hombre y que las demás chicas corrían con desventaja. “Eso fue acá y es berreta, de varieté; que mayormente hacen los hombres, muy futboleros, los que piensan que por ser una chica trans corro con ventaja ante una compañera cis. La verdad es que no. Si no entrenás y no sos disciplinada y no pensás en tu alimentación, claramente no te va a ir bien; seas transexual o no. No pasa por tener o no genitales, sino por la disciplina a la hora del entrenamiento”. Pero también hay gente que la defiende con los patines de punta.
El libro
La intención es educar y naturalizar la diversidad; que está, pero no existe si no se la nombra. En San Pedro, por donde comienza la campaña de Yo Alexa, como parte de la ESI, hay una comunidad de 40 trans asociadas a un colectivo. “Yo tuve la suerte de estar dentro del 5 % de las trans que no fueron excluidas de su hogar. Que pude estudiar. Con el solo hecho de hacer un deporte, desarrollé una disciplina que me generó una educación y una formación; porque fui abrazada, y a mis compañeras lamentablemente, no les pasó eso a todas. San Pedro sigue siendo muy excluyente y a muchas de las chicas no le permiten desarrollarse como persona en lo laboral, en la salud. Con el colectivo intentamos acercarnos para ayudar a insertarlas y darles oportunidades desde el oficio y lo humano”.
En el libro aparece la palabra trans y no travesti. “Es lo mismo. Son generaciones que separan las definiciones. Trans es más contemporánea, lo usamos las jóvenes que continuamos el camino de muchas que vinieron marcándolo como Lohana Berkins, Susy Shock, Marlene Wayar, Diana Sacayan... fueron ellas quienes iniciaron el camino y quienes definen de manera matriarcal como Yo trava, yo travesti. Yo conecto la palabra trans como la continuación del legado. La palabra travesti trava tiene historia y mucho respeto”.
El libro, este año, tiene el destino de volver de donde salió: a las aulas. Fue realizado por chicxs de 6º grado de la escuela Nº 11 de San Pedro y es el eco de muchas voces que piden vivir en paz y sin violencia: “Donde podamos ser quienes decidimos ser”, dice Alexa.