En febrero se pagaron 11.632 millones de pesos en concepto de intereses de deuda, un 54,9 por ciento por encima de igual mes del año pasado (7510 millones), según el informe del Resultado Fiscal que difundió hoy el Ministerio de Hacienda. Estos pagos equivalen a casi dos veces el superávit primario obtenido durante ese mes, de 6726 millones de pesos, conseguido a costa de un brutal ajuste en el gasto público que paralizó la actividad económica. Si se suma el resultado de enero, en el bimestre los intereses insumieron 88.328 millones de pesos, un 136,6 por ciento más que en el mismo período de 2018, cuando esos compromisos sumaron 37.328 millones de pesos. En contraposición, el gasto en inversión durante el primer bimestre del año de agua potable y alcantarillado se retrajo 5,2 por ciento en términos nominales y en Educación se desplomó en 17,1 por ciento.
Desde el Gobierno celebraron el impacto primario del ajuste pactado con el Fondo Monetario, que implicó reducir en términos reales los gastos. Crecieron nominalmente en febrero un 29 por ciento contra una inflación interanual de 51,3 por ciento, en tanto los ingresos aumentaron 48 por ciento. El resultado primario fue superavitario en 6726 millones de pesos y en el bimestre alcanzó a 23.384 millones de pesos. El resultado financiero fue deficitario en 4906 millones de pesos en febrero y en 64.944 millones en el acumulado del primer bimestre.
El programa económico al que se sometió el Gobierno para conseguir fondos frescos de FMI contempla un ajuste extraordinario sobre las cuentas públicas, con caída real (descontada la inflación) en todos los gastos para lograr un equilibrio primario (sin contar intereses).
El objetivo es precisamente que ese ahorro o superávit sirva para compensar el creciente peso de los intereses de deuda, la cual sirvió en los últimos años para financiar la fuga de capitales. De esta manera, el oficialismo se asegura un flujo financiero para cumplir en este año electoral el pago de intereses y no caer prematuramente en un inevitable default y mantener el canal abierto a la compra de divisas, que fue la base de sustentación política de Cambiemos.
Este ajuste en un escenario inflacionario, el más alto nivel en los últimos en 27 años, profundiza el impacto recesivo, mientras que la devaluación del peso acelera el crecimiento de la deuda pública. Así el resultado primario fue superavitario en los primeros dos meses del año en 23.384 millones de pesos frente a un déficit 16.299 millones de pesos, mientras que el peso de la deuda generó un déficit financiero de 64.944 millones, un 21,1 por ciento por encima de igual bimestre del 2018 (de 53.627 millones de pesos).
De acuerdo con el informe oficial, en febrero los gastos primarios ascendieron a 249.863 millones de pesos, lo que representó “una caída de 15 por ciento en términos reales respecto de febrero de 2018”, según el informe de Hacienda. Los ingresos totales del mes ascendieron a 256.589 millones de pesos. En el bimestre los ingresos primarios representaron 532.242 millones de pesos, con un aumento nominal de 43,1 por ciento y los gastos sumaron 514.858 millones, con un 31,2 por ciento de alza nominal.
En el bimestre los principales recortes estuvieron vinculados con las prestaciones sociales, que en conjunto se ajustaron un 29,2 por ciento frente al 51,3 de inflación de doce meses a febrero. En asignaciones familiares en el bimestre el gasto fue de 15.155 millones de pesos, un 7,7 por ciento más que en el período enero-febrero de 2018; es decir que se mantuvo casi estable hasta en términos nominales. En jubilaciones y pensiones fueron 236.205 millones de pesos, con un alza de 30 por ciento, seguido por otras asignaciones para protección social (14.947 millones), 38,8 por ciento. En materia de subsidios, pese a los tarifazos en transporte y energía, la partida insumida fue de 35.256 millones de pesos, un 84,6 por ciento por encima de igual bimestre del año pasado, mientras que las transferencias a las provincias (75.060 millones) aumentaron 74,8 por ciento.