Boca se impuso anoche por 4-1 a San Martín en Tucumán, aseguró su clasificación a la próxima Copa Libertadores y sentenció el descenso del Santo, que desde hace tres fechas es dirigido por Ricardo Caruso Lombardi. El triunfo aumentó, además, el buen record de Gustavo Alfaro en el Xeneize, donde acumula ocho triunfos, tres empates y sólo una derrota.
Lo visto en la Ciudadela fue casi una representación estereotipada de las actualidades (y carreras) de ambos DT, dos conocidos maximizadores de planteles humildes, aunque con un palmarés bastante contrapuesto (en favor del entrenador de Boca). Por el lado de Alfaro, sus dirigidos cumplieron a la perfección lo que el Xeneize viene insinuando últimamente: un arranque cauteloso y de estudio del rival (sólo cinco de los 21 goles de Boca en 2019 fueron marcados en la primera parte). Por los de Caruso, mientras tanto, se vieron las conocidas (y probadas) fórmulas del DT: línea de cuatro defensores de más de 1,80 metro de altura; cuatro volantes incansables por delante de ellos y dos jugadores de ataque bien definidos. Además, presión intensa –como la de Caruso al cuarto árbitro cada vez que hay alguna jugada polémica–, y pelotazos al área cuando era posible.
Así, a pases largos y aprovechando las constantes infracciones de la visita –que le generaron numerosas pelotas paradas (el arma preferida de Caruso)–, San Martín construyó un amplio dominio durante los primeros minutos. Tras varias ocasiones bien controladas por Andrada, el desahogo de los locales llegó finalmente en una corajeada de Gonzalo Rodríguez, quien a puro rebote (primero en Buffarini y luego en Lisandro López) sacó un disparo al arco que, desviado por un manotazo del arquero, se convirtió en una asistencia perfecta para que Pons la empuje casi sobre la línea.
Tras el golpe, Boca salió a buscar la pelota y el local se retrasó a cuidar la ventaja, algo que no le duró demasiado. Diez minutos después del 1-0, Más desbordó por izquierda y encontró abajo del arco a Abila, quien puso el 1-1 casi sin resistencia. Igualado, el desarrollo continuó sin un dominador claro hasta que, a los 58, una genialidad de Reynoso rompió los esquemas: Bebelo encaró por el medio, se la llevó para su zurda y, desde afuera del área, disparó de emboquillada sobre la humanidad del arquero. Golazo del juvenil y lamento de Caruso y de todos los tucumanos presentes en el estadio, quienes luego tuvieron que sufrir los goles de López y Nández, que sentenciaron el descenso del Santo e impidieron un nuevo milagro de Caruso.