Hoy se cumplen tres años del incendio del depósito en Azara 1225, Barracas, de Iron Mountain, con un saldo de diez muertos (ocho bomberos y dos rescatistas de Defensa Civil) y miles de documentos, de grandes empresas y bancos, destruidos.
La convergencia de la tragedia y el tema del poder económico y el lavado de dinero inspiraron en el director Jorge Gaggero la idea de un documental. “Surge de las ganas de compartir un proyecto con mi padre, que es economista y se dedica a investigar temas impositivos y la evasión de los poderosos”, contó. “Es un tema muy árido, muy difícil de filmar. Pero la investigación para la película nos demostró que Iron Mountain es el caso más ilustrativo del poder que tienen los intereses de los poderosos. La historia de Iron Mountain es la historia de los mecanismos de lavado.”
Para el documental, Gaggero organizó un equipo de trabajo que incluyó, entre otros, a los periodistas Pablo Waisberg y Ari Lijalad. Waisberg explicó: “Cuando Jorge me convocó para este proyecto, fuimos descubriendo que a través del drama de las diez víctimas del incendio se puede contar la historia de la ingeniería financiera de las grandes empresas, la historia de lo que con mucha simpatía se llama ‘contabilidad creativa’, que no son otra cosa que vericuetos más o menos legales para pagar menos impuestos de lo que se debe”. Y abundó: “A partir de la crisis del 2008, empiezan a ser importantes temas como las guaridas financieras (de paraísos no tienen nada), pasan a la primera plana en todo el mundo. Y ahí se hacen conocidos trabajos como los de Raymond Baker, del Banco Mundial, que plantea que los corruptos, los criminales y las grandes empresas (que son los tres grupos que alimentan las guaridas) usan los mismos mecanismos de elusión fiscal. Es decir, los tres grupos usan las mismas estrategias”.
“La historia de este incendio exige ser contada. Es muy clara para comprender el robo de guante blanco”, aseguró Gaggero. Y agregó: “Se juntan muchas cosas. A la cuestión de economía se le suma la humana, la muerte de diez servidores públicos, a la que acá el Estado no parece darle importancia. En los años en que viví en Estados Unidos, aprendí que para ellos la muerte de un bombero concita la atención nacional.”
Waisberg contó qué hay de especial el siniestro de la Argentina: “Iron Mountain tiene un largo historial de incendios, en Estados Unidos, Inglaterra, Italia, Canadá... En cinco casos se comprobó que eran provocados. Pero en ninguno hubo muertos. Sólo cuando se quemó el galpón de Barracas. Está demostrado que ese depósito estaba mal habilitado. Nosotros hablamos con Jorge Campos, un bombero con muchos años de trabajo, papá de Sebastián, uno de los voluntarios muertos. Nos contó que se la pasaba mirando los videos del incendio en el que murió su hijo. Entre las cosas que le llamaron la atención, nos dijo que las llamas eran muy violentas y que cambiaban mucho de color. Según su experiencia, eso sólo pasaba si se habían usado aceleradores. Y que su hipótesis se reforzaba por la increíble violencia a la que ardía un fuego que se suponía que era de papel. Eso lo llevaba a afirmar que había sido un incendio intencional”.
“Hay otra cosa muy llamativa”, recordó Gaggero. “El galpón de Barracas se incendió en 2014. Encontramos que dos años antes, se empezó a investigar por lavado a bancos y empresas. Veintinueve de esas empresas guardaban su documentación en Iron Mountain. Parece haber sido un incendio más que oportuno, porque se queman cajas con la documentación de esas empresas. Por eso el documental cuenta la historia del incendio y en paralelo, la historia de las empresas que guardaban sus archivos ahí. Es un hecho local que describe un panorama general.”
En su sitio en Internet, Iron Mountain sostiene que ofrece “servicios integrales de gestión de archivos, protección de datos y destrucción de la información”. Y en un video institucional asegura que sus depósitos tienen “total protección contra incendios”, “red hidrante”, y “control estricto de humedad”, junto con un “sistema de detección temprana de incendios”.
La investigación judicial demostró que en el depósito de Barracas no funcionaban los aspersores y no había agua en la cisterna.