“Cada una de ellas se incendia… se entrega por completo a su música”. Bendito es el chileno Nano Stern entre mujeres. Entre tres mujeres, esta vez, que lo acariciarán con sus voces hoy en La Usina: Luciana Jury, La Bruja Salguero y Micaela Vita, nada menos. “Vamos a compartir canciones mías, de ellas, y del repertorio trasandino. Me siento afortunado de poder invitarlas y creo que Argentina debiese estar profundamente orgullosa de tener tantas cantoras poderosas en un mismo momento”, presagia él, y luego se desliza hacia el lado del hacer. “Los conciertos serán extensos, intensos y telúricos. En concreto, recorreremos gran parte de mi discografía junto a una banda transandina, y habrá espacio para nuevas canciones” anuncia el consumado cantautor, en los momentos previos a su presentación en Caffarena 1.
La nueva incursión de Stern por Buenos Aires se da en un marco propicio para él y sus músicas. Durante el último festival de Cosquín, en rigor, el artista sorprendió a propios y extraños con un formidable concierto en el que, además de recibir en escena a Bruno Arias, Manu Sija y Pedro Aznar, plantó bandera militante al recordar a Víctor Jara (“Todo lo que tengo”, mediante) e invocar las luchas de Santiago Maldonado y Camilo Catrillanca. “La lucha de ellos es nuestra lucha, en ambos lados de la cordillera”, se la jugó durante aquella luna en pleno set.
–Uno de los momentos álgidos de su escueta pero intensa presentación fue cuando cantó a Jara ¿Cuánta falta hace su voz aquí y ahora?
–Mucha. Lo veo como una luz constante en el firmamento del canto popular. Es clara y constante, como la cruz del sur, y a través de su brillo podemos orientarnos. La vida y la muerte de Jara son un ejemplo de integridad, amor y consecuencia. En septiembre tuve el privilegio de ser invitado al Festival de Arte y Memoria, organizado por su familiar. Fue una semana de conciertos en el estadio donde fue asesinado, y lo que ocurrió fue conmovedor, con músicos de Inti Illimani, Quilapayún y Joan, su viuda.
–Ya que trae el tema, circula en las redes una versión de “Samba Landó”, del Inti, que usted hizo con Manuel García en el Teatro Oriente, de Santiago. Al final, su colega dice ´el Inti unido jamás será vencido´ ¿Qué le sugirió ese pedido, a sabiendas de la fracturas internas que sufrieron tanto ese grupo como Quilapayún?
–Es una lástima. Pero no es un tema que me corresponda. Somos muchos los que deseamos, ya a modo de quimera, que logren solucionar sus diferencias y hacer al menos un gesto de generosidad con sus respectivos legados.
–¿Cómo se posiciona respecto de lo que está pasando en América Latina?
–Estamos recién en el inicio de un nuevo ciclo político que viene a barrer con todo lo que fue la ola progresista de las últimas décadas, pero creo que las izquierdas tienen que dejar de darse las mutuas condolencias y darse cuenta de que si no se da una articulación concreta, rápida y acorde a las problemáticas del siglo XXI (no del XX ni del XIX), el continente entero puede irse al carajo a costa de la dignidad de los pueblos y para la alegría de las billeteras de unos pocos.
–¿Una respuesta rápida, en este sentido, sería la de los movimientos feministas, por ejemplo?
–Si, porque a la vez estamos viviendo una revolución cultural importantísima y totalmente necesaria de la cual las mujeres son protagonistas. Y eso se ve reflejado en la música. Invitar a tres cantoras al recital del domingo (un día antes toca en Guajira de La Plata) es una respuesta natural a eso. Las voces de ellas hablan desde un lugar que tiene una potencia que no alcanzamos los hombres, acostumbrados a que todo se nos dé fácil y a estar “del lado del poder”. Pienso en Sor Juana Inés de la Cruz, pienso en Violeta Parra, en Hannah Arendt, y en tantas mujeres que han sabido levantar sus voces contra viento, marea y opresión.