Kuai Music, el sello discográfico que nuclea mucho del talento vertido en Buenos Aires en nombre del jazz, inaugura otro año de actividad con un festival. Hoy las 21.30, en el Roseti (Roseti 722), tendrá lugar la primera Kuaifest de 2019. Actuarán Trébol, con Sergio Wagner en trompeta, Mauricio Dawid en contrabajo y Sergio Verdinelli en batería; el Trío Borocotopo del saxofonista Rodrigo Domínguez, con Mariano Otero en contrabajo y el mismo Verdinelli en batería, y Elstein 4, el proyecto del baterista y compositor Andrés Elstein, con Lucas Goicoechea en saxo alto, Nataniel Edelman en piano y Juan Bayon en contrabajo. Carla Acuática estará a cargo de los visuales.
Kuai Music comenzó en 2014, a partir de la movida creada por músicos de la generación de los “venti” y los “trenti” que buscaban abrirse caminos en la escena del jazz en Buenos Aires. Nuclear esfuerzos para crear un espacio común fue la premisa que impulsaron Mauricio Dawid, Damien Poots y Juan Bayón, artífices de un proyecto en el que conviven artistas tan diferentes como la pianista Paula Shocron, el baterista Fran Cossavella o la saxofonista Camila Nebbia, por citar algunos de los nombres posibles. Y esa variedad es parte del atractivo del sello.
En estos años de vida, Kuai Music editó 54 discos, a través de los que es posible comprender y apreciar una buena parte de lo que suena en la música creativa de Buenos Aires. Entre las últimas producciones del sello está Las formas cambian, de Andrés Elstein, un trabajo por riesgo y originalidad resume el espíritu poco complaciente que mancomuna a los artistas reunidos en torno a Kuai. “Pensé una combinación de instrumentos poco usual para una música en gran parte escrita, con momentos de improvisación”, explica Elstein. “Salió una música que por densidad y color es distinta a la que proponemos con el cuarteto. Desde ya por el tipo de formación, pero también porque se trata de otro plan en la composición y la ejecución. La del cuarteto es una música más abierta, más directa”.
La composición y la performance, el uso de la disonancia, las asimetrías y la organización rítmica distinguen su música, que busca continuamente evadir los lugares comunes. “Soy de una generación que se formó escuchando de todo y en este sentido compongo y toco sin mayores prejuicios. No creo que en la música que hago haya sustanciales novedades. Muchos de los recursos que utilizo para componer ya se experimentaron en los ‘60, con tipos como Anthony Braxton o el mismo Coltrane. Simplemente trato de recostarme sobre una de las tradiciones posibles en el jazz, que tiene que ver con liberarse de ciertos esquemas”, dice el baterista.