La economía retrocedió 2,6 por ciento en 2018, según el Estimador Mensual de Actividad Económica del Indec. La caída alcanzó el 7,0 por ciento interanual en el último mes del año pasado. El 2019 no comenzó mejor.
Según la ultraliberal FIEL, la producción industrial cayó 8,5 por ciento interanual en enero. El retroceso fue un poco mayor (-8,8 por ciento) en el índice Pymes industriales elaborado por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa.
Por otro lado, la recesión económica no logra frenar la suba de precios. El dato inflacionario de enero fue un duro golpe para el gobierno nacional. El miércoles 13 de febrero, Macri declaró que la inflación estaba bajando. Un día más tarde, el Indec informó que la tasa de variación mensual del IPC (2,9 por ciento) había superado el registro previo (2,6 por ciento). La inflación de febrero fue peor: 3,8 por ciento, y 51,3 por ciento interanual
El único dato tranquilizador fue el mantenimiento de la “pax cambiaria”. Esa estabilidad fue acompañada con una sostenida rebaja de la tasa de política monetaria. En las primeras seis semanas de 2019, el rendimiento de las Leliqs descendió 17 puntos porcentuales (de 60 a 43). Sin embargo, el Banco Central modificó esa tendencia con la suba del tipo de cambio. En pocos días, la tasa promedio ascendió al 64 por ciento. Las idas y vueltas no hacen más que revelar la fragilidad del esquema macroeconómico.
Mientras eso ocurría, el Presidente emprendió una gira por India y Vietnam. La visita a tierras asiáticas fue una oportunidad para “escapar” de la “caliente” agenda doméstica. El oficialismo insistió en el remanido mensaje de que Argentina había “vuelto al mundo”. En esa línea, Macri sostuvo “como nunca antes en la historia de nuestro país, logramos un nivel de respaldo y apoyo en la comunidad internacional”.
Lo cierto es que los resultados de la gira asiática fueron muy pobres. Uno de los pocos anuncios concretos fue la posible apertura del mercado indio para ciertos productos (limones, huevos frescos y ovoproductos, harina de pescado y de hueso, semillas de chía).
El periodista Marcelo Zlotogwiazda comentó que “el gobierno festeja que la Argentina va a exportar a India limones, huevos, naranjas, mandarinas, pomelo, usas y semillas de sésamo. Pasamos de pretender ser el supermercado del mundo a la verdulería y frutería”. Ese comentario refiere al patrón de inserción internacional impulsado discursivamente por el macrismo. Por ejemplo, en la inauguración de la 131º Exposición Rural, Macri planteó que “tenemos que pasar de ser el granero del mundo al supermercado del mundo”.
Esa estrategia de especialización productiva tiene severas limitaciones para incluir a 44 millones de habitantes. Más allá de eso, el modelo fracasa en sus propios términos, tal como señalara el presidente de la Unión Industrial Argentina en marzo del año pasado. En esa oportunidad, Miguel Acevedo sostuvo que “hoy más que el supermercado del mundo, tenemos el mundo en nuestros supermercados”.
El panorama sectorial empeoró desde entonces. Los balances de las principales compañías productoras del alimentos (Arcor, Mastellone, Molinos) acumulan pérdidas millonarias. Según datos oficiales, la industria de alimentos apenas tiene un 58,9 por ciento de utilización de la capacidad instalada. Un supermercado del mundo que trabaja a media máquina.
@diegorubinzal