La clase media/media baja se siente insegura. No sólo debido a los enormes problemas de seguridad pública si no que se siente insegura en el trabajo, en su economía, en su calidad de vida. Esa clase media baja que fue parte central de la victoria de Cambiemos, que votó con la esperanza de vivir mejor, hoy, en medio de la crisis y la amenaza de colapso económico, está decepcionada. Pasó de la promesas de eliminar ganancias, pobreza cero y mantener lo bueno, a restringir consumos básicos.
Según informa el GCBA, comparando el tercer trimestre de 2017 con el del 2018, en la Ciudad 160.000 porteños se “cayeron” de la clase media y pasaron a conformar lo que técnicamente se denomina no pobres en situación vulnerable y sector medio frágil. Un sector que ronda el 16/20% de la población de CABA, a los que la crisis que vivimos les cambió los hábitos, siempre para peor.
Nuestros datos, los que obtenemos en el Monitor del Clima Social, dan cuenta de este proceso. En relación a octubre de 2017, hoy hay alrededor de un 20% más que se muestran preocupados por la situación socio-económica. Quienes han cambiado las marcas de los productos que compra pasaron del 57% al 78%; los que evaluaban negativamente la situación económica del país eran 52%, hoy son el 71%; en octubre de 2017 el 48% afirmaba que no le alcanzaban sus ingresos, ahora son el 65%.
La clase media baja se ve afectada a diversos niveles. En el AMBA, entre los que educan a sus hijos en el sistema privado, alrededor del 60% considera cara o impagable la escuela. Cuestión que se traduce en baja de la matrícula en decenas de miles. En la salud el impacto se expresa en la caída en los afiliados a las prepagas y en la baja en la compra de medicamentos (en noviembre pasado más del 60% consideraba que sus precios eran muy altos). En lo que respecta al ocio el ajuste personal es más fuerte. En diciembre pasado consultamos sobre las vacaciones: el 70% de los entrevistados no pensaba tomarse vacaciones. Según datos oficiales, en 2018 hubo en relación a 2017 236.000 espectadores menos en los cines de la Ciudad. Si lo comparamos con 2015 son un millón menos
Las tarifas de servicios públicos se han convertido en un calvario, más del 70% las considera caras o imposibles de pagar. El aumento del costo del trasporte en su diversas modalidades preocupa cada mes un poco más.
Los jubilados con la caída del 20% en sus ingresos en 2018 forman parte importante de esta problemática, en este caso la caída de ventas de más 100 mil unidades por día muestra lo terrible de esta situación
Este sector, muchas veces desatendido por los gobiernos, que desde su perspectiva paga dos veces la salud y la educación (la pública con sus impuestos, la privada directo desde su bolsillo), sufre particularmente la prolongación de la crisis. El aumento del desempleo y la caída del salario real los amenazan en su calidad de vida. Cambiemos ha hecho muy poco por ellos; sólo les ofrecen un discurso del miedo y el odio donde sus “enemigos” son migrantes, “planeros” y sindicalistas. Sólo miedos.
Así como los sectores más vulnerables necesitan acciones urgentes para afrontar la situación social que estamos atravesando, para este sector también se vuelve imperioso un gobierno que se haga cargo; que haga algo para frenar los precios, los cierres y los despidos. Y, sobre todo, necesita un gobierno que no le ofrezca sólo temores de cara al futuro. Necesitan una esperanza.
* Director del Centro de Estudios Metropolitanos (CEM).