Sin que nadie nos invite, llegamos a la vida de Leila en el curioso preámbulo de una crisis. Su vida en pareja con Sadie ya lleva diez años y en el presente comparten también un nuevo emprendimiento laboral: “Shazam for Clothes”, una aplicación para identificar las prendas de diseño por la marca de su hacedor. Todo muy moderno, muy chic. Es que ellas están en sintonía con la Londres más trendy: las fotografían en las revistas de negocios como la amalgama ideal entre el amor y los negocios, se burlan con altura del sexismo del reportero, hacen chistes ingeniosos sobre Trainspotting, se dan besos coreografiados para la cámara. Sin embargo, detrás de esa alquimia perfecta surge la primera alarma: Sadie quiere formar una familia y tener hijos; Leila no está tan segura. Ese mudo desacuerdo, que se disfraza como una imperceptible broma, abre una nueva compuerta en la vida de ambas: un intento de separación, un tímido impasse que supone definir prioridades y fantasear con alguna imagen de futuro. Sobre esos riesgos e incógnitas bucea The Bisexual, la serie británica creada, dirigida y protagonizada por la genial Desiree Akhavan. Neoyorkina en Londres como su personaje, el humor de su universo nace del desplazamiento permanente: de la cómoda vida en pareja a la inestable condición de recién llegada, de la pertenencia al exilio social, de una asumida adultez a la adolescencia emocional que sacude supuestos y seguridades al mismo ritmo que anuncia un tiempo de indefiniciones.
“Estamos en lugares distintos” asegura Leila en la primera salida de su imprevista soltería. Mudada del hogar que compartía con Sadie (Maxine Peake) a la casa de un novelista frustrado, improvisado roommate atado al dominio de su celosa hermana y al coqueteo con una estudiante adolescente, Leila asegura ante su grupo de amigas que la vida con Sadie se estancó por la rutina y que un tiempo separadas resulta el remedio necesario para reavivar la pasión. Pero el mundo a su alrededor parece desmentirla constantemente: la serie explora esa extraña combinación de éxtasis y temor que se abre a partir de una decisión tan esperada como impulsiva. Las amigas le recuerdan los conflictos de Bette y Tina en The L Word como una especie de agorera premonición, y sus coqueteos con el chico del guardarropa le descubren el anhelo de una exploración que no concluye en el sexo sino que se eleva a todo un modo de vida. Akhavan instala la bisexualidad del personaje como la salida a un territorio en el que no solo las identidades se desarman sino toda una cultura de guiños y códigos comunes, que se ve agrietada por la aparición de un deseo que resulta casi vedado.
Tanto Fleabag (de Phoebe Waller-Bridge) como la reciente Sally 4ever (de Julia Davis), ambas series británicas creadas y protagonizadas por mujeres, plantean las crisis de sus protagonistas en la treintena no solo como disparador de un retrato generacional sino como estrategia para abordar desde el humor y el absurdo los nuevos mandatos del presente. En The Bisexual lo que domina es un tono agridulce, lindante entre el delirio y la indecible incertidumbre, que signa el presente de Leila. De origen iraní y familia conservadora, su definición como lesbiana fue un salto al vacío y una especie de desarraigo que sus coqueteos post separación amenazan con tirar por la borda. ¿Y si hubiera explorado mejor sus fantasías con Tom Petty en lugar de dejarse seducir por el húmedo traje de baño de Pamela Anderson? Sus conversaciones con su amiga Deniz (increíble Saskia Chana), guardada en el clóset para no “ofender” a sus padres y confinada a la registradora de un supermercadito para respetar una impuesta tradición familiar, resultan profundas y desopilantes. ¿Es la bisexualidad un mito creado por los ejecutivos publicitarios para vender vodka saborizado? ¿Es una fase, una traición, una manía de turismo sexual, el mal recuerdo de Anne Heche?
La serie escapa a cualquier posible respuesta y se sumerge en ese indeciso escenario en el que se abisma la nueva vida de Leila. Allí, el personaje más interesante es el de Gabe (el pelirrojísimo Brian Gleeson, con aire más nerd que su hermano Domhnall pero con la misma herencia), su nuevo compañero de hogar, quien lidia con su intermitente labor como profesor universitario, su inseguridad como escritor de una única novela –la “reveladora” Testicular–, su fetichismo con las especias y su eterna postergación de cualquier tipo de compromiso. Así, como para Leila el vértice de su elección de vida fue el encuentro con Sadie, para Gabe fue la renuncia a un viaje a Nueva York y la lealtad a la orfandad que comparte con su hermana. Akhavan despliega el vínculo entre ambos no solo a partir del contrapunto de humores –condensados en discusiones sobre racismo, un top con lentejuelas y la depilación de las axilas– sino del surgimiento de una inesperada amistad. Él y Deniz se convierten en fortuitos compañeros de aventuras cuando Leila quiere reconciliarse con Sadie y termina pegando un chicle en la cabellera de su joven asistente, o en acompañantes de las rondas en colectivo entre los vómitos adolescentes después de una noche de alcohol. Toda crisis es un mundo de oportunidades. ¿O no?
“Pensé que el sexo con un hombre iba a ser diferente, pero no, es solo sexo”, reflexiona entre risas Leila luego de su encuentro con Jon-Criss, el joven de pelo verde y campera de gimnasia con el que pasa un día entero entre la cama y la ducha. Ese juego erótico que descubre Leila se carga de ambigüedades: la necesidad de la negación frente a sus amigas lesbianas, las confesiones necesarias en las charlas con Gabe, la búsqueda de algún sentido oculto a su reciente separación. Esas demandas que se imponen a Leila son las que la serie se anima a desbaratar: la imposición de definiciones, los límites de las identidades, la imposibilidad de los retrocesos. Directora de la celebrada The Miseducation of Cameron Post (2018), ganadora del Gran Premio del Jurado en el pasado Festival de Sundance, Akhavan combina en su relato cierto aire autobiográfico con un estilo indie que amalgama una narrativa dispersa, un sonido intimista y una escritura febril y liberada. Salida de cualquier molde de ficción queer, con un tono distendido y al mismo tiempo reflexivo, The Bisexual desarticula imperceptibles estereotipos y entrelaza agudeza y calidez, sin más pretensiones que acompañar a su personaje en ese camino sin certezas en el que ha decidido aventurarse
The Bisexual va los martes a las 22 por Sundance TV.