El cardenal australiano George Pell, ex número 3 del Vaticano, fue condenado a seis años de prisión por haber abusado sexualmente de dos chicos de 13 años, que integraban el coro de la Catedral de Melbourne. Pell, de 77 años, deberá cumplir al menos tres años y ocho meses de prisión, de acuerdo con la sentencia del juez del Tribunal del Estado de Victoria Peter Kidd, quien condenó al jerarca religioso por cinco episodios que perpetró mientras era responsable de la Catedral San Patricio en 1996. En la sentencia, el magistrado observó que los crímenes fueron cometidos con una “arrogancia asombrosa”, puesto que PEll confiaba en que las víctimas nunca iban a quejarse, dada su importancia en la jerarquía católica. Hasta diciembre, Pell fue el responsable de finanzas del Vaticano, con lo que se convirtió en el religioso de mayor rango y más edad en recibir una condena por delitos sexuales. La defensa del cardenal apeló, pero la audiencia para el reclamo fue fijada para junio.
Pell recién podrá reclamar el beneficio de la libertad condicional dentro de tres años y ocho meses, es decir, con más de 80 años. “Enfrentar la cárcel a su edad en estas circunstancias es un asunto serio para usted”, observó el juez Kidd, en referencia a la avanzada edad de Pell, quien rondaba los 50 años cuando cometió los abusos contra los niños, conocidos como J. y R. (este último fallecido en 2014), que motorizaron el juicio. Los abusos tuvieron “un impacto duradero y fuerte” sobre los denunciantes, detalló la sentencia. “Tomo en cuenta el profundo impacto que su delito tuvo sobre (sus) vidas”.
En el fallo, Kidd señaló que “durante el episodio (denunciado) J y R estaban llorando y moqueando”. “Desde m i perspectiva, el primer episodio, (ocurrido) en la sacristía del sacerdote, involucró un ataque sexual descarado y fuerte contra las dos víctimas. Los actos fueron sexualmente gráficos. Ambas víctimas estaban visible y audiblemente afligidas durante el delito”.
La condena consideró como agravante la posición de poder social y eclesiástica en la que Pell se encontraba, dado que el religioso se sirvió de ellas para garantizar el silencio de las víctimas. “En mi opinión, todo lo delictivo ocurrido en ambos episodios se vuelve significativamente más serio por las circunstancias contextuales o que los rodeaban, es decir, del quiebre de confianza y el abuso de poder”, observó el juez, quien añadió que “esto incrementa la gravedad de los delitos”. “Desde mi perspectiva, su conducta estuvo perneada por una arrogancia asombrosa”.
El fiscal Mark Gibson había solicitado que la sentencia fuera significativa dado que los delitos habían sido “humillantes y degradantes hacia cada una de las víctimas”. Durante el proceso, el denunciante contó que él y un compañero, ambos de 13 años, se habían escapado del grupo de coro mientras salían de la iglesia y se metieron, a escondidas, en la sacristía. Allí encontraron vino de misa y comenzaron a tomarlo, hasta que Pell ingresó en el lugar y cometió los abusos.