Prólogo por Blas Radi
(...)¿Son poesías trans, travas y no binaries porque sus autorxs lo son? ¿O sus personajes? ¿O los temas que abordan? Estas preguntas expresan una serie de ansiedades a las que nos hemos acostumbrado y que apuntan, en este caso, a tecnicismos que pueden parecer poco significativos. De todos modos son preguntas importantes, sobre todo porque todavía tanto los temas como lxs personajes trans, travas y no binaries son, con demasiada frecuencia, reducidos a tropos en obras de escritorxs cis.
“Cis” es un término con el que se hace referencia a las personas que no son trans. Su uso es muy discutido –sobre todo por personas cis–. Esto se debe en gran medida a que fue acuñado por personas trans, personas trans que hacen uso del poder de nombrar y que lo aplican sobre aquellxs que históricamente las han nombrado.
Por lo general nunca faltan quienes señalan que no se identifican como cis. Lamentablemente (para ellxs) eso es irrelevante. Volviendo, el hecho de que las personas trans, travas y no binaries tomen la palabra, tras una larga historia de objetificación -que aun no ha terminado- es considerada la característica fundamental del campo interdisciplinario de los Estudios Trans*.
El término “trans” ha sido utilizado por las comunidades como una campana semántica
para hacer referencia a aquellas personas que se identifican con un género distinto
al asignado al nacer. ¿Quiénes son estas personas? En principio, y en línea con gran parte de la bibliografía disponible en nuestro país, podríamos decir que son personas “travestis, transexuales y transgénero”. Sin embargo, sabemos de antemano que cualquier nómina estará siempre incompleta. ¿Y lxs que se identifican de otra manera? (...) Las comunidades han aprovechado el recurso haciendo de “trans*” un término político que puede leerse como “trans- lo que sea” y que permite hacer referencia a una clase relacionada de fenómenos sin tener que articular una definición precisa. Es razonable: sería ocioso asumir el compromiso de definir fronteras conceptuales en un territorio que se caracteriza ante todo por su imprecisión, contingencia, mutabilidad y resistencia a la gramática de la identidad que codifica nuestra experiencia cotidiana.
La poesía trans, trava y no binarie es un espacio político de resistencia que se desarrolla en las trincheras del lenguaje. Es una vivencia interna del género, una que desafía nuestros códigos lingüísticos y perceptivos, que cuestiona el canon literario, que moviliza y construye tramas semióticas que desconectan y conectan de manera provisoria la letra y la música del mundo. No tendría sentido ensayar aquí una definición, después de todo, de la poesía para adentro está todo permitido.
S/T por Federico Luis Braga
qué difícil y qué duro
esto de ser trans
salir todos los días a la calle
y que la gente te mire
de reojo o de frente
con vergüenza,
desde arriba
y de costado.
Que vean lo que tenés puesto
y opinen sobre la ropa holgada,
las zapatillas gastadas,
las piernas no depiladas,
las uñas mordidas,
el arito,
y el pelo corto;
y sin bastarles
te remarquen tu figura
y “cómo no la lucís”
y “por qué te tapás”
cuando a vos ya te duelen
los músculos
de tanto apretar las gambas
para que no se te note
tanto la cadera
y te cuesta respirar
por la faja,
el binder
o el top
que todos los días usás
religiosamente
y no salís si no lo tenés puesto
y no te importa
que ya hayan pasado
las ocho horas
porque la disforia
es peor
que cualquier comentario.
Qué difícil y qué duro
salir del closet
todo el tiempo
y aún peor
seguir adentro
y aguantar los pronombres
que no son tuyos
(y ni hablar del nombre
que no te corresponde).
Qué difícil y qué duro
vivir asustado
y con miedo
de entrar a un baño
y que te desafíen
o te peguen,
correr el riesgo
de que te acosen
o violenten:
“vos no entrás acá”,
“este no es tu lugar”.
Las risas lastiman,
la humillación se palpita
y las palabras son dagas
que no aportan nada.
Qué difícil y qué duro
tener relaciones
sabiendo que
no sos bueno en la cama:
das muchas vueltas,
no dejás que te toquen,
no te sacás las medias
y mucho menos la remera.
¡Qué difícil y qué duro, che!
tratar de explicar
lo que sentís
y vivenciás
y fallar,
una y otra vez,
en que les pueda interesar
a tu familia
o a tus amigues,
pero la primera
siempre duele más
porque es la que te toca
(toca la suerte loca)
y así te dicen a vos
cuando les contás
que sos un varón
y no la mujer
que elles vieron crecer