Rafael Bielsa, reconocido rosarino pero que desarrolló gran parte de su carrera política y profesional en el ámbito porteño, recibió la distinción de Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. Fue el primero en la historia de ese premio no nacido en Buenos Aires. La distinción había sido propuesta por la legisladora María Rosa Muiños, jefa del Bloque Peronista, y aprobada por unanimidad “por el buen recuerdo que dejó en la función pública”. “Recibí varios reconocimientos pero nunca les presté atención. Los únicos dos que me importaron son el de mejor compañero, que me lo dieron en el colegio, y éste, porque son premios que no podés pedir. El liderazgo no se reclama, te lo dan o no te lo dan”, dice el político, abogado y escritor en diálogo con PáginaI12, que aprovechó la celebración como excusa para hablar de los temas de actualidad.
El ex canciller definió a la política económica del macrismo como “criminal” y auguró que “la vamos a pagar caro, porque lo que viene es muy feo”. También reflexionó sobre el año electoral y la función pública: “Ser funcionario público implica decirle la verdad a la gente, decirle que no a tu jefe cuando crees que lo podés ayudar a pensar, e irte cuando las cosas no son como vos querías que fueran”, dice.
–Entre las cosas que dijo estuvo su pedido de que pudiera estar allí presente Julio De Vido. Se habló, incluso, de que lo hubiera dicho a propósito frente al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Rosenkrantz, que estaba en primera fila.
–Pero no fue así, y me gustaría que quede claro. No lo premedité ni lo dije para hacerme el vivo frente a él, que es mi amigo. Lo dije porque lo quiero a Julio, primero, y en segundo lugar porque la Constitución establece el estado de inocencia y él debería haber podido estar ahí, independientemente de cómo terminen en el futuro sus procesos. Pertenezco a una generación que no valoraba mucho la democracia y la república, que las instituciones le parecían constructos burgueses. Con los años uno aprende que no son una tontería, que las instituciones son una de las maneras de expresión del pacto social. Dije eso para hacer una reivindicación de un momento de la Argentina que sentía que había que hacer.
–¿Y cómo ve este momento de la Argentina? ¿Qué cree que pasará en octubre?
–Para ser franco, hace tres años pensé que la historia lo iba a llamar a (Roberto) Lavagna. Me junté con él, empezamos a hablar, y durante tres años hablamos periódicamente, con él y con muchos compañeros. Ahora, Roberto eligió una alianza con el socialismo. Pero yo con los socialistas no voy a ningún lado, no les tengo respeto, me parece que son responsables de la introducción del narcotráfico en Santa Fe y me parece que le han causado un daño a la provincia en la que yo nací de muy difícil reparación. Entonces, como yo soy peronista, pienso en unidad de concepción, unidad de comando y unidad de acción. No cuestiono. El jefe, Roberto, eligió eso y yo no le voy a decir nada. Pero a partir de ese momento se terminó. Creo que es un tipo excepcional, firme en sus decisiones, que sabe mucho de micro y macro economía, que le haría mucho bien a la Argentina. Pero para mí se terminó. Elijo con quienes voy cerca y con quienes no.
–¿Y hay algún o alguna otra figura presidenciable con quien vaya cerca?
–Yo nunca me moví del kirchnerismo. Fui, soy, y voy a ser kirchnerista hasta que me muera. Claro que todos interpretamos al kirchnerismo como lo queremos interpretar, y yo tengo mi interpretación. Pero también tengo vergüenza: no voy a recorrer los pasillos de los canales de televisión para criticar un lugar donde pertenecí. No pido nada, tengo mis ideas. ¿Me las consultan? En absoluto. Lavagna, (Sergio) Massa, (Miguel Angel) Pichetto, (Felipe) Solá me las consultan mucho más que los de mi grupo de pertenencia. Pero yo soy lo que soy: peronista y kirchnerista.
–Hizo mención al narcotráfico santafesino. Esta semana se conoció que el operador judicial y falso abogado Marcelo D’Alessio habría tenido contacto con el líder de Los Monos como parte de la red de extorsión que involucra al fiscal Stornelli. ¿Cómo está viendo la causa y este episodio?
–La veo como veo a la patria. Nosotros no dirimimos nada, no enterramos a nadie, no terminamos de resolver AMIA, Río Tercero, nada, no resolvemos. Todos los cajones están abiertos. ¿Qué agrega esta tristísima causa de un sujeto incalificable como D’Alessio? Intoxica un expediente, el de la causa de los cuadernos, que ya bastante intoxicado venía. En cuanto al episodio de Rosario, hay que ser rosarino para entender lo que significa eso. De todos modos, lo que yo diga no tiene importancia.
–Bueno, usted tuvo un rol central en la lucha contra el narcotráfico cuando estuvo al frente del Sedronar…
–Sí, cosa que los santafesinos no me reconocieron cuando perdí con Hermes Binner. En ese momento la sociedad me dijo algo y yo registré, porque registro esas cosas, porque no me las olvido. La sociedad tomó una decisión y ahora se tiene que hacer cargo, como me hago cargo yo de toda mi vida. Santa Fe eligió a ese tipo, no me eligió a mí. Y si uno se quiere demasiado a sí mismo, lee eso de manera complaciente, pero si de alguna forma persigue la verdad, entonces trata de ver en qué cosas no encaja. Y yo sé en qué cosas no encajo, simplemente en todas las cosas que digo. Qué le vamos a hacer.
–Su hermana, María Eugenia, es precandidata a gobernadora por esa misma provincia. ¿Cree que pasará lo mismo que con usted?
–La sociedad santafesina perdió la oportunidad de un modelo productivo, de un modelo de conocimiento, de un modelo moderno que tenía que ver con lo que pasaba en el mundo. El Partido Justicialista en ese momento hizo un diagnóstico preciso pero la sociedad eligió ese cachivache que es el socialismo. Ahora tiene una segunda oportunidad. Tiene una exponente irreprochable, con la virtud de no haber cometido la traición de lesa humanidad de abandonar la trinchera y venirte a vivir a Buenos Aires, que aparentemente fue mi pecado. Renunció y desobedeció cuando debió, tiene una conducta, un temperamento, un auto y una casa. ¿Quieren elegir otra cosa? Elijan, elijan lo que quieran. Eso es la política, después de todo.