Seis estudiantes, un empleado y la directora de una escuela de la ciudad brasileña de San Pablo fueron asesinados por dos jóvenes que ingresaron al establecimiento educativo y dispararon a mansalva con armas de fuego. Luego de la masacre, que dejó un saldo de al menos 8 muertos y 17 heridos, los atacantes fueron hacia un corredor contiguo y se suicidaron. El tiroteo se produjo dos meses después de que el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, firmara un decreto que facilita a la población el registro, posesión y venta de armas de fuego y municiones en el país, una de las promesas de su campaña presidencial.
La tragedia comenzó pasadas las 9 de la mañana, cuando dos encapuchados llegaron a bordo de un auto blanco alquilado a la escuela pública Raul Brasil, a unos 60 kilómetros de la capital paulista, y “efectuaron varios disparos”, según informó la Policía Militarizada. El secretario de Seguridad Pública de San Pablo, Joao Camilo Pires de Campos, reveló que los atacantes, identificados como Guilherme Taucci Monteiro (17) y Luiz Henrique de Castro (25), eran ex alumnos de la escuela.
Según precisó el coronel Marcello Salles, de la PM, los tiradores habían disparado “primero al empleado de un lavadero de autos vecino a la escuela, que está siendo sometido a una cirugía para tratar de salvarle la vida”. El hombre era el tío de Guilherme Taucci Monteiro, uno de los atacantes.
“Luego ingresaron a la escuela y dispararon contra la coordinadora pedagógica y contra otra funcionaria de la escuela”, relató Salles. “Estaban en la hora de la comida, por lo que se dirigieron al patio y al centro de lenguas. Cuando estaban camino allí le dispararon a varios niños y al llegar al centro de lengua, una maestra y varios niños se encerraron en un aula. Ellos no pudieron entrar”, explicó el oficial. “Finalmente, se dirigieron a un corredor contiguo y se suicidaron”, agregó.
Según la Policía Militarizada, “los individuos portaban un número no identificado de revólveres”, “artefactos en mochilas semejantes a explosivos”, que están en vías de examinarse, “machetes” y “un arco y flecha”. Los disparos, precisó esta fuerza, se efectuaron desde un “revólver calibre 38”.
Seis de las víctimas y los dos atacantes murieron en el instante, mientras que otras dos personas fallecieron más tarde en el Hospital de Clínicas de esa ciudad, al que habían sido trasladadas después del ataque. La Policía Científica trabajaba ayer en el reconocimiento de las víctimas, mientras que aún se investigan los móviles del crimen.
“Fue la escena más triste a la que asistí en mi vida”, expresó el gobernador de San Pablo, Joao Doria. “Estoy consternado, en estado de shock”, agregó. La masacre ocurrió tiempo después de la asunción del presidente Jair Bolsonaro, quien arengó durante su campaña el uso indiscriminado de armas y firmó, hace dos meses, un decreto que facilita el registro, posesión y venta de armas de fuego y municiones en el país.
María Paula Guimarães de Lima, una de las alumnas de la escuela, estaba en el baño cuando ocurrió la matanza. “Estaba saliendo cuando oí el ruido de una explosión. Pensé que eran los chicos que siempre tiran bombitas, pero después oí otras diez, quince explosiones y me di cuenta de que eran tiros. Todo el mundo estaba gritando. Entonces volví al baño para protegerme, había otras diez personas ahí escondidas. Nos quedamos asustados, rezando para vivir”, contó la estudiante.
Minutos después de la tragedia, Juliano Simoes de Santana, un vecino del lugar, aportó su testimonio sobre lo ocurrido. “Vivo al lado, vi un tumulto y fui allá. Cuando llegué había varios niños saliendo, corriendo ensangrentados”, afirmó Juliano, quien quedó conmovido por la “desesperación” que se vivió en ese momento. Detrás de los niños, salieron “profesores, funcionarios, todos corriendo”, agregó.
Una comerciante que trabaja en un taller cercano al colegio, Jozielma Soares dos Santos, también describió el pánico que se vivió en el barrio durante la balacera. “Desde acá se escuchaban los tiros. De repente empezó a salir mucha gente de la escuela. Los chicos salían corriendo, llorando mucho, gritando. Una chica entró al taller desesperada, me pidió prestado el celular para llamar a su mamá, pero la llamada no entraba. Fue una escena horrible”, recordó la mujer.
Luego del desesperante episodio, se montó un cordón de aislamiento en la escuela y se trasladaron profesionales para contener a los familiares de los estudiantes. Durante el operativo se acercaron seis unidades de rescate de bomberos, tres unidades de ambulancias y dos helicópteros de la Policía Militarizada, que trata de investigar los motivos de la masacre.
El hecho recuerda a la masacre de 2011 de Río de Janeiro, cuando Wellington Menezes de Oliveira, un ex alumno de la escuela municipal Tasso da Silveira, en el barrio de Realengo, ingresó en un aula de séptimo grado ubicada en el tercer piso del colegio y comenzó a disparar, dejando un saldo de 12 muertos.