La inflación volvió a acelerarse, el consumo está en caída libre, el proceso de destrucción de empleo no se detiene y crece la precarización laboral. Pero el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, está convencido de que el poder adquisitivo mejorará en 2019. “Los salarios van a recuperar el poder adquisitivo, le van a ganar a la inflación”, prometió el funcionario al reiterar que la economía ya comenzó a mejorar. A pesar del optimismo exhibido por el funcionario, ni los pronósticos del FMI permiten anticipar una recomposición salarial que garantice un impulso vigoroso para la demanda interna. “Estos años han sido duros y difíciles. No se construye una economía sana de la noche a la mañana. Los resultados se van a ir viendo en los próximos meses y años”, expresó el titular del Palacio de Hacienda durante una entrevista radial.
Tras conocerse el alza del 3,8 por ciento registrada por el IPC en febrero, consultoras privadas, centros de investigación y universidades proyectan que los aumentos de precios superarán el 30 por ciento este año. Existen algunos gremios con capacidad de negociación para lograr mejoras en línea con la inflación, pero un segmento significativo de actividades debería conseguir sumas adicionales para reponerse del profundo recorte experimentado en sus salarios en 2018.
La capacidad de compra de los salarios experimentó el año pasado su mayor contracción desde 2002. Como consecuencia de la escalada de precios y el ajuste recesivo que acompañaron la corrida cambiaria, los ingresos reales de los trabajadores registraron un retroceso promedio del 12 por ciento que oculta una profunda dispersión entre sectores. Las caídas oscilaron entre 1 y 15 por ciento. A pesar de su magnitud, la pérdida de poder adquisitivo no es una novedad ya que los ingresos salariales acumulan una pérdida del 14 por ciento desde 2015.
El profundo ajuste recesivo que siguió a la devaluación y el proceso de transformaciones estructurales abierto a finales de 2015 desarticularon el efecto igualador provisto por la negociación colectiva. La creciente dispersión salarial que supera a la registrada no sólo acrecienta la inequidad al interior del empleo asalariado sino que fragmenta y debilita el reclamo salarial para 2019.
No es la primera vez que el funcionario promete una recuperación del poder adquisitivo: “El aumento de los salarios en el año le va a ganar por goleada a la inflación”, aseguró el 2 de agosto de 2017. La remontada no se concretó en las dimensiones vaticinadas por el funcionario. Los salarios marcaron una mejora de apenas 2 por ciento que no permitió recuperar el terreno perdido en los primeros dos años del gobierno de Cambiemos.
“Ya no tenemos que salir del default, no tenemos que salir del cepo. La economía está lista para una inflación más baja y encadenar muchos años de crecimiento, está mucho más sana que hace tres o cuatro años atrás”, señaló ayer Dujovne a CNN Radio al reiterar la fallida fórmula de la austeridad expansiva.
La prometida recuperación salarial no sólo deberá conjugarse con la creciente dispersión salarial, sino que deberá sobreponerse a la sostenida destrucción de puestos de trabajo. Los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) muestran que la economía contabilizó en diciembre 191.300 empleos menos que un año antes. La mayor parte de esas posiciones afectadas por el desplome del mercado interno, la inversión privada y el ajuste del gasto público provienen de los asalariados del sector privado, donde se destruyeron 130.800 puestos. Así marcaron el mayor retroceso laboral desde 2002.
@tomaslukin