“Pensar que hasta hace un tiempo en la AFA ni había baños para nosotras”. Bettina Stagñares, coordinadora del fútbol femenino de Estudiantes de La Plata, lo dice y se saca una foto con la imagen que indica que ahora sí, hay: es ahí, donde está el dibujo de una chica con vestido. La imagen es una más: el partido que las futbolistas juegan contra el destrato suma años. Pero así como ahora en el edificio de la calle Viamonte las mujeres ya no necesitan ir al bar de al lado para hacer pis, fueron testigos de un cambio fundamental. El presidente de la máxima entidad Claudio Tapia anunció formalmente que el fútbol femenino en Argentina será profesional. Quedó firmado: el fútbol también es de las pibas.
La transformación incluye a Bettina, ex jugadora del equipo platense, a Macarena Sánchez, la delantera de la UAI que fue dejada libre por su club, e inició una demanda reclamando su derecho como trabajadora, poniéndose así a la cabeza del grito para exigir un fútbol femenino profesional. Y es también de las mujeres que jugaron un Mundial en 1971, de las futbolistas de los ‘80, los ‘90 y los 2000; de las chicas de la Selección que hicieron una huelga en 2017 para pedir mejores condiciones; de las que armaron la foto del Topo Gigio en la Copa América del año pasado por el mismo motivo. De las que empujaron desde afuera de la cancha, subidas a la ola de un movimiento feminista que parece decidido a cambiar todo lo que deba ser cambiado. Y de todas las capitanas de los equipos que posaron para la foto con Tapia, representando a sus compañeras y a un pedido que ya no podía postergarse.
Aunque el presidente haya contestado que no, que él no tuvo ningún reclamo durante su gestión, y que quien sigue el deporte sabe que fue él quien avisó de este plan. En la conferencia de prensa junto a Sergio Marchi, titular de Futbolistas Argentinos Agremiados, Tapia dio los detalles y nombró cuatro puntos clave:
- La entidad enviará 120 mil pesos mensuales a los 16 clubes de Primera división para que firmen contratos con un mínimo de ocho jugadoras, y un máximo de 11.
- El sueldo básico será equivalente a los futbolistas de la Primera C del torneo de varones.
- Las jugadoras accederán a obra social y atención médica.
- Se creará un torneo llamado Fútbol en evolución, similar a la Copa Argentina, que se disputará con equipos del interior que hoy no compiten en el campeonato local (integrado por clubes de la Ciudad y la provincia de Buenos Aires). Se empezará a jugar a fin de año o a principios de 2020.
La profesionalización se instrumentará en un plazo de 60 días, después de que se publique la noticia en el Boletín Oficial de AFA.
La revolución tiene a miles de mujeres futbolistas, pero germinó también en una reunión previa a este anuncio. Fue en la semana previa a Carnaval, a fines de febrero, cuando las capitanas de los equipos se reunieron con Macarena Sánchez y Matías Lammens, el presidente de San Lorenzo. En la mesa se elaboraron propuestas. La idea de las jugadoras era que la profesionalización contemplara también la mejora de las canchas y de los vestuarios. Ese proyecto se le entregó a Tapia. Lo que comunicó se acerca bastante al bosquejo que le hicieron llegar. Nadie podrá cuestionarle nunca que el gran paso se dio durante su gestión. “Yo rompí el chanchito”, dijo, cuando se retiraba de la sala.
Elisabeth Minning, arquera de Boca, contó que estaba contenta: “Nunca pensé que esto se iba a dar, pero también tengo preocupaciones. ¿Qué sucederá con mis compañeras que por ahí no pueden acceder al contrato? ¿Generará eso una situación de conflicto? ¿Podrán poner plata los clubes para tratar de pagarnos a todas? Son dudas, se irá viendo todo en el camino. Este es un puntapié inicial”.
La imagen del saque para arrancar un partido la usaron casi todas las presentes. Florencia Romero, capitana de Racing, reflexionó: “Debería ser un acuerdo con contratos para todas, porque sino sigue habiendo desigualdad. Desigualdad entre nosotras. Tiene que haber aportes de los clubes, de empresarios. Estaría bueno que los dirigentes viajaran y fueran a Europa, donde hay partidos de mujeres que convocan a 40 mil personas, para ver qué pasa ahí, cómo se arma eso”. Ella, que trabaja en una agencia de autos como gestora, hizo el cálculo: si los 120 mil pesos se dividen en ocho jugadoras, cada una cobrará 15 mil pesos mensuales, una suma que no le alcanzaría para vivir.
En este sentido, Fernanda Frambati, de Banfield, también hizo cuentas: “Es cierto, no sé si va a alcanzar para vivir, pero al menos para comprarte los botines, que a veces no te alcanza. No se puede empezar a correr sin caminar, así que creo que es un primer paso. Seguiremos peleando”.
Tapia, autoproclamado como el presidente de la igualdad de género, enumeró los logros de su gestión en el fútbol femenino: “Les dimos oportunidad de que empiecen a recuperar el roce internacional, ahora vamos a inaugurar el primer vestuario y una utilería con su lavandería para ellas”. Al mismo tiempo, consideró: “Los resultados deportivos también son importantes. Porque cuando la pelota entra nos ponemos contentos... Pero cuando no entra…”.
En Twitter, Macarena Sánchez escribió: “El fútbol femenino es profesional gracias a NOSOTRAS. A las que nos bancamos tantos años de mierda. Esto es el comienzo, hay que seguir reclamando por lo que todavía falta. Y a aquellxs que decidieron callar, entiendan ahora la importancia que tiene alzar la voz”.
Bettina Stagñares sale del baño de mujeres, y dice que la organización colectiva fue fundamental para conseguir el baño y la profesionalización: “El empujón final lo da el feminismo, que nos junta, que nos hace empujar, alzar la voz y animarnos, como se animó ‘Maca’ y sirvió para que otras también se empoderen”.